Probablemente haya viajado usted con Vueling, no sé si se habrá fijado en la bolsa de papel que hay en el asiento, indica: “Si sientes algo más que mariposas en el estómago…” Una forma un tanto poética de advertirle por si el mareo; Milagros tomó un par de pastillas en previsión, no necesitó hacer uso de la bolsa.
Volábamos a Los Rodeos; a la llegada una niña bien pequeña demostraba la experiencia que los isleños tienen con los aterrizajes, fue cantando en voz alta, de una manera gráfica, todo el proceso de toma de tierra: “Ahora se levanta de patas… ¡Y catapúm!”.
Llegábamos para San Andrés, que en Tenerife significa abrir el vino nuevo. Nunca serán suficientemente ponderados los artesanos que, siglo a siglo, han sido capaces de mejorar los caldos con paciencia, cariño y dedicación en tierras con múltiples dificultades para semejante tarea. Hasta Shakespeare cita los vinos canarios
Lo pide Falstaff, el gordinflón borracho, fanfarrón, pendenciero y cobarde que fuera amigo de correrías del príncipe que luego llegó a reinar como Enrique V: “Dame a quienes miren a la cara … Dame un vaso de canarias …”. En Enrique IV dice la señora Quickly: “But, i´faith you have drunk too much canaries… Has bebido demasiado canarias, un vino maravilloso y penetrante que perfuma la sangre sin que te des cuenta”.
Debo estas observaciones a Bruno Perera que las publica en la revista Turismo y Cultura de Canarias. En agradecimiento me voy a permitir hacerle dos indicaciones: Primera, dice de sí mismo: “Nacido en Lanzarote con varios oficios aprendidos, viajero de los 5 continentes, libre espiritualmente, ateo, autodidacta, amante de la vida, defensor de las causas nobles y justas”. Si después de Lanzarote hubiera puesto una coma se le entendería mejor, nadie nace con ciencia infusa. Segunda: Suprima, por favor, la “s” final en el nombre del Bardo.
La víspera de San Andrés se producen dos celebraciones dignas de verse (y oírse). En La Orotava, El Puerto y alguna otra localidad, los niños pasean ruidosamente ristras de latas, en recuerdo de los tiempos en que se bajaban las barricas de los altos hacia la mar con abundante y alegre estruendo. Una fiesta infantil a la que se añaden con gusto madres, padres, abuelos, abuelas y demás familia.
En Icod o La Guancha el descenso de tablas es más propio de adolescentes, por aquellas cuestas la velocidad exige habilidad y nervios templados. Se conmemoran los días en que la madera cortada era bajada por tracción animal con un boyero guiando el envío.
En La Laguna estaba convocada la Feria con trece bodegas de la denominación de origen Tacoronte-Acentejo. Calló un diluvio intermitente, que ya se sabe, “Por San Andrés la nieve en los pies”. Es este mes refranero, desde el tradicional “Bendito mes de noviembre, más que cualquier otro mes, que empieza en Todos los Santos y acaba por San Andrés”. Sin olvidar que en el camino tiene a San Martín, propiciador de un veranillo que en estas latitudes no tuvo diminutivo este año.
Llegábamos para San Andrés, que en Tenerife significa abrir el vino nuevo. Nunca serán suficientemente ponderados los artesanos que, siglo a siglo, han sido capaces de mejorar los caldos con paciencia, cariño y dedicación en tierras con múltiples dificultades para semejante tarea.
El buen tiempo anterior vio florecer las pateras hasta límites difícilmente digeribles; la nieve en el Teide de estos días habrá llamado la atención de los subsaharianos que han venido a buscarse la vida. Pero sorprendentemente, pese a que todo el mundo tiene la información meteorológica minuto a minuto en el bolsillo, se cobró la nevada dos víctimas, dos turistas de Huelva murieron de frío en las inmediaciones del Pico Viejo. Escribe el corresponsal de El Día que “se comprobó que los senderistas tenían al menos un teléfono, aunque, el parecer, dejó de estar operativo… Por las prendas que lucían en el momento en el que fueron evacuadas resulta más que probable que sufrieran las consecuencias de las heladas”. De comportamientos imprudentes en la montaña sabemos algo en Asturias.
Cita la prensa de Tenerife la “Agenda canaria”, ahora que hay un ministro isleño en el nuevo gobierno del Estado que ha prometido pelear por su cumplimiento; sin embargo, hay contradicciones en la actuación pública, mientras el Cabildo recorta el 21% la inversión en Cultura para el próximo presupuesto, el Ayuntamiento de Sta. Cruz anuncia el gasto de 7’1 millones de euros para rehabilitar el Teatro Guimerá. El concejal del ramo asegura que “vamos a organizar actividades con la vida y obra del dramaturgo canario”.
¿Canario? Don Ángel Guimerá y Jorge (1845-1924) se fue con ocho añitos a El Vendrell, vía Barcelona, y jamás regresó a la isla. Toda su obra está escrita en catalán, hasta el punto de que se le considera uno de los pilares de la Renaixença. Destacó en el teatro y se debe señalar que sus obras de más éxito fueron traducidas al castellano no por él mismo, sino por otros autores; Echegaray, por ejemplo.
Llegamos a La Laguna, cabeza de puente de la Conquista castellana, histórica universidad española, sede arzobispal henchida de tradiciones hispánicas; vamos camino de la Concepción, donde están instaladas las casetas de los bodegueros, denominación de origen Tacoronte-Acentejo. Encontramos el anuncio de un banco en el que se asegura “hablamos su propia lengua”. Si a los rótulos sobre los cajeros unimos el texto de la bolsa de papel de Vueling, concluimos en que, por lo visto, los canarios se expresan en inglés. Es un asunto del que no me había percatado hasta ahora; en adelante tengo que fijarme más.