La mayor parte de la población nos pasamos el día sentados, ya bien sea por trabajo y/o estudio, en el medio de transporte, etc. Esto lleva a no movernos durante un largo periodo de tiempo, lo que repercute en nuestra salud y nuestra productividad.
Para mejorar esta situación, un taburete puede convertirse en tu mejor aliado. Los beneficios son muchos, pero quiero citar los tres más importantes:
- Facilita el movimiento y la variación de posiciones:
Sin un respaldo que limite tus movimientos, un taburete permite cambiar de posición con frecuencia. Este dinamismo favorece la circulación sanguínea, reduce la rigidez muscular y mantiene tu mente activa. - Activa tu core:
Sentarse en un taburete sin respaldo requiere que tu cuerpo mantenga el equilibrio, lo que activa de forma natural los músculos del core (abdominales y lumbares). Esto no solo mejora tu postura, sino que también fortalece tu zona media, beneficiando tu salud general. - Aumenta la concentración:
Al no apoyarte completamente, tu cuerpo se mantiene en estado de alerta. Esto evita la somnolencia y fomenta un nivel óptimo de atención.
Además de ser una opción más económica que las sillas ergonómicas de oficina, un taburete ofrece múltiples beneficios para tu postura y concentración. Sin embargo, cualquier silla puede ser adecuada si adoptamos una postura correcta y realizamos cambios en la misma con cierta periodicidad para evitar la rigidez.
Complementar esta práctica con otros hábitos saludables, como aprovechar la luz natural (ya sea abriendo ventanas o al aire libre para crear un ambiente más fresco y estimulante), y realizar descansos regulares para recargar energía y mantener el foco.
Introducir estos pequeños cambios puede parecer insignificante, pero su impacto en tu salud y productividad es innegable. Al final, cuidar de tu cuerpo mientras estudias y/o trabajas también es cuidar de tu mente.