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martes 19, marzo 2024

El maratón en nuestro Valle (I)

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Allá por el año 1988, en un viaje de vuelta desde la fiesta socialista de Tarna hasta Langreo, alguien se dio cuenta que la distancia entre Soto de Caso y Sama era aproximadamente de 42 km, metro arriba metro abajo; y como se acababa de fundar el club Kilómetro Cero, ese alguien propuso a la junta directiva que organizásemos un maratón en nuestro Valle; ya no hizo falta empujar mucho, así de entusiastas éramos por aquel entonces y, a poco de insistir, ya estábamos midiendo y contando.

Multitud de anécdotas y sinsabores, de momentos gratos y más gratos, de amistades y derrotas, de entrenamientos y lesiones, jalonan la historia de esta carrera que, sin éxito, se intentó reconstruir varias veces con los años, pero como el tiempo no pasa en balde y hay muchas más carreras de este tipo, ahora mismo parece imposible o demasiado caro.

Comenzó a tener fama en toda España cuando en el año 92, en su cuarta edición, Rocío Ríos, César Sánchez y el ruso Andrey Ustanin, hicieron historia y más que historia: Rocío batía en más de tres minutos el récord de Ana I. Alonso y entonces aquello sonó como un trueno en cielo azul, se batía el récord de España de la especialidad y el diario Marca se hizo eco llamando a la organización poco menos que tramposa por la diferencia de altitudes entre salida y meta, como si nosotros hubiéramos puesto las montañas y la carretera.

Andrey Ustanin, ruso y Rocío Rios, asturiana, ganadores del Maratón Valle del Nalón en el año 1992
Andrey Ustanin, ruso y Rocío Rios, asturiana. Año 1992

El caso es que la publicidad en toda España fue enorme e hizo crecer al siguiente año la cifra de inscritos, ya que en el 92 llegaron a meta 191 atletas.
La primera decisión la tomó la Federación Española que nos instó a rebajar las diferencias de altitud entre salida y meta, de ahí que al año siguiente se tomara por primera vez la salida delante del Ayuntamiento de Caso, unos 5 km después, lo que nos obligaba a ciertas modificaciones del trazado, pero que no fue obstáculo alguno para que la palentina Ana Isabel Alonso, la anterior récord de maratón, viniera a tratar de arrebatárselo a Rocío y a poco sí lo consigue, un segundo, en un día infernal que tiene como anécdota aquella en que un policía ha de atarle los cordones de las zapatillas a la palentina, cuando en la cuesta del pantano de Tanes se le desató uno y hacía tanto frío y lluvia que la pobre chica era incapaz de atárselo ella misma. Era el domingo 7 de noviembre de 1993.

Empezaba a tener fama de prueba rápida y a figurar entre los maratones peninsulares como bonito y bien organizado, todo un logro para unos cuantos amigos que se reunían unos días antes y decidían dónde, cómo y cuándo, porqué y los demás entresijos de la carrera, si no tenemos en cuenta esa labor opaca durante 12 meses, la que no se ve, de un par de personas que se dedicaban en cuerpo y alma a la misma. Bonitos y añorados tiempos en que los cuchillos sólo se sacaban en las excursiones del club para cortar las tortillas.

De aquel viejo sueño, hay una placa de hierro en el puente de Soto para recordarlo a los transeúntes, tosca, fabricada con soldadura en el taller de Samuño por dos personas de la Juécara: José Ruiz se merece un recuerdo.

Fue Paco Cuadrado, cargado de ilusión, el que trajo unos cuantos corredores incansables, de los que eran capaces de correr 42 kilómetros alrededor de una farola frente a un banco del Paseo Pereda de la capital cántabra.

Deseosos de entrar en contacto con alguien que supiera más que nosotros en aquello de organizar maratones, nos ponemos en contacto con los santanderinos que tenían el suyo, con Paco Cuadrado que por aquel entonces estaba al frente de la gente de Peña de Fondo, club que asistió casi en pleno a nuestro primer maratón, invitados todos a cenar -con mucha voluntad y mejores embutidos y tortillas de los dueños- en una improvisada gran mesa en una cochera de Blimea.

Fueron los santanderinos quienes nos pusieron en contacto con el presidente de la Asociación Española de Maratones, Mauricio Blanco, a la postre un enorme amigo en todos los aspectos. Digo que fue Paco Cuadrado, cargado de ilusión, el que trajo unos cuantos corredores incansables, de los que eran capaces de correr 42 kilómetros alrededor de una farola frente a un banco del Paseo Pereda de la capital cántabra. De los que se iban corriendo desde Santander a Burgos o de los que llevaban más de 20 maratones a las espaldas o varias carreras de esas de 100 km de una tacada, como Amparo Quevedo. Buena gente además de locos del asfalto.

En nuestro afán de ayudar a los 119 primeros corredores del Maratón, dispusimos de dos autocares para intentar transportar a todos los que quisieran desplazarse hasta la salida sin llevar su coche. La carrera debía comenzar puntualmente a las 9 de la mañana del primer domingo de noviembre y por tanto los vehículos deberían salir de Sama antes de las 7 y cuarto. Todo viento del oeste, lluvia, y noche que hacía batir el agua contra la luna trasera de los autos y doblarse los árboles que adornan la carretera. Parecía que se habían abierto los cielos y un diluvio amenazaba la carrera. Esta carrera siempre estuvo marcada por la lluvia, hasta su última edición.
Llegada a Soto de Caso y agua nieve, unos cuatro grados de temperatura y un viento gélido que asustaba hasta los lugareños que, asomándose por detrás de los cristales de la cocina, mostraban su escepticismo hacia aquella pandilla de locos en pantalón corto que buscaban esquinas para evacuar los “nervios” de la manera que podían.

Teresa Nieto y Jorge Galán

El resto… una carrera más. Cuarenta y dos kilómetros engañosos, que a priori parecían fáciles por ser cuesta abajo. ¡Ya, ya! , los continuos toboganes que los corredores llamamos “rompepiernas” jalonan el recorrido; varias cuestas impresionantes entre las que destaca la del pantano, un kilómetro cuesta abajo en el que uno debe correr frenando –excepto Jesús Alonso– para no deslomarse, luego un llano interminable al llegar al Condado, hacían ponerse pétreos los músculos de las piernas hasta que cuando uno llegaba al Serrallo… se hacía imposible avanzar, la visita del “señor del mazo” y la carretera que nos coloca en nuestro sitio. Y al fin llegada a Sama, al Parque Dorado donde entran vencedores dos asturianos: María Teresa Nieto (3 horas 32 min. 27 segundos), esposa de Paulino Gª Vélez a la sazón presidente de la Federación. Continúa en el atletismo al frente de uno de los grandes clubes asturianos: La Santina. Y en hombres el avilesino Jorge Galán (2 horas 31 min. y 59 segundos).

La siguiente, otro poco de historia de esta carrera que, claro que sí, tiene alma propia.

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