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viernes 29, marzo 2024

Miguel Ángel Alonso Cachafeiro. Luthier. El hechizo de la gaita

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Hace veinte años que sintió la tentación de hacer una gaita para su hijo que estaba aprendiendo a tocar de la mano de José Ángel Hevia. Hizo la primera, se la enseñó al maestro y le gustó. A los dos años toma la decisión de dedicarse en exclusiva a este arte, instalando su taller en Colunga.


«Compré un pequeño torno y empecé haciendo el punteru y la flauta. Alternaba mi trabajo con esta afición hasta que empecé a venderlas. Soy autodidacta, nadie me enseñó. Todo ha sido fruto de la observación, tomar medidas, preguntar a gaiteros y experimentar. He querido crear un instrumento homologable con las escuelas de música tradicional».
Miguel Ángel Alonso pone especial esmero en todo el proceso de elaboración de la gaita, afinado, acabado y presentación final. Se trata de conseguir un instrumento con un excelente sonido. Aquí todo es importante. «Este instrumento ha evolucionado mucho en estos últimos años, sobre todo en los materiales, los acabados y en la afinación. Si un fabricante de gaitas quiere destacar sobre el resto, ha de mejorar la afinación del punteru para que con menos aire lleve la misma presión. La gaita si no le metes la presión necesaria y está todo bien compenetrado, no se afina. En eso hay que ser muy exigente y eso lleva trabajo. Una buena gaita debe tener unos buenos cimientos».

Gaita de Miguel Ángel Alonso. Luthier
Foto cedida por Miguel Ángel Alonso
Miguel Ángel en este tiempo ha fabricado no solo gaitas asturianas sino también escocesas. ¿Dónde radica la diferencia? «Básicamente son lo mismo: almacén de aire o fuelles, soplete para hincharlo, punteru, payuela y unos tubos sonoros que son los roncones que pueden estar afinados en varias notas o la misma del punteru. Lo que diferencia a la asturiana de la gallega o escocesa es la forma de digitalizar o ejecutar cada nota. Se pueden tapar unos u otros agujeros para conseguir sacar la misma nota, el resto es básicamente lo mismo».
Este artesano ha conseguido hacerse con un nombre propio entre los luthieres asturianos, pero ¿quién continuará con esta tradición? «Allá por 2008 intenté dar unos cursillos que duraban tres años. Los que se apuntasen acabarían sabiendo tanto como yo. Pero empezó la crisis y al final solo se apuntó uno. Hay escuelas para aprender a tocar la gaita pero no conozco ninguna que enseñe a hacerlas».
Desde la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Colunga se organizan visitas guiadas al taller de este luthier para dar la oportunidad de conocer de cerca este reconocido instrumento asturiano de fabricación compleja. «Todos los años por el verano vienen grupos de gente, especialmente niños, a los que les explico todo el proceso de creación de una gaita. Les enseño cómo está montada, sus piezas, pueden coger una en sus manos. Mi taller es pequeño y no cabe mucha gente pero me parece una interesante iniciativa cultural». Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo

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