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domingo 24, noviembre 2024

Arnao (Castrillón). La mina bajo el mar

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Una visita al museo de la mina de Arnao es un recorrido por la historia de la minería en España, y todo lo que vino con ella: cambios económicos, tecnológicos, sociales… Gracias a una intensa labor de restauración se pueden recorrer las galerías originales, situadas a pie de playa, y meterse por un momento en la piel de los mineros de principios de siglo.
La de Arnao es la primera mina industrial de España, que no es poco decir: las explotaciones antes habían sido para consumo doméstico, pero es ésta la primera vez que se organiza el trabajo y se plantean inversiones siguiendo criterios puramente empresariales. Por eso, Arnao sabe mucho de primeros pasos. En la entrada exterior encontramos, totalmente restaurada, a Eleanore: la locomotora a vapor de vía estrecha más antigua de las que se conservan en España. Es una vieja conocida, ya que toda su vida útil se desarrolló transportando materiales entre Arnao y San Juan de Nieva. Está junto al castillete, que luce un atípico recubrimiento de zinc, y esconde el primer pozo vertical de Asturias, conocido como El Abuelo; por su caña original descienden aún hoy los visitantes hasta el corazón de la mina.

La historia

Museo y Centro de Interpretación del museo de la Mina de Arnao
En el antiguo casino está la parte de museo y centro de interpretación, más un pequeño salón de actos en el que se programan actividades culturales: conferencias, conciertos… /Foto: Fusión Asturias

Ya existieron intentos previos, pero no es hasta 1834, con la creación de la Real Compañía Asturiana de Minas, cuando se fecha el inicio de la minería industrial en España. Con una mezcla de capital belga y español, la Real Compañía abrió la explotación de la mina de Arnao. El carbón obtenido, sin embargo, era de baja calidad para una siderurgia que también daba sus primeros pasos, y las dificultades del transporte hacían que no fuese rentable. Sin embargo, pronto se vio que sí era adecuado para el zinc. Por eso en 1851 se plantea construir una fundición de zinc en Arnao, minimizando los gastos de transporte. Como consecuencia, pocos años después empiezan a funcionar en la vecina localidad de San Juan de Nieva las instalaciones de AZSA, Asturiana de Zinc, cuyas chimeneas son perfectamente visibles desde Arnao.
A partir de aquí, se empieza a cambiar el paisaje de la zona: la mejora de las comunicaciones por carretera, ferrocarril y mar -de hecho, el túnel que se atraviesa para acceder a la playa de Arnao y el museo de la mina se creó para el paso de los vagones de tren-, la instauración de un sistema paternalista, con unas escuelas únicas de las que aún se conserva el edificio; y el nacimiento de los movimientos sindicalistas en la zona. Por último, la eterna lucha contra las filtraciones de agua, que terminaron por cerrar las galerias submarinas y, por extensión, la mina entera, en 1915.
También hay grandes anécdotas, como la visita en 1858 de Isabel II. La reina, haciendo gala de su fuerte carácter, se empeñó en bajar personalmente a recorrer las galerías, para espanto de los dueños y asombro de los trabajadores.
De todo ello se da buena cuenta en el centro de interpretación situado en el antiguo casino. Allí los visitantes van dejando mensajes de asombro en una inmensa pizarra, contando lo que les ha impresionado más: las vistas al mar, el impecable trabajo de los guías del museo, las diferentes maquetas, las fotos antiguas, la jaula de los ruidos… y por supuesto el plato fuerte: la bajada a la mina.

Tierra adentro

Junto a una jaula original usada para descender a la explotación, encontramos un moderno ascensor acristalado que nos llevará al corazón de la mina con todas las medidas de seguridad. Una vez abajo comprobaremos que las galerías también están acondicionadas y se pueden recorrer con toda comodidad.
Sin embargo, la intervención ha sido mínima, ya que a la hora de planear los trabajos de restauración, los técnicos de Sadim (HUNOSA) descubrieron que las condiciones de conservación eran extraordinarias. Llama especialmente la atención el ladrillo rojo de las paredes, el techo abovedado, los arcos de medio punto, tan distinto todo a la imagen de los túneles de madera de otras explotaciones. De nuevo, nos remontamos a los pioneros: cuando se abrieron estas galerías no había ningún referente cercano en Asturias, así que se tomaron como modelo las explotaciones belgas. Estas galerías se hicieron para durar, y así ha sido en las que no han quedado sumergidas bajo el mar.

Junto a una jaula original usada para descender a la explotación, hay un moderno ascensor acristalado que lleva al corazón de la mina con todas las medidas de seguridad.

El sonido del agua nos acompaña durante toda la visita, en los distintos túneles abiertos hasta el momento (hay una ampliación planteada, pendiente de ejecución). Y nos lleva al final hasta la playa misma, saliendo a la luz y recorriendo por fuera, si el tiempo lo permite, las escaleras que llevan al punto de partida.
La restauración de Arnao fue posible gracias al apoyo de la Unión Europea, a través de los Fondos FEDER, que financiaron el 70% del presupuesto. Pero fue el Ayuntamiento, gracias a la presión vecinal, el que decidió poner en marcha el proyecto, invirtiendo fondos propios, y consiguiendo la mayor ayuda per cápita para acciones de desarrollo territorial. Era necesario: lo que hoy es un precioso entorno natural, con carteles explicativos de su rico patrimonio geológico, hace no mucho era una playa casi desconocida de puro abandono. Muchos vecinos de la zona, incluso, no eran conscientes del increíble potencial de un castillete que se caía a pedazos, que escondía unas galerías casi intactas por el paso del tiempo. Todo esto se ha solucionado con la apertura del museo, que atrae a visitantes nacionales e internacionales, pero también locales, que descubren con asombro una parte de su historia de la que no eran totalmente conscientes. Una impresionante visita al corazón de Asturias.

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