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martes 26, noviembre 2024

Éxito y Fracaso: dos caras de la misma moneda

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“Cuando tienes éxito los amigos te parecen muchos. En cambio cuando fracasas, si te queda un amigo también es mucho”
(Federico Moggia)

Este momento histórico al que asistimos y que, en modo alguno, hubiéramos elegido nos enfrenta a nuevos retos y desafíos. Malos vientos soplan. El virus se ha llevado muchas vidas y seguirá intentándolo. Ha cerrado puertas, negocios, ha cambiado las condiciones de vida: sanitarias, sociales, educativas. Ha puesto en evidencia el fracaso de una sociedad; una sociedad que desafía a la naturaleza y que recibe un castigo.

Es un tiempo delicado donde debemos asumir que triunfar es más difícil que en otros momentos y, a su vez, fracasar es más fácil.

El fracaso tiene dos dimensiones, o dos formas de verlo y entenderlo:
– A nivel personal. Referido a lo que significa para cada uno, lo que estime que es. No es lo mismo decir: “he fracasado” que decir “soy un fracasado”. Considerar que no he conseguido el objetivo pero que “otra vez será” es la forma más positiva de hablarse a sí mismo.
– A nivel social. Referido a la consideración de los demás. Eduardo Galeano dijo: “El código moral de fin de milenio no condena la injusticia sino el fracaso”.

La gente siente vergüenza si intuye que los demás le consideran un fracasado. Es por ello que algunas personas tras cerrar un negocio o perder un trabajo evitan encontrarse con quienes le pueden preguntar al respecto. La vergüenza les confina.

Según la RAE el fracaso es el resultado adverso de una empresa o negocio; es, en definitiva, no conseguir aquello que uno se había propuesto.

La gente siente vergüenza si intuye que los demás le consideran un fracasado. Algunas personas tras cerrar un negocio o perder un trabajo evitan encontrarse con quienes le pueden preguntar al respecto. La vergüenza les confina.

Debemos pues, en una especie de prevención de riesgos emocionales, interiorizar que cuando iniciamos una empresa, un proyecto, o un sueño siempre caben dos posibilidades: éxito y fracaso.

¿De qué depende cada uno de ellos?

Hace algunos años cayó en mis manos un libro donde un padre le va explicando a su hijo de diez años qué es la vida, cómo se comporta la vida y lo va haciendo mientras juegan una partida de ajedrez. El padre le dice: “A menudo la suerte es un elemento fundamental. Gracias a la tenacidad y el esfuerzo puedes llegar a rozar el objetivo, pero una simple menudencia puede dar al traste con todo”.
Pero lo que más me impactó fue la descripción que el padre hizo de la figura de los peones: “Los peones son débiles, es fácil abatirlos, son presas fáciles, pero incluso un miserable peón se puede transformar en una reina, basta con que llegue al otro lado del tablero…. Los peones son los soldados de a pie, carecen de relevancia, pero también un soldado de a pie puede ganar una batalla”

Partir del juego de ajedrez para explicar la vida es una jugada maestra.

Estamos, por tanto, en condiciones de responder a dos interrogantes: ¿de qué depende el éxito? y ¿por qué ocurre el fracaso?

Tanto el éxito como el fracaso dependen de nuestros movimientos, pero también de las circunstancias.
Edward Nightingale dijo lo siguiente: “La fortuna que heredé de un tío me dio la oportunidad de demostrar mi inteligencia”.

Hay casos en los que el éxito solo depende de nuestro hacer, exclusivamente, ejemplo aprobar un examen. Pero en la mayoría de los proyectos los requisitos para el triunfo requieren las siguientes habilidades: voluntad, valor, compromiso, persistencia y circunstancias.

La línea divisoria entre éxito y fracaso es muy resbaladiza. Veamos un caso, el del pintor Vincent Van Gogh, fallecido a los 37 años hace ahora algo más de un siglo.

Nació en Holanda, pero gran parte de su vida transcurrió en Francia, en París, Arlés y Auvers. Aunque tenía más hermanos fue con Theo, que vivía en París, con quien mantuvo una hermosa relación. Él fue su hermano del alma, su soporte económico y emocional. Vincent Van Gogh pintó frenéticamente, especialmente en los últimos tiempos. Sus obras ascienden a dos mil y en vida sólo vendió uno o dos cuadros, gracias a Theo que era marchante de arte.

El pintor dijo: ¿quién soy yo ante los ojos de los demás?… ¿un inútil, un excéntrico, un don nadie, un fracasado? (dimensión social a la que hacía referencia anteriormente).

El 27 de julio de 1890 en las afueras de Auvers se pegó un tiro. Herido de gravedad volvió al hostal donde se alojaba. Cuando el médico le atendió le dijo: “Haremos lo que sea posible”, a lo que Vincent respondió: “Y se volverá a intentar”. Dos días más tarde falleció en el mismo hostal en el que vivía. A los pocos meses murió su hermano Theo, juntos reposan en Auvers.

Uno de sus cuadros “Los girasoles” fue uno de los cuadros más caros de la historia. ¿Fue un fracasado o fue un triunfador?

Su obra no fue reconocida en aquel momento, pero no por ello fue un fracaso ni él un fracasado. No vivió el tiempo suficiente para contemplar el éxito que necesariamente le habría de llegar. La historia reconoció su obra.

La línea divisoria entre éxito y fracaso es muy resbaladiza. Tanto uno como otro dependen de nuestros movimientos, pero también de las circunstancias.

Y es que hay algunas obras, algunas profesiones en las que el éxito requiere espera. En palabras de Pessoa: “El poeta nació después de su muerte porque fue después de su muerte cuando nació la estimación por el poeta”.
El éxito y/o el fracaso es una cuestión relativa. Conocemos los requisitos del éxito, pero ¿qué hacemos cuando un proyecto no alcanza el objetivo que habíamos imaginado?

Ante tal situación no queda más remedio que trabajar en las siguientes pautas:

  1. Entender y asumir, tal como he venido sosteniendo, que el fracaso siempre puede hacerse presente en cualquier proyecto. Si consideras que has fracasado anota cinco cosas que has aprendido.
  2. No te recrees en el fracaso, no tienes nada que reprocharte porque hiciste lo que creías en el momento en que tomaste la decisión.
  3. No le des permiso al miedo para acampar en tu corazón, en tu cerebro. Si se presenta una nueva oportunidad, un nuevo proyecto, implícate de nuevo. En todo caso, la vida sin desafíos sería aburrida. Tienes que creer en algo y tienes que creer en ti.
  4. Rodéate de personas positivas, alentadoras… estarán ahí para empujarte.
  5. Movilizar el miedo, podemos y debemos preguntarnos ¿qué es lo peor que me puede pasar?
  6. Alguien dijo: “Cuando quieras emprender algo habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas, cuando vean que no pueden detenerte te dirán cómo tienes que hacerlo y cuando finalmente vean que lo has logrado dirán que siempre creyeron en ti”.

El así proceder nos salvará de muchas decepciones y sufrimiento.

La pelota queda en su tejado. Reflexionen qué lectura quieren hacer de su vida. Háganlo desde su conveniencia.

Y persigan los sueños.

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