Es inevitable dejarse tentar por un postre tan asturiano como el arroz con leche, con esa textura tan cremosa, ese toque preciso de azúcar, aroma de canela y limón y, por último, el requemado al hierro candente. La cita, indispensable para paladares golosos, es el 11 de mayo en Santa Eulalia de Cabranes. Allí se celebra el XXXV Festival del Arroz con Leche.
La idea surgió en 1980 para dar un impulso al concejo y atraer turistas de todos los lugares. Con el tiempo se ha convertido en un emblemático festival al que acuden concursantes y visitantes llegados no sólo de municipios próximos sino de otros puntos de España y también de fuera de nuestras fronteras. Desde 2005 es considerada de Interés Turístico Regional.
Este exitoso acontecimiento cultural y gastronómico se celebra cada año en el transcurso de las Fiestas de San Francisco de Paula. Aunque el domingo es el día grande, cuando el postre es el verdadero protagonista, la fiesta comienza días antes con la proclamación de la Xana, Xanina y Damas, la presentación del cartel y encuentro masivo de confraternización de vecinos y amigos del Festival en torno a una parrillada-cena. Como debe ser, la noche se anima con la música de la primera verbena.
El sábado es el día dedicado a los más pequeños con muchas actividades pensadas especialmente para ellos. También hay reparto del bollu y por la tarde se organiza un taller de elaboración del arroz con leche que cuenta con la presencia de los ganadores del certamen del año anterior. En realidad, todos los habitantes de la zona saben preparar este postre cuya receta pasan de generación en generación: «la clave está en usar leche de vaca y cocerlo a fuego lento, revolviendo. Sin olvidar el toque final del requemado». La jornada festiva del sábado se cierra con la segunda verbena.
Hay una leyenda que dice que hace años, cuando los emigrantes iban a América, en pueblos como Madiedo -a dos kilómetros de Santa Eulalia-, les regalaban arroz con leche en botellas para que no olvidaran el sabor de la tierra. Llegamos así al acto central del festival que tiene lugar el domingo en la Plaza del Emigrante y sus aledaños. Comienza con la recepción de los postres a concurso, presentados en las tarrinas oficiales -previamente recogidas en el Ayuntamiento-, para su posterior valoración y calificación. Mientras, el jurado trabaja, la fiesta continua por los alrededores donde se puede visitar el stand de la organización y degustar de forma gratuita arroz con leche durante toda la mañana, hasta agotar existencias. Además se podrán probar los postres del concurso, una vez finalizado el fallo del jurado, hacia la una del mediodía. También el Mercado de Artesanía Creativa y Productos Agroalimentarios está abierto desde primeras horas de la mañana, para recibir a la multitud de turistas y visitantes que llenan estos días las calles de la capital del concejo.
A las doce y media se celebra la misa en honor a San Francisco de Paula, seguida de la procesión del santo y la lectura del pregón, la alocución de autoridades y la publicación del fallo del jurado con la entrega de premios. Todo ello amenizado por la Banda de Gaitas de Villaviciosa y otros grupos folclóricos.
La artesanía, la cultura, la música y la devoción acompañan a este tradicional postre, que después de tantos años conserva intacta su esencia original. La misma que se llevaron los emigrantes en sus maletas cuando partieron rumbo a América.
La senda comienza en Santa Eulalia de Cabranes y termina en la antigua mina de antracita con su castillete restaurado en Vegapallía. Un itinerario tranquilo, de vegetación exuberante, lleno de robles, castaños, fresnos y acebos que comienza al lado del Ayuntamiento. De ahí se llega a una senda que atraviesa siete pasarelas hasta el pueblo de Viñón. El recorrido es de unos seis kilómetros, ida y vuelta y es totalmente llano, apto para disfrutar en familia y con amigos.
En Viñón se puede hacer un alto en el camino para visitar tres lugares de gran importancia: el Museo de la Escuela Rural, la Iglesia de San Julián de Viñón de estilo románico, y el castillete de la antigua mina de antracita. El Museo conserva todos los materiales y la disposición del mobiliario recrea la enseñanza de principios de siglo; todo el conjunto consigue crear una atmósfera que transporta a otros tiempos. La Iglesia de San Julián, Monumento Histórico Artístico, muestra toques típicos del arte asturiano románico. Y por último, para tomar contacto con la historia reciente del concejo, es interesante conocer el castillete recuperado de la mina de Vegapallía, a las afueras de Viñón.