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lunes 6, mayo 2024

Manuel Monasterio: “La vida puede ser mucho más dura que cualquier carrera”

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El deporte fue su manera de entender la vida hasta que el cuerpo le dio el alto y necesitó un trasplante de riñón. Por ello, tras la operación no renunció a su pasión y Manuel Monasterio comenzó su recuperación con el objetivo de volver a retomar su actividad deportiva.

En el año 2008 empezó a notar que algo iba mal. Médicos, consultas, pruebas y más pruebas hasta llegar al diagnóstico definitivo: una función renal de solo el 10%, los riñones de un niño de cinco años. De ahí los calambres, el agotamiento, la musculatura agarrotada. La solución momentánea se tradujo en hemodiálisis tres veces por semana y entrar en la lista de espera para un trasplante de riñón.

En noviembre de 2009 recibió la llamada que estaba esperando. “Para un trasplante renal llaman a tres personas por si falla alguno. Yo estaba llegando a casa después de salir de mi sesión de hemodiálisis y me llamaron del HUCA. Tienes como máximo tres horas para llegar y, después de varias pruebas que aseguraban la compatibilidad y viabilidad del órgano, me seleccionaron. Al final solo había un riñón porque el otro se estropeó en la extracción y a las seis de la mañana entré en el quirófano para recibir el trasplante”. Reconoce que los primeros seis meses tras la operación fueron lentos y complicados. Se quedó literalmente en los huesos y tuvo que ingresar varias veces en el hospital.

“Una vez que vi que todo estaba bien, fue un no parar. Paso una ITV cada tres meses y siempre me han dado bien todos los resultados”

Manuel Monasterio, deportista trasplantadoJusto un año después se propuso correr el Villa de Gijón para celebrar su primer cumpleaños como trasplantado, el primer paso para iniciar una recuperación en la que se sucedieron numerosas pruebas deportivas. “Una vez que vi que todo estaba bien, fue un no parar. Paso una ITV cada tres meses y siempre me han dado bien todos los resultados. Este año fui liebre en la media maratón de Gijón y eso nunca lo había hecho una persona trasplantada. Fue un orgullo que la organización confiase en mi para hacerlo”.

No hay foto en la que Manuel no salga sonriente. Da igual que sea en la línea de meta que tras haber abandonado una prueba, en cualquiera de ellas transmite alegría y felicidad. Él dice que es porque pase lo que pase en una carrera, nunca será peor de lo que vives con una enfermedad y, sobre todo, porque no se olvida de que está vivo gracias a la generosidad de una familia que le ha regalado una segunda oportunidad.

-¿Cómo se encaja el pasar de ser una persona deportista a tener que entrar en una lista de trasplantes?
-Lo primero que vives es un choque muy fuerte. Después viene ese momento de “yo puedo con todo”, pero pronto te das cuenta de que no es así. Vives muchos momentos de debilidad, incluso de rabia, lo típico de preguntarte “¿por qué a mi si siempre me he cuidado y he hecho deporte?” Con el tiempo llega la fase de aceptación, aunque sé que hay mucha gente que nunca lo llega a hacer. A mí esto me sucedió de la noche a la mañana, pasé de estar constantemente dándole vueltas a la cabeza a tocar fondo y asumir que esta es la vida que me tocó, que tenía que adaptarme a las circunstancias y evolucionar con ellas. El tema de la resiliencia lo llevo a todas las facetas de mi vida diaria.

-¿Qué fue lo que te hizo dar ese giro?
-No sé decir porqué fue. Llegó un momento en el que tuve un enfrentamiento dentro de mí, me negué a seguir viviendo de esa manera. Fue empezar a decirme mentalmente que eso lo tenía que cambiar y aceptar la situación tal y cómo estaba viniendo. Pero no fue por nada especial, fue un debate conmigo mismo.

“Pasé de estar constantemente dándole vueltas a la cabeza a tocar fondo y asumir que esta es la vida que me tocó, que tenía que adaptarme a las circunstancias y evolucionar con ellas”

-¿Eres otra persona diferente a quien eras antes?
-Si, totalmente. Siempre fui una persona que me adelantaba muchísimo al futuro en el sentido de estar preocupado por lo que iba a pasar con las cosas y esto ha cambiado totalmente. Acepto mejor las circunstancias y me adapto a lo que hay. Además, todo tiene otro valor distinto tanto en lo positivo como en lo negativo. Donde la gente ve problemas muy grandes yo no los veo, muchas veces opto por callarme para no parecer prepotente. Lo respeto, pero es lo típico de ahogarse en un vaso de agua y yo ahora ya no me ahogo.

-¿Pararse y asumir la limitación o adaptarse y ajustarse a la realidad?
-Yo creo que va un poco en conjunto. Lo que hay que hacer es asumir que es tu realidad y que por muchas vueltas que le des no vas a cambiar nada, con lo cual es tontería amargarse. Gastar energía en lo que no vas a poder cambiar no te ayuda, vale más que la inviertas en lo que puedes hacer. Cuando estaba en diálisis, ir al supermercado que está a setecientos metros de mi casa, era un reto porque, de ser una persona deportista, pasé a ser prácticamente un anciano. Tenía que ir caminando poco a poco, parar, descansar, me fatigaba. Como estaba mucho tiempo en casa, me enfoqué en aprender cosas de cocina. Hacía recetas nuevas y aunque me costase trabajo, yo iba a comprar los ingredientes. Esa motivación me hacía salir de casa, caminar y focalizar mi energía. No quería estar mirando para amigos que iban a correr o se juntaban para andar en bici. No me torturaba con estas cosas, simplemente hacía otras que estaban a mi alcance.

“Gastar energía en lo que no vas a poder cambiar no te ayuda, vale más que la inviertas en lo que puedes hacer”

-¿Qué importancia tiene el concentrase únicamente en el presente?
-Nunca pensé que me iba a pasar lo que me pasó. Muchas veces la vida te cambia de un segundo para otro, y una cosa es tener un poco de previsión y otra es estar preocupado por algo que no ha llegado. Todo puede variar con lo cual, vale más no pensarlo y vivir el día a día.

-¿Cuál dirías que es el mayor giro que has dado gracias a vivir esto?
-Creo que, sobre todo, dar mucho valor a las cosas pequeñas. Todos tenemos riñones, pero no le damos ningún tipo de importancia. Otra lección importante ha sido el aceptar con mayor rapidez las dificultades. En el año 2018 corrí la Travesera y abandoné en el kilómetro cuarenta y pico. Yo iba caminando ya sin dorsal y me encontré con un chico que es fotógrafo en las carreras. Me hizo una foto en la que salgo sonriendo y me dijo “eres el corredor que ha abandonado más feliz que me he encontrado nunca”. Vivas lo que vivas en cualquier carrera, por muy larga que sea, es un juego comparado con lo que te puede pasar en la vida con una enfermedad. Participar en una carrera lo decides tú, puedes pasarlo mal, pero lo haces por gusto. La vida, cuando se tuerce, puede ser mucho más dura que cualquier carrera.

Manuel Monasterio, deportista trasplantado

-¿Eres de los que valora el camino o el puesto al traspasar la línea de meta?
-Soy competitivo, siempre lo he sido, pero es verdad que no debo meterme en ese círculo por salud. Normalmente, el tipo de entrenamiento que tengo que hacer se basa en cargas mucho más bajas de lo normal para lo que son este tipo de carreras. No debo de machacarme demasiado, con lo cual intento no enfocarme en esa parte y me centro más en competir conmigo mismo, en reducir tiempos, pero no me preocupa llegar en un puesto o en otro. Eso ya lo dejé atrás.

-¿A dónde se puede llegar a base de esfuerzo?
-La mente hace mucho y todos podemos más de lo que creemos. Una vez me dijo un médico que esa fuerza mental a veces es negativa para las personas que tenemos algún tipo de problema, porque hay momentos en los que el cuerpo nos está enviando señales y no hacemos caso. Con lo que no estoy de acuerdo es con eso que se dice mucho ahora de que todos podemos hacerlo todo. No es cierto que todo se pueda lograr. Lo que sí puedes hacer es conseguir una mejor versión de ti mismo, debes esforzarte e intentarlo.

“No estoy de acuerdo con eso que se dice mucho ahora de que todos podemos hacerlo todo. No es cierto que todo se pueda lograr. Lo que sí puedes hacer es conseguir una mejor versión de ti mismo, debes esforzarte e intentarlo”

Manuel Monasterio, deportista trasplantado-¿Vivir una situación así te hace más fuerte?
-Creo que no en todos los casos es así. Las personas que tienen más fuerza mental o que están más motivadas creo que ya vienen con ello de serie y lo mismo con las que se vienen abajo. Cuando tienes una enfermedad, un accidente o un problema grave en tu vida, creo que eso libera un poco más tu personalidad tanto en lo positivo como en lo negativo. En las personas que tenemos esa motivación, activa esa parte y te hace tirar más porque te redescubres, y lo mismo con las personas más negativas.

-¿Sientes que la vida te ha dado una segunda oportunidad?
-Por supuesto que sí. Y solo me queda dar las gracias a los familiares de la persona fallecida que me donó el riñón porque gracias a ellos la tengo. Sé que no es para siempre, porque un trasplante renal tiene una vida media de quince o dieciocho años y seguramente tendré que volver a pasar por el quirófano y por todo el proceso, pero lo haré de manera distinta porque será más paulatino. Mi función renal irá poco a poco decayendo y volveré a entrar otra vez en lista de espera y diálisis. Por lo menos una vez más me va a tocar, supongo que luego los avances de la ciencia harán que todo el proceso cambie un poco.

“Solo me queda dar las gracias a los familiares de la persona fallecida que me donó el riñón porque gracias a ellos tengo una segunda oportunidad”

-¿Te asusta?
-Lo tengo totalmente asumido. Con resiliencia total. El día que me den la noticia no va a ser ningún trauma, será como una parte más de mi vida. Yo tengo compañeros que, cuando van a pasar las revisiones médicas, la noche anterior casi no duermen por el miedo a que les encuentren algo. Yo te juro que estoy como si fuese al médico de cabecera. No pienso en ello y cuando llegue tendré que adaptarme a las circunstancias e ir día a día.

-Cuando te dieron el diagnóstico tus hijos eran pequeños. ¿Cómo decidisteis vivirlo en casa?
-Siempre intentamos llevarlo con humor. Yo tenía la fístula que me habían puesto en el brazo para la hemodiálisis y eso se va engrosando un montón. Tú me ponías la mano ahí y sentías pasar la sangre y si ponías el oído oías su zumbido. Siempre estábamos con la broma de que mi brazo era biónico, como el de un robot. En clase, todos los amigos de mis hijos querían venir a tocarlo. Siempre quisimos que a ellos les pasase lo más desapercibido posible y que fuera algo muy natural, que en ningún momento lo vieran con pena o lástima. Desde el principio les contamos lo que había de manera que nada les pudiera asustar, sino todo lo contrario.

“Siempre quisimos que a mis hijos les pasase lo más desapercibido posible y que fuera algo muy natural, que en ningún momento lo vieran con pena o lástima”

-¿Cuál es el valor más importante que quieres que ellos vean en ti?
-La cultura del esfuerzo, también el tema de adaptarse a las circunstancias y pelear por lo que quieres. No venirse abajo nunca por muy duras que vengan las situaciones y adaptarse siempre a mejorar dentro de lo que estás viviendo.

-¿El deporte es una de las mejores medicinas que existen?
-En nuestra asociación tenemos una camiseta que dice que el deporte es una medicina más y también decimos lo de la “receta deportiva”. Ya no te hablo del nivel de deporte que hago yo, en muchas charlas animo a la gente a que caminen, bailen, naden… lo que les guste. Esto es básico a nivel físico y mucho más a nivel mental. A raíz de la enfermedad, tenía principio de osteoporosis y gracias al ejercicio de fuerza, impacto y demás, lo recuperé totalmente y en un tiempo bastante rápido, hasta los médicos quedaron sorprendidos.
Normalmente estas situaciones tienen dos formas de corregirse: o te pones a hacer actividad física o te atiborras a pastillas. Desde mi punto de vista es muchísimo mejor ponerse en movimiento porque además también tienes beneficios a nivel psicológico. A mí me pasa mucho sobre todo cuando hago algún tipo de actividad técnica que me exige estar concentrado al 100%. Eso me libera de otras cosas que pasan a mi alrededor. El verte más fuerte y saber que puedes hacer cosas, te hace sentir mejor.

Manuel Monasterio, deportista trasplantado

-¿Te consideras una persona positiva?
-Podría decirte que casi soy más realista que positivo. Negativo no soy nada, positivo lo soy, pero tampoco muy exagerado. Lo soy más para animar a la gente que tengo a mi alrededor. Mucha gente lo confunde con el pesimismo, pero yo nunca veo el vaso medio vacío. Tampoco me vengo arriba y pienso que todo va a ir genial y no me va a pasar nada. Soy positivo en tirar para adelante y de ver siempre en esa dirección, pero realista en el sentido de estar centrado en las circunstancias que tengo, analizando la situación.

-¿Qué importancia tiene la donación?
-Es vital para todas las personas. La línea por la que caminamos es muy fina y cualquiera de nosotros, en cualquier momento, puede necesitarlo. La mayor parte de la gente que conozco y que se ha visto en una situación como la mía no se lo esperaba; si no fuera por ese trasplante, yo no estaría aquí.
Una cosa que debemos tener en cuenta es que en España no hay registro de donantes. Aunque tú lo seas, es la familia la que decide si dona los órganos de la persona fallecida cuando llega el momento. Hace muchos años sí lo había, pero para demostrar que estabas en él, si tu familia no estaba de acuerdo, tenía que venir un juez, levantar acta de que eras donante y entonces se actuaba. Pero en estos casos, el tiempo es oro y no vale esperar horas a que se hagan todos los trámites. Por eso es importante que nuestro entorno lo tenga igual de claro que nosotros.

“España es uno de los países con mayor índice de donaciones y trasplantes a nivel mundial, pero falta todavía mucha concienciación”

-Tal vez ayudaría normalizar que se hable sobre estos temas.
-Debería ser algo que se hable en los institutos y colegios cuando los chavales empiezan a ser un poco mayores. Hace unos años estuve en un instituto de Langreo dando una charla y los alumnos crearon equipos y elaboraron distintos trabajos para fomentar la donación. Hicieron encuestas y sorprendía mucho el desconocimiento general que hay entorno a la donación y cómo funciona. Hoy en día, todos los anuncios que puede haber en la televisión, a ellos no les llegan porque están mucho más metidos en el mundo de YouTube y redes sociales, aunque es cierto que, una vez que conocen el tema, se implican mucho. España es uno de los países con mayor índice de donaciones y trasplantes a nivel mundial, pero falta todavía mucha concienciación.
Me ha pasado con gente con la que creía que tenía confianza que sacaba el tema y me decían que no querían hablarlo porque les daba mal rollo. Más vale hablarlo ahora que estamos todos bien y juntos porque ¿qué pasa si un día tienes un accidente y no vuelves? En este sentido, somos peores los adultos que los pequeños, vemos más problemas que ellos. Yo lo he hablado con mis hijos, sé que lo estuvieron hablando en la clase de ciencia cuando estudiaron los órganos y tanto ellos como los compañeros lo veían como algo muy normal y natural.

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