Ya lo dice Jonathan Hevia, uno de sus fotógrafos más laureados: en Ribadesella todas las épocas del año son buenas para retratar una tierra que siempre se muestra espectacular. Y él hace tiempo que ha sido embrujado por su hermosa combinación de mar, cielo y montañas.
Los atardeceres en la playa de Santa Marina, en los que la luz se despide de la suave arena dejando reflejos dorados en la misma, transmiten la sensación de privilegio que tiene todo aquel que pisa territorio riosellano. La desembocadura del río Sella, que traza un caprichoso recorrido en su marcha, aporta un plus de singularidad al núcleo principal del concejo: la señorial villa de Ribadesella. Y a su paso dibuja rincones únicos como el puerto deportivo o el puerto pesquero, sin olvidar el Paseo de la Grúa, por el que todos los días caminan turistas y vecinos. En sus cercanías, desde una altiva atalaya, la pequeña ermita de La Guía acompaña el transcurrir de los ocasos. Lo ha hecho desde su creación en el siglo XVI, cuando el enclave poseía una fortaleza todavía mayor y se precisaba vigilar la línea de costa del ataque de posibles enemigos.
El paso del tiempo ha obligado a reconstruir el templo pero la fuerza de su posición, en el cerro del monte Corveru, permanece inalterable, al igual que el cariño que profesan los residentes en este concejo por la Virgen que allí habita. La pasión por La Guía se pone de manifiesto cada mes de julio.
Los conciertos de música clásica en la Cuevona de Ardines constituyen una de las citas más esperados del verano.
En palabras del fotógrafo riosellano Jonathan Hevia, «la desembocadura del Sella, la bahía con el puerto, el paseo y la playa constituyen el principal distintivo de este territorio». A pesar de su juventud, Hevia ya cuenta con un importante reconocimiento dentro y fuera de su tierra natal. Este año tuvo cuatro nominaciones a los Goya de Fotografía, consiguiendo finalmente el de la categoría «Tema libre», y obtuvo el premio Quijote de Oro.
El artista de la imagen no se cansa de fotografiar los distintos rincones que ofrece este municipio. Tampoco escatima a la hora de recomendarlos, «las mejores puestas de sol están en la playa de Vega. El propio pueblo ya es una pasada y es uno de los que más hórreos posee. Y si hay tiempo suficiente, están los acantilados de la costa de Ribadesella, que puedes conocerlos paseando o recorriéndolos en bicicleta, el disfrute es impresionante»
Podría parecer que estas son palabras no ecuánimes de un amante de su tierra natal, y bien es verdad que Jonathan se confiesa sin pudor perdidamente enamorado, pero sus imágenes le respaldan ante cualquiera que ose poner en duda tales afirmaciones. Y no hay época del año que lo desmienta. «Para mí todas son buenas para fotografiar Ribadesella. En otoño, en los preciosos días de primavera, en verano, con gente y bullicio, que también está guapísimo, y cuando llega el invierno, entonces seduce con las fotos de grandes marejadas, que al final son las que más se venden». Si sumamos otros sentidos al de la vista, la percepción de este concejo puede todavía ganar muchos puntos. Esto ocurre en lugares como la Cuevona de Ardines, una cueva natural que acoge en el mes de agosto conciertos de música clásica, elevando la audición a un espectáculo de grandes dimensiones. «Una de las cuevas menos conocidas posee una bóveda enorme y está muy bien conservada. No hacen falta grandes montajes, sólo hay que subir unas cuantas escaleras para que el concierto sea alucinante».
La escalera de colores en el barrio de El Portiellu tiene su propio facebook. Las frases optimistas que decoran sus peldaños arrancan las sonrisas y alimentan los sueños de los viandantes.
Es también lo que ofrece el verano en Ribadesella, citas por doquier, interesantes por su contenido festivo o cultural, sucediéndose una tras otra. Algunas, como el Descenso Internacional del Sella copan las portadas de todos los periódicos por el renombre internacional y el brutal seguimiento popular, de tal nivel que llega a colapsar la villa. El fotógrafo sonríe ante esta mención, «me gusta mucho esta fiesta y aunque es verdad que ya estoy para ir decantándome por un tipo de celebraciones más tranquilas como la de San Juan, soy un enamorado de las piraguas. Para mí es la fiesta 100%. Es verdad que ya no es lo que era pero no vale de nada lamentarse, las fiestas de antes tenían sus cosas buenas y sus cosas malas, y las de ahora igual».
A través de los proyectos del fotógrafo riosellano también se conocen un poco más ciertos lugares del concejo, como la escalera que en el barrio de El Portiellu atrae a los visitantes desde que en 2015 se transformó en un rincón lleno de color. «Era bastante desconocida, incluso para algunas personas de Ribadesella, así que pensamos en darle color pintando cada uno de los peldaños e incluyendo frases optimistas. Cualquiera podía escoger un color y una frase». Ahora es habitual encontrarse a turistas y vecinos fotografiándose en alguno de sus peldaños, e incluso cuenta con su propia página de facebook Escaleradecolores donde se suben algunas de estas imágenes.
En el año 1900 se construyó con el nombre de ‘Mammoth’ (Mamut) la que durante muchos años fue la cámara fotográfica más grande del mundo, con más de seiscientos kilos de peso y cuatro metros de largo. El objetivo era fotografiar al tren Alton Limited, la nueva estrella del mundo ferroviario. En su honor, ha nacido en Ribadesella otra nueva Mamut. Esta es la última aventura que emprende el fotógrafo Jonathan Hevia, «es una de mis locuras, cada año me digo que es la última». En este caso, el artista ha transformado una caravana en una gran cámara fotográfica, que al mismo tiempo sirve de lienzo para hacer un homenaje a los autores de la Mamut original y también al pueblo de Ribadesella. «Hemos reproducido un telón como los que llevaban las antiguas cámaras de fotos y en el cual hay varias imágenes, una vista de Ribadesella, Dionisio de la Huerta bajando el Sella, los cavernícolas pintando las cuevas, Tito Bustillo descubriéndolas, los cañones de Guía disparando a los franceses, la antigua grúa que las nuevas generaciones ya no conocen, y muchas otras.»
Gracias al gran apoyo popular que ha encontrado, la Mamut se inaugurará próximamente. «El cariño que recibo de la gente es increíble y se plasmó en este proyecto, tengo a toda Ribadesella volcada conmigo, y se agradece mucho». La idea inicial de Jonathan era mostrar la gran cámara en colegios e institutos y enseñar a los niños y jóvenes los principios básicos de la fotografía, aquellos que no requieren de cables ni tecnología.
«Iba a hacerlo todo a mi ritmo, pero me encontré que la noticia fue por delante del proyecto y ahora todo el mundo está pendiente de la inauguración. Tanto la TPA como TVE están insistiendo para ver cuándo acabamos y poder sacarlo, así que esto está teniendo mucha repercusión».