Lejos de amilanarse ante los problemas que aquejan la zona rural asturiana, los vecinos de Boal, orgullosos de sus raíces, unen sus fuerzas para defender su patrimonio y una forma de vida. Los resultados están a la vista con nuevas iniciativas como la Ruta de los Miradores del Río Navia.
El reconocimiento a Boal como Pueblo Ejemplar en el año 2014 supuso un importante espaldarazo para la sociedad boalesa, que vio recompensada la fuerza de su movimiento asociativo y vecinal. Con poco más de 1.800 habitantes, el concejo cuenta con una red de colectivos que se interrelacionan y colaboran entre sí con el objetivo de conservar su entorno natural, su patrimonio histórico y cultural. Los habitantes de esta tierra de accidentada geografía, enclavada en el occidente de Asturias, demostraron que juntos podían conseguir objetivos importantes y consolidaron una fórmula que no están dispuestos a abandonar. Por eso, han continuado dando pasos y consiguiendo avances, que aunque de distinto calado, son todos importantes para un municipio que lucha contra el abandono de la zona rural.
La fuente de la motivación es única para todos los boaleses, residentes o no: el amor a una tierra con un paisaje dominado por un caudal importante, el Navia, que modela el territorio creando embalses como el de Arbón y Doiras y dejando en su recorrido bellísimas postales. El concejo ofrece enclaves prehistóricos como el Castro de Pendia, el Penedo Aballón o la llamada Cova del Demo y sigue atesorando una cultura popular de grandes resultados como por ejemplo, la miel, cuya etiqueta ‘de Boal’ es testimonio de su calidad. Sin olvidar, una seña identitaria que acompaña a la villa de Boal, la de la emigración indiana que se refleja en gran parte de su bagaje arquitectónico. De la suma de estos y otros ingredientes nace un arraigo que los boaleses llevan en su corazón, allá donde van.
Los últimos doce meses son un buen ejemplo de lo que puede conseguir la iniciativa popular, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento en las acciones que emprende, y busca la colaboración privada para algunos proyectos. El más mediático es la nueva ruta de senderismo incluida en el proyecto ‘Boal natura’ que circula durante doce kilómetros a la vera del Navia y a través de la cual es posible conocer elementos etnográficos como los molinos, además de un paisaje espectacular. Con motivo del Día del Senderismo, el pasado 7 de mayo, alrededor de setecientas personas inauguraron este recorrido que a su vez formará parte de la gran Senda del Navia, una ruta que continúa por otros concejos ribereños.
Con el apoyo del Movimiento Vecinal y Asociativo de Boal, diferentes colectivos están impulsando iniciativas de recuperación de patrimonio, así como la señalización de recursos y rutas.
Los participantes pudieron disfrutar de lugares como el área recreativa Puente de Castrillón, la joya del concejo, y contemplar los restos del puente colgante sobre el río. Este vestigio arquitectónico es otro de los objetivos que se plantean los boaleses dentro del proyecto ‘Boal natura’, que encabeza la Sociedad de Amigos de Boal. El colectivo creado en junio de 2016 también estudia la recuperación de un paisaje emblemático: Penedo Aballón. La formación granítica que se encuentra en el Alto de Penouta fue derribada en 2001 en un acto vandálico y su recuperación es bien recibida por los vecinos, según los datos obtenidos a través de una reciente consulta popular.
Recuperar y rehabilitar el patrimonio histórico del concejo es de vital importancia pero no lo es menos darlo a conocer, sobre todo cuando se halla inmerso en una sierra como la de Penouta. Por eso, la señalización de la necrópolis tumular que contiene estructuras funerarias de seis mil años de antigüedad también fue un paso importante. El colectivo de turismo rural y hostelería ‘Destino Boal’ es el promotor de esta acción que contó con la colaboración del tejido asociativo del concejo y que permitió instalar dos grandes paneles informativos bilingües (español e inglés) en el denominado Parque de Penouta. Gracias a la nueva señalética financiada con fondos provenientes del premio Pueblo Ejemplar, los visitantes pueden conocer los recursos de este entorno. Y no es la única visibilización que se ha hecho posible gracias a estos fondos, también la aldea de Vega de Ouria ha sido receptora de nuevas señalizaciones que dan a conocer los hornos de cal ‘calieros’ existentes en la zona, así como otros puntos de interés -lavadero, antiguas escuelas, capilla de San Blas-. La Asociación Cultural San Blas, principal impulsora de esta iniciativa, fija ahora su mirada en reclamar alguna figura de protección para uno de los árboles más legendarios del pueblo, un roble de grandes dimensiones que se levanta junto a la capilla de San Blas y al que se le calculan más de quinientos años de vida.
Frenar el despoblamiento de esta zona rural también trae de cabeza a los vecinos del municipio, y están dispuestos a combatirlo a través de iniciativas como ‘Imagina Boal’, un proyecto que sustenta el colectivo Foro Boal 3000 y que contempla la puesta en marcha de acciones en diferentes ámbitos: charlas, talleres, ponencias, jornadas, etc.
El concejo también ha inaugurado este año el Camín dos Calieiros, una pequeña ruta de baja dificultad -2,3 kilómetros- que transcurre entre Ouria y Vega de Ouria. Los nuevos itinerarios se unen a otros de gran interés como la ruta de Froseira y Cova del Demo, la de Penouta, o la de los Castros, entre muchas otras.
Entre las diferentes agrupaciones que integran el Movimiento Vecinal y Asociativo de Boal se encuentra el colectivo de hostelería ‘Destino Boal’, encabezado por Fernando Rodríguez, presidente del mismo. Este año la asociación se planteó como objetivo poner en valor los recursos de Boal señalizando el Parque de Penouta. Otra de las acciones que definen a este colectivo es la creación de la Ruta Real, basada en el itinerario que realizaron los Reyes de España con motivo de la entrega del Pueblo Ejemplar. Este recorrido permite conocer -entre otras cosas- gran parte del legado indiano que atesora la localidad, ya que cada edificación ‘americana’ está identificada y porta una pequeña explicación.
Fruto de la iniciativa del Movimiento Asociativo y Vecinal, Boal ha dedicado una calle y ha erigido un busto en honor a uno de sus vecinos más sobresalientes: el escultor, pintor y poeta Benjamín López, fallecido en 1964. El pasado mes de abril tuvo lugar un homenaje en el que se puso de manifiesto el reconocimiento del pueblo hacia un personaje polifacético, que amaba las artes pero se ganaba la vida como talabardero. En su obra están presentes la vida campesina, la emigración y parte del acervo cultural, con acento en las costumbres y eventos populares. El busto en su honor es obra del escultor Amado González Hevia, ‘Favila’.