Juegos imbatibles de perspectivas y áreas de descanso tientan al visitante. El Mirador de Monteagudo y el de La Peñona ofrecen hermosas panorámicas del concejo. ¿Te lo vas a perder?
Asomarnos a cada una de estas atalayas naturales nos hará disfrutar de la comarca del Nalón a vista de pájaro.
En la carretera entre Pravia y Somao encontramos la desviación que nos conduce hasta el Mirador de Monteagudo. Un monte rodeado de un frondoso bosque de pinos desde el que se puede divisar una hermosa panorámica de la desembocadura del Nalón en el mar, así como el curso del río y la ría del Nalón, bordeada de los pueblos ribereños San Juan de la Arena y San Esteban de Pravia. En días despejados la vista llega hasta el Cabo Peñas, punto más septentrional de Asturias. Muchos denominan a este lugar el Balcón del Nalón porque desde aquí se puede llegar a divisar toda la comarca.
Cuenta la leyenda que hasta este mirador subía Rubén Darío y a la vista de los meandros del Nalón en la desembocadura, dedicaba poemas ante sus colegas de correrías en estado de ebriedad.
Junto al mirador está el área recreativa de Monteagudo equipada con parrillas, fuente y un amplio aparcamiento.
Cada una de estas atalayas naturales nos hará disfrutar de la comarca a vista de pájaro. Ambas cuentan con un área recreativa perfectamente equipada.
Dejando atrás el mirador, tomamos a nuestra derecha la AS-224 hasta encontrarnos con Somao. Una vez en el centro del pueblo tomamos la AS-352 para subir al siguiente punto de interés, el Mirador de La Peñona. Llegados a la localidad de Recuevo, tomamos el camino que sale a la derecha y señaliza nuestro destino. Dejamos el coche en el aparcamiento y seguimos a pie por un pequeño camino que nos conducirá hasta el Mirador, uno de los más concurridos de la comarca y también con más encanto. Desde aquí se puede divisar la desembocadura del río y el mar Cantábrico al fondo. Al oeste, la costa de Cudillero y al este, Muros de Nalón, Soto del Barco y con día despejado, incluso Cabo Peñas.
Cuenta con un área recreativa con verdes praderías y numerosos árboles y está equipada con bancos, fuentes y parrillas para disfrutar de una comida campestre, charlas entre amigos, partidas de cartas u otras xuntanzas.
Aquí se mezcla el aroma del mar con el de los pinos, por lo que pasear por este espacio natural y contemplar las maravillosas vistas a las que se tiene acceso desde esta atalaya natural que mira al Cantábrico, se convierte en una experiencia inolvidable.