-Podría haber salvado una persona más y no lo hice.
-Oskar, mil cien personas viven gracias a usted. Generaciones enteras vivirán por lo que ha hecho.
(Conversación entre Oskar Schindler e Itzhak Stern cuando el Ejército Rojo liberó los Campos de Concentración)
Oskar Schindler fue un empresario alemán adscrito al partido nazi e Itzhak Stern fue un contable judío polaco que trabajaba para Oskar Schindler y que fue fundamental en la elaboración de la lista de Schindler, puesto que además de llevar la contabilidad de la fábrica se encargó de falsificar documentos para que los judíos pudieran ser empleados en Emalia.
Pero, ¿cómo un empresario nazi sintió que aquello que estaba ocurriendo con los judíos era algo inhumano? Aquellas personas estaban siendo pasto de una serie de torturas, humillaciones, muerte en cámaras de gas o colgados en un cadalso, muertos de hambre. Todo les era arrebatado, sus pertenencias, su nombre, su pelo, su piel, siendo además víctimas de experimentos médicos criminales.
La respuesta es muy sencilla: el corazón.
Oskar Schindler fue un empresario alemán adscrito al partido nazi e Itzhak Stern fue un contable judío polaco que trabajaba para él y que fue fundamental en la elaboración de la lista de Schindler.
En 1936 Oskar Schindler había comenzado a trabajar en la oficina alemana de Inteligencia Militar de Extranjería y en 1939 su mujer, Emilie Schindler le aconsejó que se alistara al Partido Nazi puesto que su intención era llegar a ser un gran empresario y eso le facilitaría las cosas.
Después de la invasión de Alemania a Polonia se mudó a Cracovia aprovechando el programa alemán de arianizar (o sea, hacerse con las empresas judías a bajo costo), así que, en ese mismo año se hizo, o adquirió, una fábrica de judíos; una fábrica de vajillas que se llamó EMALIA en la que empleó judíos del gueto cercano en calidad, prácticamente, de esclavos.
No cobraban, pero estaban libres del tratamiento que recibirían en los campos, su vida no corría peligro, ni estarían sometidos al dolor, la humillación, la despersonalización, ni a las vejaciones propias de los campos de trabajo y de exterminio, además Emilie Schindler les preparaba la comida.
Comenzó ganando millones de marcos alemanes por el uso de obra de mano barata y terminó gastando hasta el último céntimo para salvar a sus judíos de los campos de Hitler.
Era un hombre mujeriego, jugador y alcohólico.
El empresario fue tomando conciencia del genocidio que estaban sufriendo los judíos por parte de los nazis. Es entonces cuando comienza a cambiar su actitud para considerar humanamente a sus empleados.
El empresario, poco a poco, fue tomando conciencia de la gravedad de lo que estaba ocurriendo, del genocidio que estaban sufriendo los judíos por parte de los nazis. Es entonces cuando comienza a cambiar su actitud para considerar humanamente a sus empleados, y trata de incorporar cada vez más judíos a su empresa mediante sobornos y diplomacia personal. Su argumento con los alemanes era que los trabajadores eran fundamentales en el proyecto bélico que se estaba librando. Es por ello que incorporó a EMALIA una sección dedicada a la fabricación de armas.
A medida que el ejército Rojo Soviético se acercaba a Polonia se dio cuenta de que su destino pendía de un hilo, que no importarían sus acciones para salvar a los judíos puesto que seguía siendo miembro del partido nazi, lo que le convertiría en un criminal para las fuerzas aliadas.
Así que varios miembros del consorcio a quien había comprado la fábrica prepararon un atestado en el que se constata que Schindler había salvado la vida de los trabajadores judíos.
Aún así, aseguraron más la vida de Schindler y en 1945 le ayudaron a escapar con su familia a Suiza. Apenas le quedaba dinero.
En 1949 se muda a Argentina con la ayuda de varias familias judías e intenta iniciar una nueva vida como granjero. Todos sus intentos fueron un fracaso.
Arruinado y dejando a su esposa atrás en 1957 se instaló en Alemania y vivió el resto de sus días de donaciones de los judíos de Schindler.
En 1962 fue plantado un árbol en honor de Schindler y Emilie en la Avenida de los Justos de las Naciones en Yad Vashem (Centro Mundial de Conmemoración del Holocausto).
El segundo honor que Israel le concedió fue ser enterrado en el Monte de Sión, el cementerio cristiano mayor de Jerusalén.
Si tanto Schindler como su contable, asomaran a este panorama donde son los judíos quienes están repitiendo lo mismo, sino más, ¿cómo encajarían esta gran traición?
Hoy, podemos visitar la Fábrica Emalia, en Croacia. Aquella fábrica de esmaltados y también de armas, se ha convertido en un museo; un museo en que toda la historia de la ocupación nazi está explicada paso por paso en una exposición permanente titulada “Cracovia bajo la ocupación nazi”. A lo largo de varias salas, vamos descubriendo esta historia, así como el despacho de Oskar Schindler, el de su secretaria, taller fotográfico, peluquería, y objetos personales como maletas, una bicicleta, piezas de vajilla esmaltada.
Para mí fue muy importante esta visita que tenía pendiente. Recorrimos, esta vez con mi hija, todas las salas, estuvimos unas dos horas, pero quizá se necesitaría más tiempo. Estar en el gabinete de un nazi que salvó a 1.200 judíos fue para mí algo maravilloso, creer que siempre hay en cualquier lugar un corazón que nos siga animando a creer en el ser humano, algo que en estos momentos se torna difícil.
Y llegados a este punto de la historia me asusta una duda, a saber: si tanto Oskar Schindler como su contable, asomaran a este panorama donde son los judíos quienes están repitiendo lo mismo, sino más ¿cómo encajarían esta gran traición?
Y así la cosa creo que debemos considerar muy en serio la siguiente frase:
“Me pregunto si Israel sigue mereciendo su existencia”. El autor es Avraham Burg, expresidente del Parlamento de Israel.
Mi respuesta es no. Un “no” rotundo.