No es el único San Xuan que se celebra en Asturias, pero el de Mieres es el más tradicional y el de más solera. El que se retransmite en la tele autonómica y reúne a cientos de personas (con permiso del aforo de la plaza del Ayuntamiento) en torno a una hoguera que aúna sin problemas la simbología y el misticismo de raíces celtas con el espectáculo y la celebración de unas fiestas patronales.
San Xuan es una mezcla explosiva. Es el culto pagano del solsticio, la celebración de la noche más corta del año y el pistoletazo de salida para las fiestas de verano en toda Asturias. Es también la revitalización de costumbres tradicionales, cuyas raíces se extienden claramente hacia el Beltane celta, e incluso hasta la Edad de Hierro en determinados ritos. En cualquier caso, la simbología es clara: el fuego que quema lo viejo y el agua que purifica en una noche pensada para que uno se reinvente. Una costumbre presente por todo el país, que aquí se vive con intensidad.
«Las hogueras se hacían con los trastos que había en casa: muebles que ya no valían, madera podre… era una manera de quitar cosas y comenzar todo de nuevo. Y a las personas también nos viene muy bien limpiar todo lo de atrás, al menos una vez al año», opina Ángeles Nespral. Ángeles es la responsable de dos grupos folklóricos, L’Artuxu y Ruxidera, que viven el San Xuan intensamente. «Ambos grupos fueron fundados en su día por Chelo Torres. L’Artuxu nació en Figaredo, y Ruxidera en un colegio de Mieres, por eso contamos también con niños». Aunque el funcionamiento de cada uno es autónomo, la relación es fluida y colaboran en los eventos en los que es necesario aumentar el número de participantes. Es sin duda el caso de estas fiestas.
Lo primero, madrugar
Porque hay que coger los «sanxuaninos», ramas y flores que servirán más tarde para adornar las fuentes. Todo el material se prepara en el local que L’Artuxu usa en Figaredo, donde todas las manos son pocas. «En la preparación colabora el que puede, sobre todo cuando el 23 cae en día laboral, porque suele coincidir con que los niños tienen que ir a recoger las notas, o que los mayores trabajan…», explica Ángeles Nespral.
Por la tarde, la arrozada popular
La noche va a ser intensa, y hay que coger fuerzas. Para ello nada mejor que apuntarse a una de las actividades típicas de estas fiestas: la arrozada popular, organizada por la Hermandad de Festejos San Bartolomé de Baíña.
Este colectivo lleva décadas organizando las fiestas de la localidad mierense de Baíña, y acaba de renovar su junta directiva. «La anterior junta estaba compuesta por gente ya mayor, que plantearon que estaban cansados y querían dejarlo. Incluso se habló de disolver la Hermandad si no había nadie que se hiciera cargo, así que los jóvenes del pueblo (rondamos todos los treinta años) decidimos seguir adelante. Esto fue en febrero de este año, por lo tanto todo esto es nuevo para nosotros», cuenta Sofía Iglesias, la nueva vicepresidenta de la Hermandad.
Después de organizar unas Jornadas gastronómicas del pote en las antiguas escuelas de Baíña y de colaborar en la Folixa na Primavera de Mieres, están dispuestos a darle un impulso a esta tradicional arrozada, recuperando el espíritu vecinal de una comida colectiva. «En los últimos años había gente que venía a por el arroz y se lo llevaba a casa en un túper, y nos gustaría animar a que se queden, si no a comer, a tomar algo».
El año pasado se sirvieron 122 raciones, y este año van a calcular comida para 150 personas. «Y eso que hubo años que se sirvieron casi cuatrocientos. Nosotros este año no queremos apuntar muy alto, pero tampoco hacernos de menos. Somos novatos en esto y no sabemos qué trabajo nos supone. Aún tenemos que concretarlo, pero estamos pensando en hacer tres paellas distintas: de carne, de pescado y vegetariana», explica Iglesias. La hora, en torno a las siete de la tarde, y el precio, como el arroz, popular: seis euros que incluyen comida, pan y postre.
Con este planteamiento, la arrozada está lista para los fogones. Y esta nueva junta directiva ya va planteando su evento más importante del año: las fiestas de San Bartolomé de Baíña, el último fin de semana de agosto.
Enramar las fuentes, preparar la hoguera
También de tarde, todo lo trabajado por los miembros de L’Artuxu comienza a dar sus frutos: toca decorar o enramar las fuentes, tal y como se hacía antes. Primero es la fuente del Vasco y después la de la Plaza del Ayuntamiento. La ceremonia es sencilla y muy vistosa, con los participantes ataviados con los trajes tradicionales y dejando las fuentes llenas de color.
De ahí se vuelve para desfilar en la cargüeñá, que recupera la costumbre de acarrear la leña y los trapos viejos para preparar la hoguera. Es más una escenificación que otra cosa, ya que la fogata está ya lista para arder con todas las medidas de seguridad, pero aún así se trata de un desfile folclórico con música y danzas tradicionales, que preserva la costumbre.
Por fin, el fuego
Primero son los fuegos artificiales, y a las doce de la noche se prende la hoguera. Es el momento de la Danza Prima y de que suene «Ay, un galán d’esta villa». Aquí la responsabilidad recae de nuevo sobre L’Artuxu, y no es poca cosa: «Lo hacemos todos los años, pero aún así estamos antes más de un mes ensayando. Piensa que son casi tres cuartos de hora cantando, así que la voz tiene que estar preparada y no puedes desconcentrarte en ningún momento», explica Ángeles Nespral, que es también una de las solistas. Hay además una dificultad añadida: «todo esto lo hacemos dentro de los salones del Ayuntamiento, así que no vemos lo que pasa fuera, y al no estar bailando con la gente se nos hace más difícil llevar el ritmo. Tradicionalmente se hacía fuera, claro, pero el humo afecta a la garganta y a los ojos, y además hay tanta gente que no se nos oye. Ahora el sonido se saca por megafonía, hay que adaptarse a los tiempos». Alrededor de la hoguera la gente se va turnando para bailar y, cuando termina la canción, los propios componentes de L’Artuxu se acercan para coger turno. «Es muy prestoso, al menos dar un par de vueltas a la hoguera, para luego poder ir a la fiesta, a los chiringuitos o al concierto que empieza en el Parque de Jovellanos».
De madrugada toca ir a «agarrar la flor del agua, que es para lo que se enraman las fuentes. Es una tradición que nos ayuda a deshacernos de la energía mala y nos da buena suerte durante todo el año».
El día de San Xuan
Después de una noche como ésta, no hay que olvidar que encaramos el día del patrón. La tradición manda presentarle nuestros respetos en la Iglesia de San Xuan, y a la salida disfrutar de las danzas asturianas, gracias al grupo Ruxidera, que ha recuperado la costumbre. A pesar del cansancio de la noche anterior, claro. «Estamos baldados -se ríe Ángeles Nespral-. Hay gente que viene de doblete, pasa por casa a ducharse y vestirse y a las doce están bailando como campeones. ¡Ya habrá tiempo de dormir la siesta!»
Mientras Ruxidera ameniza la hora del vermú, falta recoger el bollo que prepara la Hermandad de Festejos San Bartolomé de Baíña y apurar las últimas horas del día de fiesta. La ventaja es que este año el 24 cae en viernes, así que aún queda un fin de semana largo para disfrutar de este San Xuan, y despedirlo como se merece hasta el año que viene.