Bajo el título de Bosques de encanto (Lente azul ediciones) y a través del objetivo de su cámara, Julio Herrera muestra la otra realidad que encierra la naturaleza de Asturias, en donde los bosques aparecen como entes vivos, cargados de magia y misterio.
-¿De dónde surge la idea del libro?
-El bosque es un entorno que siempre me ha encantado y para un fotógrafo tiene unas posibilidades enormes. Hace dos años publicamos en La Voz de Asturias otro libro, Los lagos, pero incluso antes yo ya tenía la idea de éste sobre el bosque, que es un tema lo suficientemente atractivo no sólo para los fotógrafos, sino también para los amantes de la naturaleza.
-Como es sabido, Asturias tiene numerosas figuras de protección sobre su medio natural. ¿Has querido reflejar en el libro esa riqueza que tenemos en nuestra región?
-Tenemos un parque nacional, muchos parques naturales, reservas de la biosfera… en fin, varias figuras de protección, pero el tema en concreto de los bosques queda un tanto olvidado. Hay bosques con una riqueza enorme que son desconocidos. Por ejemplo, si la gente oye hablar del tejedal del Sueve, no sabe que es el mayor tejedal de Europa. Desde la Administración no hay una política clara de dar a conocer los bosques en Asturias, porque están considerados como esos árboles que tenemos que cruzar para llegar a tal pico o a tal lugar y no se les da la suficiente importancia que tiene para la biodiversidad, para el paisaje. Los bosques en Asturias y en Europa, en general, son “antropofizados”, durante muchísimos siglos han estado explotados por el hombre y hay que buscar una relación de mantenimiento entre la naturaleza y los intereses del hombre. En una palabra: sostenibilidad.
“Los bosques siempre me han sugerido lugares mágicos, misteriosos y nunca los he tenido como lugares de paso”
-¿Cada bosque tiene su propia personalidad, a pesar de tener elementos comunes?
-Cada bosque es especial. En el bosque atlántico no hay mucha diversidad en cuanto a especies, tenemos hayedos, robledales, abedulares… pero cada uno tiene sus propias peculiaridades. El bosque de Peloño tiene hayas muy altas, muy esbeltas, pero si nos vamos por ejemplo a Vega Baxo, las hayas son más achaparradas, muy diferentes. Y si los visitamos en las diferentes épocas del año, hay una transformación en todos ellos que afecta a su propia forma y a su propia identidad de bosque.
-Un espectáculo en continuo movimiento.
-El bosque es el paisaje en movimiento. Puedes ir al bosque en primavera este año y volver en primavera al año siguiente, y estará distinto, aunque sea la misma época del año. No todas las primaveras son iguales, ni tampoco los otoños. Todo esto es una delicia y una riqueza para el fotógrafo, y no sólo por todo lo que te puedes encontrar físicamente de plantas o de fauna, sino por las luces, que van cambiando a lo largo de año.
-¿Qué te ha cautivado del bosque?
-Los bosques siempre me han sugerido lugares mágicos, misteriosos y nunca los he tenido como lugares de paso. Un bosque es un lugar para disfrutar en sí mismo y puede ser la meta de muchas excursiones o de rutas por la naturaleza.
-“Asturias, Paraíso Natural”. ¿Más que un eslogan?
-Es una realidad, lo que ocurre es que lo hemos oído tanto que lo aparcamos y no nos lo creemos. Quizá a los políticos le corresponda potenciar más todo lo que tenemos aquí, porque aunque se hayan hecho campañas, queda mucho aún por andar, porque hablamos de espacios únicos de la naturaleza europea.