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viernes 25, octubre 2024

El regreso de Villa

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Después de unos meses de vacaciones regresó a Langreo Villa. No se alarmen: el futbolista; en la figura de bronce que le hiciera el escultor José Luis Iglesias Luelmo. Después de varias incidencias (empezaron con la pérdida del balón, algo impropio de un fino delantero), le ha mejorado la base, el pegamento y la protección superficial. Ahora bien, tan a mano, nada impedirá que infancia y senectud, local y visitante, se le suban a la chepa y pateen la bola. Es lo que tiene ser estatua, que no te puedes defender; claro que mejor recibir abrazos de la gente a que te bombardeen fecalmente las palomas.

El regreso del 'Guaje' Villa

Bombardeo es término bélico, inadecuado en el día que la capital del Principado celebra El Desarme, que pretenden hacer mundial. Primero deberían aprender ellos mismos su espíritu; digo esto porque el Sr. alcalde, en el momento de aflojar la cartera municipal a favor del Real Oviedo, advierte “que no nos pasen los del pueblo”, en desafortunada alusión a la ciudad más poblada de Asturies.
Se apunta a la categoría de los forofos, esos especímenes humanos que defienden a su equipo de fútbol incluso cuando no tiene razón. Suelen comportarse igual con sus colores políticos. Pero no quiero entrar en esto, bastante desgracia tienen; solamente subrayo a la ciudadanía de Oviedo que no se quede con la anécdota de la frase, -una más en la magnífica antología municipal del disparate-, lo fundamental es que se entregan 500.000 euros de sus impuestos a una sociedad jurídica de índole privada.
Luego, aseguró el señor Canteli que era broma (la frase, lo del dinero es real, incluso ampliable en otros 100.000 eurillos). Malos chistes los que necesitan explicación. En cualquier caso, vamos a esbozar algunas sonrisas con el fúrbo, ya que estamos. Sobre todo, con las declaraciones y las informaciones al respecto.

Literatura futbolera de Luis Enrique

Bueno, si llegamos a entenderlas. Por ejemplo, un periodista asturiano escribe acerca de Haaland, el delantero noruego que asusta en el Manchester City: “Líder anotador destacado que le posiciona para llevarse la Bota de Oro por primera vez… mientras que dobla a varios integrantes del top ten de las big five”.

Es difícil para los comentaristas de radio y tv estar hablando sin cesar durante las dos horas y pico de un partido e hijuelas, lo reconozco, pero hombre, sería conveniente que las redacciones fueran puliendo estilos y no se repitieran frases hechas que carecen de sentido. ¿Qué es un balón dividido? Normalmente, salvo antaño en el Barrio que éramos pobres, se juega con el esférico entero. Si los dos postes de la portería tienen la misma altura reglamentaria, ¿cómo se puede hablar del palo corto?

Ejemplos cotidianos tenemos de la falta de rigor literario. En los pasados Juegos Olímpicos, TVE, Partido España-República Dominicana “…ya que tiene la posibilidad de llegar a pierna natural”. Con una pierna artificial, desde mi poco profesional punto de vista, no solamente es más difícil alcanzar y manejar la bola, sino que posiblemente no lo permitan ni la Federación ni el Comité Olímpico, que para eso ha creado otros Juegos.
La frase no es original, ni exclusiva de la tele. Esta indolencia lleva a que escuchemos o leamos cosas peores. En La Vuelta, fuimos informados de que “Este corredor no tenía piernas hoy”. Claro que, aunque mutilado, tiene enorme mérito, porque carecer de las extremidades inferiores suele ser a menudo una dificultad insalvable para andar en bici.
El paso de La Vuelta por nuestra casa no solamente nos obsequia con unas magníficas imágenes televisuales, sino que habitualmente nos regala chistes. Las retransmisiones de etapa son exigentes, hay que cubrir media tarde hablando sin parar y no pueden los comentaristas conocer, además del deporte, toda la geografía astur y sus monumentos. Ahora les dan un guion, pero en ocasiones quiere el locutor adornarse y le salen perlas; pasa el pelotón ciclista por La Felguera, la cámara del helicóptero encuadra el MUSI y el presentador nos orienta: “Museo de la Siderurgia, arquitectura troncocónica, tres pisos que resumen el pasado minero de estas tierras”.

Hay otro personaje que nos amarga las tardes de fútbol con sus disparates lingüísticos, es un antiguo portero reconvertido a poeta con tropos de intenso valor literario, “Otero hay momentos en que está dividido” (traducción: que no sabe por dónde anda en el campo), “tiene más posibilidades de viajar con el equipo y situarse en altura” (no es que fuera con ellos en el bus y se sentara en junto al marcador, sino que acompañaba en el contraataque), “los dos jugadores viven muy altos” (no tienen la vivienda en el séptimo piso, ha querido decir que fundamentalmente se sitúan en el verde en zonas de ataque). También se atreve con la geometría euclidiana: “…de manera que esa línea se haga larga; es decir, que se haga ancha”.

En “El nuevo dardo de la palabra” cargaba seriamente contra esta falta de rigor Fernando Lázaro Carreter, académico ampliamente laureado; el libro era antología de sus artículos en El País. Primero llama a estos buenos señores prevaricadores del idioma y luego medita: “Sigo asombrado de que empresas periodísticas y audiovisivas, algunas de ellas públicas, esto es, nuestras, miran con indiferencia cómo muchos de ellos asalariados comen mientras carcomen el idioma del cual vienen”.
No son los únicos culpables. Entrevistan en una cadena de tv a los estudiantes que van a entrar a examinarse para el acceso a la Universidad, es decir, aquellos que en este curso ya estarían en las aulas de la docta institución; dice uno: “Prefiero que gane el Oviedo a aprobar la EBAU” (mi abogado me prohíbe publicar el comentario que al respecto tenía en el borrador).

Las anécdotas vienen muchas veces de los propios protagonistas. Entrevistan en la RTPA al entrenador que consiguió la victoria por 0-2 del Lugones en el campo del Nalón, comenta el caballero: “Entonces el equipo pegó un chip que fue increíble”. Ya nos habían advertido Miguel Bosé y otros científicos de su nivel que con las vacunas nos inoculaban un chip, uno de esos conjuntos de circuitos electrónicos microscópicos, para cambiarnos el comportamiento; por lo que se ve ya es usual en el balompié.

El Ibiza ha descendido de categoría, seguramente más por deméritos deportivos que por errores de los árbitros, aunque suelen llevar las culpas. Transmitiendo el partido contra el Sporting dicen en la radio: “Ese desplazamiento de balón lo protestaba airosamente el jugador del Ibiza”. O sea, el deportista ibicenco habrá bajado, pero no sin antes comportarse en el campo no de manera airada como suelen otros, sino elegante, garbosa y gallardamente. Así debería ser siempre.

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