La historia, el arte y la naturaleza castropolenses se unen para presentarse ante el viajero como un cofre lleno de gemas: playas con bandera azul, un parque centenario, arquitectura palaciega, se combinan con actividades como el avistamiento de aves o los paseos en barco.
Las posibilidades turísticas que despliega el concejo son variadas, y se distribuyen entre sus dos localidades más importantes -Figueras y Castropol-, y sus pueblos de interior. Entre los verdes prados aguardan ser descubiertas la cascada del Cioyo, cuya ruta comienza cerca del Campo del Couselo; la casona de Sestelo, imponente edificio del siglo XIX ubicado en Presno; y los pueblos de Seares, Presno y Balmonte. Al fondo, la vista se detiene ante la Sierra de la Bobia, cuya cima es el punto más alto del concejo. Puede realizarse una ruta en BTT desde la cima hasta Castropol, lo que permite conocer las aldeas rurales que son el alma del concejo. También el monte Pousadoiro es un importante destino natural gracias a sus espesos bosques.
Sin embargo la forma de vida en el concejo no se entiende sin su unión al mar, del que es deudor de riquezas e historias. Además de la faceta deportiva que permite navegar, pescar, bucear y bañarse en las playas, está la económica a través la pesca, la cría de ostras, la carpintería de ribera y el astillero ubicado en Figueras.
La pureza de las aguas y el ecosistema existente en la Ría del Eo han propiciado su pertenencia a la Reserva de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Tierras de Burón, que se completa con el reconocimiento de la ría como importante zona de invernada para aves acuáticas.
Como colofón, este año las playas de Penarronda y Arnao han sido distinguidas de nuevo con Bandera Azul, lo que asegura la calidad de sus aguas, la información ambiental, la seguridad, y los servicios e instalaciones. También ha obtenido este premio el Centro de Interpretación de la Ría del Eo, por poner en valor la riqueza ambiental del entorno.
La cabecera del concejo es Castropol. En sus orillas, los árboles llegan al borde del mar, mientras las casas retrepan cuesta arriba hasta alcanzar el promontorio máximo donde se ubican el ayuntamiento, la capilla de Santa María del Campo, el Parque Vicente Loriente y la Casa de Cultura. Un poco más allá, el Palacio del Marqués de Santa Cruz de Marcenado y el Palacio de las Cuatro Torres muestran su planta señorial.
La otra villa emblemática es Figueras, de gran tradición marinera y antiguo puerto ballenero. Desde su puerto pesquero se observa el Castillo de Trénor, imponente edificio de contundente factura, que sobresale entre las pequeñas casas blancas que lo rodean. Muy cerca, ya en el pueblo de Barres, destacan las Torres de Donlebún, otro pequeño tesoro arquitectónico para visitar.