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jueves 28, marzo 2024

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Decíamos en el artículo anterior, que mayo nos daba anécdotas para dos veces, por lo menos. Empezó la cosa con que me envía una nota la redactora que cuida de esta página para advertirme de que un diálogo escrito no se entiende; lo reviso y le explico con todo detalle el significado de la frase ‘los médicos son diferentes’. A vuelta de correo me explica que no es ella corta de entendederas, sino yo torpe, que había puesto ‘los médicos con diferentes’. Cuando quise revisar el texto no leí lo escrito sino lo que yo tenía en la cabeza; no puede uno corregirse a sí mismo, por eso hacen falta en las redacciones gentes aplicadas que revisen los artículos.

No suele resultar tan fácil en los rótulos de la tele, por la inmediatez. Así, en la imagen que se muestra, se puede observar que la escasez de recursos para las estaciones de esquí del Principado ha reducido el Paraíso natural a un simple «paríso»; eso sí, no han ahorrado en la tilde. Espero que la foto le sirva a usted, por otra parte, para refrescar las tardes de verano.


Pues bien, cuando todavía me estaba guaseando de mí mismo por la pertinaz insistencia en la errata, me encuentro otras en cadena, propias y ajenas, que convirtieron la segunda semana de mayo en una risa permanente. Es el caso que salimos, la señora que me aguanta y yo, camino de nuestra población habitual hacia Oviedo, para seguir viaje a Astorga; el primer tramo estaba previsto en tren, pero Renfe había cambiado los horarios. Mala suerte, decidimos entonces ir en bus, pero resulta que en la página web de la Estación de Oviedo estaban mal las tablas; no lo perdimos por dos minutos. Cuando advertimos del asunto al conductor ni se preocupa, «Está bien», fue el único comentario.

Mientras esperamos el enlace a la capital de la maragatería, desayunamos y comentamos el poco interés por los usuarios. La señora de atención al cliente en la estación sí que se tomó el asunto en serio. Solucionado. Pero no acabaría aquí la película, cuando vamos a subirnos para Astorga nos dice el conductor que no figuramos en la lista de pasaje; miro el billete y ¡horror: me había equivocado de día! La buena voluntad del empleado y de la taquillera solucionó el tema de manera eficiente.

Cúmulo de equivocaciones que demuestran cómo andan las cabezas. Pero es más espectacular la de la tarde anterior, cuando leemos debajo de casa una esquela en cuyos datos se fija Lourdes (no la reproducimos por respeto, pero tenemos la prueba gráfica); resulta que Don JRCC tuvo la mala suerte de morirse en La Felguera el día 7 de mayo, lunes, si bien su familia había sido previsora y le hizo, -si hemos de creer a la esquela-, la liturgia de la palabra el día 8 de abril. Mucho mejor para garantizar la asistencia de público, desde luego, porque era domingo.

En las mismas fechas de los errores del inicio del artículo colaboro con la tertulia langreana Encuentros, para organizar un debate sobre posibles reformas al Código penal, con la colaboración de mujeres juristas; la respuesta popular a determinadas sentencias y actuaciones de los tribunales han hecho saltar las alarmas. Paso el borrador de convocatoria: tengo cuidado de que figuren bien claros local, dirección exacta, día, hora, participantes… Marina, trabajadora del ramo, que hasta para regañar sonríe, me remite una sugerencia; copio: «Yo propongo el cambio de código: postal por penal» ¿Cóooomo? Sencillo, en el texto que le pasé le había propuesto como título: «El Código postal y las mujeres».

Bueno, andamos en tiempos de fútbol. ¿Y cuándo no? Ya se han acabado las ligas y los partidos para ascensos y descensos, que ya no se llaman «de promoción», sino «de play off». Por otra parte, el Campeonato Mundial vuelve a hacer que florezca la enseña nacional en los balcones. Por cierto, leo en un artículo la precisión sobre los colores patrios: se están olvidando, la gente dice que son rojo y amarillo; pues no, queridas niñas, queridos niños, recordad que son dos listas horizontales rojas y una del doble de ancho en gualda. Sí, señor, roja y gualda. ¿Y qué color es ese? Los expertos en vexilología, -que no son médicos del aparato urinario, sino entendidos en banderas y pendones-, os explicarán que es un amarillo dorado. O sea, que se dejen de comprar los gallardetes de la nación en los chinos, hombre.

El Langreo en Manaos

Entre los equipos asturianos que pretendían subir de categoría sobrevivió el Unión Popular de Langreo, que derrotó al Orihuela en un partido tenso por lo incierto del resultado. Tanto que le costó la vida, un desgraciado infarto, a Daniel el Pescadero (nuestro pésame a sus familiares). En el recorrido hasta este punto tuvo otras dos eliminatorias; la inmediatamente anterior la cerró con notable éxito en su campo, goleando a una escuadra riojana. Sin embargo, de acuerdo con la información que me pasa mi amigo Marco Antonio Iglesias, -prometedor entrenador de talentos infantiles-, el periódico deportivo favorito del registrador de la propiedad de Santa Pola, que antes trabajaba de dirigente político, sitúa la hazaña no en el Nuevo Ganzábal de Langreo, sino en la Arena de Amazonía de Manaos. De un aforo de menos de 4.000 personas a más de 36.000. Ya se conformaría con la mitad de esa entrada Víctor, el presidente.

La hazaña del Langreo pasará a la historia como la de Fitzcarraldo, que se empeñó en montar un teatro de ópera en plena Amazonía. Para financiar la locura tuvo que descubrir una nueva vía de extracción del caucho, que le llevó subir un barco a través de una montaña con el fin de recortar los tiempos entre Manaos e Iquitos. Werner Herzog hizo de ello una película fantástica y dejó constancia de los dos años de terrible rodaje en el libro «La conquista de lo inútil». «Escribo mejor de lo que filmo», asegura.

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