Solo hay que decir “el cocinero de la TPA” para saber que hablamos de Christian González. Tras dieciocho años en la televisión aportando buena cocina, diversión y cercanía, el asturiano es una de las caras más conocidas y queridas en la región. Sus buenas mañas en los fogones quedaron también plasmadas en su primer libro y ahora nos ofrece “Asturias de mis sabores” con el que recorre los productos y preparaciones más genuinas del Principado de Asturias.
Tras el éxito de La cocina de Christian González (Delallama, 2023), el presentador de televisión y divulgador culinario regresa a la literatura comprometido con la cultura culinaria de su tierra. Su nuevo libro emprende un viaje por los productos cien por cien asturianos, por los entornos que los hacen posibles y también por los locales donde es posible degustarlos.
–Asturias de mis sabores es tu segundo libro, ¿qué lo diferencia del primero?
-El primero es un libro más personal, en él reflejaba experiencias de mi vida y las personas que me marcaron como mi abuela, mi familia, compañeros, etcétera. Fue el disparo de salida y me hizo sufrir bastante porque yo no soy escritor y me faltaba experiencia en este sentido. Este segundo es totalmente distinto, es un libro mucho más fresco y actualizado, con una línea argumental más adaptada a la gente de ahora, más instagrameable. El lector, además de preparar las recetas, puede divertirse leyéndolas y lleva fotografías de Xuan Cueto y Luis Hernando. Yo creo que está más trabajado.
-¿Qué cuentas en él?
-Lo dividimos en tres bloques, un bloque lleva 18 recetas seleccionadas de entre todas las que hice en el programa Conexión Asturias; en el segundo, que es Asturias a mordiscos, hablamos de todas las Denominaciones de Origen (DOP) y las Indicaciones de Origen Protegidas de Asturias (IGP). Y en el tercero que se llama Christian y collacios, hacemos un pequeño recopilatorio de esas casas de comida, de esos chigres, que marcan un poco mi día a día. Así que este libro es un poco más variado, más fácil de leer, más divertido.
«Este segundo libro es totalmente distinto, es mucho más fresco y actualizado, con una línea argumental más adaptada a la gente de ahora, más instagrameable. El lector, además de preparar las recetas, puede divertirse leyéndolas»
-¿El humor es fundamental en tu vida?
-Sí, la verdad es que en mi día siempre está presente. También en la cocina, aunque ahora un poco menos porque cada vez tengo menos tiempo para cocinar y poder contar un chiste o un chascarrillo. Cocino en directo y estoy tan concentrado en la receta que me cuesta evadirme y ser yo, pero siempre le pongo un toque de humor para que la cocina sea más amena. Es algo que llevo haciendo desde que empecé, siempre fue así.
-Dada la gran cantidad de recetas que has preparado en tu programa a lo largo de los años ¿qué criterio has seguido para la selección del libro?
-Pues sí, llevo en la sección de la cocina de la TPA desde 2018 y a una media de 250 recetas al año imagina que cantidad debo de tener… Siempre busco que sean un poco distintas y, a veces, asturianizo recetas de otras partes de España y del mundo. Para hacer una pequeña selección me guie mucho por Instagram, dando preferencia a las que se hicieron más virales. Tengo alrededor de 108.000 seguidores en esta plataforma y fui separando las que tuvieron más repercusión y consiguieron más “me gustas”.
En la parte del libro dedicada a las DOP e IGP me fui basando en recetas que utilizaban los productos de los que yo estaba hablando como la faba y la verdina, la miel, el chosco de Tineo, el chorizo y la morcilla asturiana, el pescado de confianza, etc. Y en la parte de los chigres, dejé libertad a cada establecimiento para que buscaran la receta que más los identificara.
«Los platos asturianos, generalmente, requieren de tiempo, de tranquilidad, tienen cocciones largas, y yo intento adaptar ese recetario a los tiempos actuales, con recetas rápidas y sencillas, que es lo complicado»
-Elegir los chigres tampoco debió ser fácil, con todo lo que hay en Asturias.
-Claro, yo ahí solo pude poner 13, quedaron muchísimos sin hacer que irán para libros posteriores. En esta ocasión, como yo todavía estaba de baja por una lesión en la rodilla, los seleccioné de entre los más cercanos y puse algunos a los que yo suelo ir. Me moví también un poco por el occidente asturiano, pero no demasiado porque con las muletas era difícil caminar.
-¿Ocho meses de baja han marcado un año complicado?-Sí, fue difícil porque nunca estuve parado tanto tiempo y yo soy autónomo en todo lo que estoy. Al final, vivo de mi trabajo diario y facturo según lo que hago y esto me hizo un descosido importante. Trabajo todos los días, de 6 de la mañana a las 4 de la tarde, en una fábrica que elabora platos preparados que se comercializan con mi imagen y luego a las cuatro voy a la tele. Los fines de semana siempre hay cosas que hacer y luego está que había que ponerse a escribir el libro, y como te comentaba, no soy escritor y es algo que me cuesta. De hecho, el primero me daba un miedo atroz y me llevó mucho tiempo hacerlo, pero me impulsa que soy conocido y que la gente me quiere.
-¿Qué preferencias has observado en tus redes a la hora de buscar recetas? ¿Triunfan, por ejemplo, las que tienen en cuenta las intolerancias alimentarias?
-Pues mira, otra noticia disgustante de este periodo en el que estuve de baja fue que me detectaron que soy sensible al gluten. Y, aunque no llego a ser celiaco, me afecta muchísimo. Así que ahora tiendo a hacer todas las recetas sin gluten y no hay ningún problema, porque ¿qué más te da poner harina de trigo que harina de maíz o harina de garbanzo o de arroz? Este tipo de recetas captan mucho interés. Hay mucha gente, entre ellos muchos peques, que no pueden permitirse postres industriales y por eso, cuando de forma tradicional haces postres con chocolate que se les asemejan, funcionan muy bien.Y luego está todo lo asturiano, que gusta muchísimo. Ahora que por mi trabajo voy a muchas ferias, compruebo que nuestro producto tiene una aceptación tremenda. Todo lo que hagas con él funciona, y a mí me gusta preparar recetas fáciles, sencillas, que la gente pueda llevar en el tupper al curro, y que no le generen mucha carga de trabajo. Los platos asturianos, generalmente, requieren de tiempo, de tranquilidad, tienen cocciones largas, y yo intento adaptar ese recetario a los tiempos actuales, con recetas rápidas y sencillas, que es lo complicado.
-El libro, además de lo puramente gastronómico, ¿muestra tu compromiso con Asturias y su paisanaje?
-Sí, y, de hecho, el nombre Asturias de mis sabores lo tenía registrado hace muchísimo tiempo para un programa de cocina, en el que la idea era dar a conocer y defender el producto asturiano y el paisanaje, la gente. En el libro intento un poquito hacer esa apología, defender desde el producto hasta la familia que vive detrás de hacer ese producto y que muchas veces se nos olvida. Hay que darle valor a todo esto, y que cuando vayamos al supermercado y veamos, por ejemplo, un bote de miel de Asturias con el sello de calidad de la IGP, lo cojamos no solo por la calidad del producto, también porque es un producto que aporta a la economía de Asturias y del cual viven muchas familias.
«En el libro intento defender desde el producto hasta la familia que vive detrás de hacer ese producto y que muchas veces se nos olvida»
-¿Al tenerlo en tus manos, has pensado en alguna persona en particular que te gustaría que lo leyera?
-No hay una persona determinada, mi mujer y mi hija Lía me ayudaron mucho y tengo la suerte de tener una familia muy unida, pero la verdad es que la persona que para mí marcaba todo esto ya no está y esa era mi abuela, que fue la me crio porque mi madre murió al nacer yo. Mi güelina, que entonces tenía 40 años, fue quien hizo de mí lo que soy.
También está la gente que me sigue, que están ahí desde que empecé en este mundo de la tele, desde el 2006. Sigo ahí gracias a ellos. Yo, por desgracia para mí, hago mucho caso de las redes, las sigo y soy muy activo. Escucho a la gente que me escribe y, aunque no siempre, intento hacer caso de las cosas que dicen.
-En la TPA eres toda una institución a nivel culinario, pero, ¿te gustaría en algún momento saltar al vacío y hacer otras cosas?
-¿Sabes lo qué pasa? Que para mí la tele nunca fue mi trabajo, siempre lo vi como un hobby. Es lo que me gusta hacer, pero no da para vivir. En el momento en que no pueda compatibilizarlo, tendré que dejarlo porque mi otro trabajo, del que de verdad vivo, va creciendo. También puede llegar un momento en el que se cansen de mí, porque cada vez es menor la tipología de gente que ve la tele en general. Ahora se consumen más redes y una televisión más a la carta, y yo creo que todo tiene fecha de caducidad. Pero a mí me llena y me hace sentir bien, así que mientras dure…
«Para mí la tele nunca fue mi trabajo, siempre lo vi como un hobby. Es lo que me gusta hacer, pero no da para vivir»
-Tiene mucho mérito el que tras tantos años sigas cada día preparando tus guisos.
-Sí, además hacerlo en directo es un hándicap, porque tienes 35 minutos en los que siempre vas corriendo y en la preparación no puedes tener el cuidado que acostumbras a tener normalmente. No es lo mismo que hacer un programa como el de Arguiñano en el que puedes marcar bien los tiempos, las elaboraciones. Se te puede quemar algo, es complicado y con los años cada vez me cuesta más, pero es algo que me gusta.
-Antes de despedirnos, déjame que retroceda en el tiempo con la anécdota de cuando tenías una churrería en Blimea y al lado de los clientes que comían churros podían estar otros tomando percebes o pote.
-Eso coincidió en una época que yo había estudiado en Francia y cuando volví tenía la intención de irme a trabajar a Marina D’Or, que entonces estaba en auge. Y en ese momento quedó libre en Blimea, donde yo me viví parte de mi infancia, un local que vendía muchísimo en su momento: una churrería de las de toda la vida. Y mi padre me dijo: “Tantos años llevas por ahí por fuera, quédate aquí un tiempo. ¿Por qué no coges ese local que funciona?”, y me quedé y funcionó muy bien. Hacía croissants, bollería recién hecha, gofres, tortitas americanas, el gofre belga, smoothies, batidos… cosas que no había en la cuenca minera. Luego, cogí también el local que había al lado y en el que hacían comida para llevar a domicilio, y empecé a hacer platos más elaborados. Acabé haciendo bogavantes a la plancha, percebes y lo que me pidieran, hice incluso unas jornadas de carne del mundo en las que preparaba canguro.