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martes 19, marzo 2024

Tante Argüelles: “Siempre hay un sacrificio detrás de todas las cosas”

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El último reto del ultrafondista asturiano Tante Argüelles ha sido hacer la Ruta de la Plata entre Sevilla y Gijón en 36 horas y 20 minutos, homologando así esta distancia en un límite de tiempo. La idea inicial era hacerlo en 37 horas.

Es fuerza de voluntad en estado puro. Desde hace unos cuantos años, bici y kilómetros son sinónimos en su vida. No presume de retos conseguidos, pero sí de los amigos que han estado y están a su lado en cada uno de ellos. Esos mismos que, cuando sufrió una depresión, le ayudaron animándole a que pusiera tierra de por medio y se fuera una temporada a Fuerteventura, hasta que se recuperó y decidió que era momento de volver. Estando allí echaba de menos Asturias. Pero estando aquí no echa de menos Fuerteventura. Para él, esto que parece tan sencillo, lo dice todo.

-¿Cómo se convierte uno en ultrafondista?
-El ultrafondo empezó a coger auge a nivel nacional y yo fui uno de los pioneros en España en el sentido de que se conociese y saliese en los medios de comunicación. Al principio me llamaban loco porque era algo que no se conocía, pero ahora ya se ve como algo normal. Competí hasta los veinte años en ciclismo; en cadetes, juveniles y categoría amateur. Lo dejé durante un tiempo, aunque, de una u otra forma, siempre seguí vinculado al ciclismo. Hice amistad con Santi Pérez, Mario de Sárraga y Marco Rodríguez que fueron los que me volvieron a meter otra vez en el mundillo. Llegué a pesar 93 kilos y Mario de Sárraga me regaló una bicicleta de carretera y empecé a entrenar con ella. Después, con unos amigos, hice el Camino de Santiago en bici de montaña desde Roncesvalles. Empecé a adelgazar y en seis meses estaba en 65 kilos. Seguí con la bici, comencé a entrenar con ellos y en marzo del año siguiente corrí en la categoría masters, pero no me motivó mucho porque la gente se lo toma como si fueran ciclistas profesionales. Empecé a hacer marchas cicloturistas, iba a la Perico todos los años y lo de hacer ultrafondo surgió en el 2010 a través una apuesta. Me dijeron si sería capaz de ir de Oviedo a Santiago en bicicleta en 12 horas, y fui. En 2011 surgió la posibilidad de ir y volver de San Esteban de Pravia a Santiago en un día. Recorrí 653 kilómetros en 24 horas 45 minutos. Santi vio que se me daba bien el ultrafondo y que aguantaba bien el sueño así que en el año 2012 me planteó hacer algo que nadie había hecho en España: cruzar la Península de Tarifa a Asturias. Tardé 60 horas en hacerlo y eso que tenía poca experiencia porque los retos que había asumido no se parecían en nada a este. Salió bien y poco a poco me fui enredando.

“Santi Pérez me da mucha seguridad porque él fue deportista de élite con lo cual, además de ser mi mejor amigo, sabe cómo animarme si se pone a mi lado”

-Te fuiste enredando y no has parado de asumir retos…
-Este año decidí volver a hacer la Ruta de la Plata, pero marcándome un tiempo. Nadie lo había hecho así y quise hacerlo en un máximo de 37 horas. Lo hicimos en 36 horas y 20 minutos. Lo podíamos haber bajado más, pero tuvimos un par de percances: uno con la Policía Local de Zamora y otro en Benavente, que perdimos tiempo porque había obras. También por el camino, cocí por las partes íntimas y tuve que parar cinco veces a curarme.

Tante Argüelles en el reto de Fuerteventura 2800 km en 8 días. 8 vueltas a Fuerteventura
Reto de Fuerteventura 2800 km en 8 días. 8 vueltas a Fuerteventura / Foto cedida por Tante Argüelles

En Fuerteventura hice otro reto que fue dar ocho vueltas seguidas a la isla. Fueron 2.800 kilómetros, el récord de kilómetros en una isla, y treinta y dos mil metros de desnivel.

En 2018 hice el Camino de Santiago uniendo el Lebaniego con el Primitivo. No eran muchos kilómetros, pero sí mucho desnivel. El reto era hacerlo en menos de 24 horas y lo hice en 23 horas 48 minutos.

El año pasado iba a participar en el campeonato de España de ultrafondo en Cheste, Valencia, pero tuve dos neumonías y no me encontraba físicamente bien como para ir a disputarlo, aunque después vimos que hubiese tenido opciones de haberlo ganado en mi categoría.

Fui al campeonato de Europa de ultrafondo de bici de montaña, con esta bici tengo poca experiencia y sufrí una caída. No fue grave, pero todavía ando con secuelas en un hombro. Iba primero en la categoría, tenía una brecha bastante profunda en el codo así que me obligaron a parar, tuve que ir al hospital y como no me terminaban de coser, decidí marcharme. Me pusieron unas tiras de aproximación para poder incorporarme otra vez a la carrera y llegué séptimo. Lo que más me fastidia es que iba muy bien preparado, pero qué le voy a hacer…

-En cada uno de estos retos, ¿qué importancia tiene el equipo que te acompaña?
-Cuando hago los retos suele venir Santi Pérez junto con el equipo habitual. Este año vino también mi mujer, mi hija y dos amigos. Santi me da mucha seguridad porque él fue deportista de élite con lo cual, además de ser mi mejor amigo, si se pone a mi lado para animarme conoce cómo hacerlo. Me habla cuando me tiene que hablar y sabe cuándo tiene que estar callado, porque en tantas horas llega un momento en el que te metes en tu mundo y cualquier cosa externa te molesta. Normalmente entreno solo, así que yo hablo muy poco con la gente cuando voy en bici. Este año hice entrenamientos de quince o dieciséis horas y muchas veces por zonas en las que no hay nadie ni te cruzas con ningún coche. Así también vas trabajando la cabeza porque vives momentos fastidiados y sabes que los tienes que superar tú solo.

Tante Argüelles en el reto de este año Sevilla-Gijon Ruta Vía de la Plata. 36h 20min
Reto de este año Sevilla-Gijon Ruta Vía de la Plata. 36h 20min / Foto cedida por Tante Argüelles

-¿Cómo gestionas el éxito y el fracaso?
-Este año hice dos entrenamientos muy largos en Asturias y los pillé con ola de calor. En uno de ellos me cocí las partes íntimas y llegó un momento en Arriondas en el que no iba bien y me tuve que meter en el río porque además me había subido la temperatura corporal. Ese entrenamiento no lo pude terminar y no pasó absolutamente nada. Muchas veces la gente me pregunta: ¿qué pasa si no lo consigues? Pues no lo sé porque siempre voy convencido de que lo voy a conseguir. Cuando llegue ese momento ya veré cómo actúo. Salgo mentalizado de conseguirlo, primero, porque me encuentro bien físicamente y segundo, porque mí entrenador me lo dice. Él no te puede engañar y tú a ti mismo tampoco, tienes que ser realista respecto a cómo vas.

Antes tenía más presión con el tema de los medios de comunicación porque me llaman de todos los sitios. Como no estaba acostumbrado, suponía un pressing, pero ahora ya me es indiferente. Son casi diez años de experiencia y sé que, si lo consigo va a ser estupendo, pero que si no lo hago tampoco pasa nada. Este año me encontraba muy tranquilo porque estaba muy seguro de mi estado físico y que los problemas que podían llegar los podía solventar. Santi siempre me dice que no me ciegue al principio, que sea muy constante, así que en este último reto llevaba una media de veintiséis kilómetros y esto fue lo que me hizo mantener una renta para poder curarme cuando tuve la crisis. En el reto anterior venía mi mujer conmigo y cuando quedaban cuarenta y cinco kilómetros me decía que ya lo teníamos conseguido. Yo pensaba que ciertamente no eran nada, pero que como me diera un bajón en ese momento podían convertirse en una eternidad.

“Enfrentarte y superar ciertas cosas, te hace más fuerte, pero, ante todo, que creas en tí es vital”

-¿La capacidad de sufrir se entrena?
-Entrenar solo te hace conocerte a ti mismo mucho más. Un entrenamiento de cuatrocientos kilómetros es casi como un reto con lo cual, tanto a nivel físico, como mental, lo que haces es prepararte para todo. Sabes que te tienes que levantar a las cinco de la mañana, desayunar y que hasta las diez de la noche no vas a volver. Ahí vas tú contra ti mismo. No hay más. Si voy solo tengo que buscar fuentes, sitios donde avituallarme para tantas horas… con lo cual tengo que aprender a gestionarme y buscarme la vida. Autosuficiencia. Este año sabíamos que el calor me iba a pasar factura. Me dio el bajón nada más pasar León, paramos a la salida de la ciudad y les dije que me iba a tumbar unos veinte minutos en una marquesina de autobús. Me relajé un rato, pero sabía que tenía que seguir, volver a la bici y mentalizarme de que eso iba a ser transitorio. Así fui poco a poco hasta llegar a Pajares que es donde sabes que más o menos la cosa ya la puedes dar por hecha. Ahí, si vas bien, tienes que abrir gas, pero siempre controlando porque los reflejos no son los mismos después de tantas horas encima de la bicicleta. Pero ya estás en casa, en tu tierra y esto ya anima mucho.

Cuando hice el reto en Fuerteventura, decidí hacerlo en octubre porque normalmente en ese mes no soplan los alisios y hay una temperatura ideal. Pero resulta que cuando hice el reto pillé la mayor ola de calor de los últimos años. El día que comencé llegué a tener hasta cuarenta y un grados y esto me mermó. Estaba con gente de allí porque mi equipo no llegaba hasta cuatro días después y no es lo mismo porque parte de mi gente son deportistas de élite que saben de qué va el tema y me ayudan de otra manera. También te dan otra seguridad y tranquilidad. Este fue muy duro porque sufrí muchísimo por el calor. Pero todo esto te fortalece.

-¿Puedes porque crees que puedes?
-Cuentas con que vas a tener problemas y que los tienes que solventar sobre la marcha, pero yo no me pongo retos imposibles. Normalmente en los entrenamientos que tengo con Santi intento ser consciente de cómo estoy y cómo me encuentro. Este año iba muy bien físicamente y estaba convencido en un 90% de que lo iba a conseguir, pero a lo largo de esas treinta y cinco horas hay cosas que no puedes controlar. Físicamente sé que voy bien y mentalmente también porque entreno muchas horas solo con lo cual estoy acostumbrado. Pero siempre hay algo que se te escapa.

Tante Argüelles, ultrafondista
Foto cedida por Tante Argüelles

-Vivimos en una sociedad en la que se vende lo fácil constantemente: adelgazar en una semana, aprender inglés en un mes… Viendo el nivel de tus retos, ¿consigues algo buscando lo fácil constantemente?
-Siempre digo que imposible no hay casi nada. No todo se puede hacer porque evidentemente yo no puedo subir a la luna, aunque quiera, pero lo que uno se propone a nivel personal puede llegar a conseguirlo a base de esfuerzo. Por supuesto que es difícil, pero siempre hay un sacrificio detrás de todas las cosas. Nunca lo podría llegar a conseguir si no tengo unos meses de preparación con un entrenamiento, una alimentación y también unos fracasos durante esos entrenos porque es importante que haya días malos puesto que de esos momentos casi aprendo más que de los buenos. Cuando toca uno bueno, no tengo nada que reflexionar sobre ello. Pero cuando tengo los malos es cuando toca sacar conclusiones y ver por qué se falló. Ahí es dónde vas limando cosas. Si todo fuese fácil, cuando llegaran los momentos duros a lo largo del reto, no sabría cómo afrontarlos. Tienes que conocer cuáles son tus límites y después tienes que ir estudiando cuándo puedes forzar un poco más para aumentar tu capacidad.

-¿Cuál ha sido el reto que más te ha enseñado?
-De uno de los retos que más aprendí fue cuando crucé la península. Independientemente de la presión social y de los medios de comunicación, el 99,9% de la gente me decía que no lo iba a conseguir, solo lo creíamos Santi Pérez y yo. Él, de aquella, competía y también me entrenaba. Cuando yo hacía entrenamientos muy largos, me acompañaba en los últimos kilómetros, con lo cual sabía cómo estaba realmente. Siempre me decía que iba a depender mucho de mí porque físicamente estaba muy bien.

“Con el tema de los retos no hablo en primera persona porque considero que nunca estoy solo. Mi equipo es parte de lo que hago”

Como anécdota te puedo contar que, cuando hice ese reto, bajó a Sevilla un equipo de la TPA, la gente de mi equipo y dos coachs que decidieron hacer la sesión de coaching deportivo más larga del mundo. El día que llegaron salieron de fiesta por Arcos de la Frontera y, cuando ya estaban todos un poco alegres, llegaron a la conclusión de que no lo iba a conseguir. De hecho, ya estaban preparados para trabajar conmigo cuando me bajara de la bici. Marco Rodríguez me acompañó en bici desde Zamora hasta Asturias. Decidí dar un rodeo por El Berrón para saludar a mi madre que es de allí y en ese punto del camino, Marco, me dijo que hasta ahí había llegado, que no podía más. Le dije que de eso nada, que a mí me daba igual hacerlo en sesenta que en sesenta y cinco horas y que ya que había llegado hasta ahí, para mí era un orgullo que entrara conmigo en San Esteban. Cuando estábamos subiendo el Alto del Praviano vi que está llorando, le pregunté qué le pasaba y me dijo: “yo tenía que venir animándote y el que me viene animando eres tú a mí”. Siempre les digo lo mismo, que no se pueden olvidar de que, si no fuese por todos ellos yo no lo conseguiría. Así que todos somos un equipo. Con el tema de los retos no hablo en primera persona porque considero que nunca estoy solo. Ellos son parte de lo que hago. Además, le recordé que periodísticamente esa experiencia le iba venir muy bien porque tal y como él se sentía en ese momento, era como me sentía yo cuando llego de hacer entrenos de cuatrocientos kilómetros. No podía tener una experiencia mejor para después poder plasmar lo que significó el reto, nadie mejor que él, así que lo mejor era que lo aprovechase al máximo.

Tante Argüelles, ultrafondista
Foto cedida por Tante Argüelles

-¿Momento más duro?
-Pasé Sevilla con cuarenta grados y me dio un golpe de calor. Vomité, vi que la cosa se complicaba y solamente llevaba 250 kilómetros. Decidí parar a ver si el cuerpo se asentaba; volví a montar en la bici, pero no tiraba, con lo cual volvimos a detenernos en un pueblo y llamé a Santi. Él me dijo: “tienes dos opciones. O te bajas y lo dejas, que no pasaría nada, o recuperas encima de la bici. Mentalízate de que por la mañana vas a estar mejor, pero es una decisión tuya”. Les dije al equipo que me dejaran solo, me quedé un rato pensando en el coche y decidí seguir. Pedimos que me hicieran arroz blanco en un restaurante y esa noche lo fui tomando a puñaditos con Aquarius. El cuerpo se me fue asentando y, aunque por la mañana me costó muchísimo, el cuerpo se ajustó y ya fui como una moto. Cuando más tiempo paro, menos opciones tengo de hacerlo porque es una contrarreloj. Yo no sé si las dos horas que puedo parar a dormir después me van a hacer falta porque tenga un bajón físico. Con lo cual, aunque vaya con margen, intento parar lo menos posible.

-¿Qué fue lo que marcó tu regreso a Asturias?
-Me fui a Fuerteventura para tener un cambio de aires porque tuve una depresión muy fuerte que logré superar gracias a los amigos que tengo, que reconozco que son muy grandes. Hablando con Santi me planteó la posibilidad de irme a la isla porque allí conocía a gente y el tiempo era muy bueno para poder salir en bicicleta. En 2014 me marché, comencé a entrenar y en 2015 intenté batir el récord del mundo en 1000 kilómetros, ese mismo año volví con publicidad de Fuerteventura para hacer la vuelta a Asturias sin escalas en 39 horas. Allí me abrí camino muy bien, la gente me quiere y el Cabildo me apoyó mucho. Cuando terminé el reto en octubre yo ya quería volver, pero Santi me convenció para que me quedase allí hasta febrero. Cuando llegó el momento yo tenía muy claro que mi sitio estaba en Asturias y me vine porque aquí es donde tengo los amigos, porque Santi es como un hermano, con Marco me llevo muy bien, mi madre también vive en El Berrón… por todo. Llegó un momento en el que me di cuenta de que el ciclo allí se había terminado y volví. Mantengo muy buena relación con la gente de Fuerteventura, hablo casi todos los días con ellos, el presidente del Cabildo vino Asturias y me visitó, pero no lo echo de menos.

“Sé que tengo cuarenta y nueve años, pero físicamente me veo bien, hago lo mismo que cuando tenía menos años y me sigo sorprendiendo a mí mismo. No me preocupa tener la edad que tengo”

-La edad ¿está en la mente o en el cuerpo?
-Salgo en bicicleta con chavales de dieciocho y los tumbo. Sé que tengo cuarenta y nueve años, pero físicamente me veo bien, hago lo mismo que cuando tenía menos años y me sigo sorprendiendo a mí mismo. No me preocupa tener la edad que tengo. También la forma de vida ha cambiado mucho y cuando mi padre tenía mis años, parecía un viejo. Cuando yo competía con dieciocho, ver a un tío de cincuenta en bici era muy extraño y ahora es lo más habitual. La sociedad y el ser humano cambió mucho, fíjate que Ronaldo o Messi tienen treinta y pico años y siguen en activo, Valverde tiene cuarenta y uno y sigue ganándolo todo. Ahora morimos más tarde con lo cual la juventud se alarga más, comemos mucho mejor, dormimos en mejores camas, las casas tienen calefacción… Todo esto influye mucho en la calidad de vida.

-A la hora de asumir los retos ¿en qué espejo te miras?
-En ninguno. No tengo un referente porque todo lo que hago son cosas que me propongo yo, con lo cual dependo de mí mismo. Empecé en esto sin conocer a nadie y tuve la inmensa suerte de tener amigos que están en medios de comunicación que lo valoraron y que le dieron una visibilidad. Gracias a mí y a esta difusión el ultrafondo es conocido en Asturias. Tuve esa suerte, pero yo no miro para nadie. A nivel ciclismo de competición para mi Santi o Perico Delgado son dos referentes, pero es otro ciclismo distinto. Me encantaba lo agresivo que era Perico o lo valiente que era Santi en carrera porque en todas las categorías en las que estuvo, arrasó. Tengo mucha amistad con Yolanda Fuentes que fue su médica y vive en Fuerteventura. Ella me decía que Santi tenía 28 pulsaciones por minuto en reposo y aunque hubo muchos rollos con él, podía haber sido un crack porque su corazón era impresionante y que además era muy listo en carrera.

-De todo lo que tienes en tu vida, ¿qué es para ti lo más valioso?
-Cuando hice el reto de cruzar la Península, muchos de los del equipo no se conocían y a partir de ahí se estableció un vínculo entre todos y ahora mismo hay una amistad muy grande, de hecho, han creado un grupo de WhatsApp que se llama Tanteadas. Me quedo con la amistad sana de la gente que me rodea, con lo que disfrutan y lo que veo cuando se abrazan después de un reto. Ellos también se sienten partícipes de lo que hago porque realmente lo son. Me quedo con los valores humanos de lo que hago porque sirven para hacer amistades. No estoy de acuerdo con eso que dice la gente de que los amigos van y vienen. Yo en los malos momentos tuve a los amigos y en los mejores también. Cuando estuve fastidiado en Fuerteventura, en pleno mes de agosto, Santi se cogió un avión para verme y esto sé que no lo hace cualquiera. Cuando regresé a Asturias avisé a muy poca gente, estaba nevando y al día siguiente había partido del Oviedo-Sporting, pero entre todos me organizaron una cena sorpresa a la que acudieron cuarenta personas. Me doy cuenta de que la gente me aprecia y siempre que necesité a alguien, lo tuve. También es cierto que cuando me necesitan a mí, ahí me tienen. En esto no hay la menor duda. Siempre digo que me siento orgulloso de los amigos que tengo, son como si fueran parte de mi familia.

“Siempre digo que me siento orgulloso de los amigos que tengo, son como si fueran parte de mi familia”

-¿Qué o quién marca lo imposible?
-Tú mismo. Tienes que ser realista, pero nadie te lo puede decir. Si a mí me dicen hacen veinte años que iba a cruzar la península en bici cuando pesaba 93 kilos no lo hubiera creído. Depende mucho de cada uno y de confiar en ti mismo. En mi caso, cuando empecé a andar en bici, a adelgazar, a ver que mejoraba, fui creyendo cada vez más en mí y a darme cuenta de que era posible. Creo que tiene que haber ciertas cosas en la vida de cada uno, en mi caso fue la bicicleta, que te hagan valorarte. Muchas veces no lo haces, pero enfrentarte y superarlas, te hace más fuerte, pero, ante todo, que creas en ti es vital. Siempre hay que mirar lo positivo, sabes que vas a tener problemas, pero cuando lleguen tienes que confiar en que los solventarás y continuarás. Hay que ser positivo y realista contigo mismo porque lo peor que puedes hacer es engañarte. Mentir a los demás está mal, pero mentirte a ti es mucho peor porque entonces vives en un mundo de fantasía. Yo te hablo de mi experiencia, no puedo hablar por los demás. Dar consejos es muy fácil, pero hay que llevarlo a la práctica que es lo que cuesta. Puedo contarte cómo me duelen las piernas después de cuatrocientos kilómetros, pero tú nunca vas a llegar a saberlo de verdad porque no lo has vivido.

-¿Qué tienes en mente para el próximo reto?
-Como todos los años termino tan jodido siempre digo que es lo último que hago, pero al final tienes a Marco, Santi y a otros muchos que empiezan a preguntarte qué vas a hacer y, como ellos forman parte de mi vida y de mis retos, me animan. También es cierto que ahora me estoy empezando a plantear que los que haga sean los últimos porque ya no los disfruto de igual manera. No me recupero de la misma forma y mentalmente es cansino porque cuando empiezas todo es una novedad, pero ahora ya sé cómo me queda el cuerpo cuando llego de entrenar cuatrocientos kilómetros y me da más pereza. En 2021 no sé si haré algo en relación con el Camino de Santiago porque es Año Jacobeo y también me gustaría hacer el Campeonato de España de Ultrafondo, si es que al final lo hacen, y quedar campeón de España porque esto ya es una ilusión mía. A Estefanía, mi hija, le están gustando este tipo de aventuras y estamos estudiando que ella haga las 12 horas del Campeonato de España de Ultrafondo y yo las 24. Es una forma distinta de hacerlo porque para mí la bicicleta es vida y sin ella no podría estar. Hacer los retos conlleva un sacrificio muy grande en cuestión de logística, patrocinadores, hacer un proyecto, mover a policías locales para gestionar con ellos todo lo necesario… Estoy acostumbrado y todo esto me gusta, pero ya necesito otra tranquilidad. A nivel personal casi conseguí todos los retos que me propuse y uno tampoco puede ser egoísta porque la familia te está dedicando parte de su tiempo a ti de manera exclusiva y esto tampoco puede ser.

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