El segundo municipio más extenso de Asturias guarda en su interior toda suerte de rincones interesantes a descubrir.
En el centro del occidente asturiano Tineo se alza como un concejo de muchas caras y colores. Con 540,30 kilómetros cuadrados y una capital que aglutina todos los servicios básicos, el resto del territorio concentra grandes dosis de paisaje natural y patrimonio etnográfico e histórico. Además de los equipamientos museísticos de mayor renombre como el Museo Vaqueiro en Naraval, el de Arte Sacro en Tineo, el del Oro en Navelgas o el del Bosque en Muñalén y los pueblos ejemplares de Tuña y Navelgas, el concejo ofrece otros muchos lugares donde interesa hacer una parada.
El carbayo de Valentín, en la localidad de dicho nombre, es un claro ejemplo de cómo la naturaleza se convierte en recurso turístico. A los pies de este magnífico ejemplar de 17 metros de altura y un tronco con un diámetro superior a los tres metros, uno no puede evitar maravillarse ante este Monumento Natural de Asturias.
El territorio concentra grandes dosis de paisaje natural y patrimonio etnográfico e histórico.
Sobreviviendo al paso del tiempo se encuentra también el extenso patrimonio de arquitectura popular, que jalona las diferentes aldeas del concejo en forma de casonas asturianas, hórreos y paneras, abundantes estas últimas en el pueblo de Navelgas de Arriba.
El municipio tiene nada menos que 44 parroquias, a su vez compuestas por pequeños núcleos rurales con una gran tradición ganadera. El de San Esteban de Relamiego es un claro ejemplo, a tan solo nueve kilómetros de Tineo esta aldea cuenta con cinco ganaderías activas, y tan solo veinticinco vecinos. La nota diferente en este pequeño núcleo la pone un pequeño museo de autor que ha creado un vecino del concejo bajo el nombre de «Museo De la Cera Infanzón’.
El monasterio de Santa María la Real, en Obona, es otra de las visitas de interés a realizar en este concejo. El templo de origen benedictino empezó su construcción en el siglo XIII y una vez operativo se convirtió en un centro destacado para la ruta jacobea del interior. A poca distancia, en Bárcena, un lugar destacado por su ganadería, se halla otro monasterio cuya fundación se remonta al siglo X y su actual construcción al s.XIII.
Entre medias de cada parada, lo recomendable es pasar a tomar algo en algunos de los bares tienda que todavía perviven en ciertas aldeas, como los dos de Forcayao o el de Sangoñedo que atesora más de cincuenta años de historia. Allí, de mano de los vecinos será posible conocer, no sólo detalles de la tierra que se pisa, si no también empaparse del espíritu de sus gentes.