El visitante no tendrá tiempo para aburrirse ni un segundo. Y eso incluso sin hacer nada en particular, porque hasta la contemplación es una actividad en sí misma en este concejo asturiano, de nombre conocidísimo gracias a un queso curado en las cuevas de los Picos de Europa, un manjar que ya es una estrella internacional de las cocinas.
A Cabrales hay quien viene para eso, para ver. Para llenarse los ojos de paisaje, roca y verde, cielo y camino. Incluso mar, que si bien no está en el territorio del concejo, se encuentra tan cerca que es imposible evitar la tentación de disfrutar en la misma jornada de la presencia serena y majestuosa de los Picos de Europa y luego acercarse a enredar entre las olas del Cantábrico. Un lujo posible en pocos lugares.
En este territorio se encuentra el Pico Urriellu, un tótem montañero, un faro de piedra que sirve de referencia en un paisaje plagado de cumbres.
Mirar y mirar. En todas direcciones. Especialmente hacia arriba, porque las lomas que arrancan y se elevan a las alturas, convertidas en caliza brillante al sol, resultan absolutamente hipnóticas. Es un paisaje que produce cierta fascinación a quien lo contempla, que no puede apartar la vista. Hay que tener en cuenta que en este territorio se encuentra el Pico Urriellu, una columna caliza, un tótem montañero, un faro de piedra que sirve de referencia en un paisaje plagado de cumbres.
Si bien el Urriellu, o Naranjo de Bulnes, es la cumbre más famosa debido a su perfil característico, no es ni mucho menos la única. Más de la mitad del territorio del concejo pertenece al Parque Nacional de los Picos de Europa, por lo que está salpicado de alturas considerables entre las que destacan nombres míticos, como el Torrecerredo (2.648 metros), el más alto de la Cordillera Cantábrica.
Todo con calma
Uno viene a estos parajes a salirse del bullicio urbano. Aquí el ritmo es otro, en función de la meteorología y a poco más. De modo que si la montaña da su permiso se puede salir a disfrutar de un paseo ligero o de una ascensión de envergadura, al gusto. En el concejo existen rutas que satisfacen todas las pretensiones. La más conocida es la Ruta del Cares, un recorrido espectacular que asciende por la garganta del río del mismo nombre y que es asequible técnicamente, adecuado para caminantes de todos los niveles y edades. Eso sin olvidar en ningún momento que nos encontramos en zona de alta montaña y que se deben tomar las precauciones imprescindibles para garantizar la seguridad. Otra opción, el Camino Real, está surcado por seis rutas de dificultades diversas que se pueden realizar con guía. Otras actividades también tienen aquí un escenario privilegiado. Hablamos de rutas a caballo, bicicleta de montaña, rutas en quad, parapente, rafting, descensos en canoa y otras.
Aunque sin duda la estrella es la roca. Cabrales es un paraíso tanto para escaladores como para los amantes de la espeleología. Aquí se encuentran cuatro de las simas más profundas descubiertas en todo el mundo, además de un complejo entramado de galerías subterráneas para explorar. Hay pinturas rupestres en La Covaciella, bisontes del periodo Magdaleniense consideradas Patrimonio de la Humanidad; también El Bosque y Los Canes, declaradas Bien de Interés Cultural.
Precisamente son las cuevas y su particular microclima las responsables de la fama que en el tiempo ha ido ganando el concejo de Cabrales, puesto que ahí se curan los nombradísimos quesos, adquiriendo su peculiar sabor y su textura única. Imperdonable pasar por aquí y no probar una tapa de Cabrales o algún plato elaborado con este ingrediente básico, al margen del resto de la oferta gastronómica, que como en el resto de Asturias, es amplia y sobre todo de alta calidad.