“El ser humano pierde la salud para ganar dinero, después pierde el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfruta el presente, por lo que no vive ni el presente ni el futuro. Y vive como si no tuviese que morir nunca, y muere como si nunca hubiera vivido”
– Dalai Lama –
La cita anterior me cautivó enormemente la primera vez que la leí y me sigue fascinando independientemente de las veces que la haya releído. Con cada día que pasa me doy más cuenta de lo poco que necesitamos para estar bien, y lo mucho que creemos que necesitamos para estarlo, pero la cita anterior lo expresa mucho mejor y de manera más resumida.
En la sociedad actual se nos valora por lo que tenemos y no por lo que somos. Si eres un buen profesional en tu sector -por poner un ejemplo-, se te valorará más positivamente si ven que posees una buena casa, un buen coche o un reloj de altísimo valor. En esencia eres sencillamente un profesional -laboralmente hablando-, con tus conocimientos, formación y experiencia y tus posesiones materiales no deberían influir en tu valor como profesional, pero lo hacen.
Como estudiante de ingeniería, anhelo convertirme en una buena profesional, pero sin separarme de mi esencia, que es lo que hoy en día olvidamos.
Y eso me lleva a preguntarme cuánto realmente necesitamos para actuar en coherencia con lo que somos. Estamos en una rueda por escalar socialmente, siempre queremos algo mejor de lo que ya tenemos, aunque esto cumpla la función perfectamente. Y al final tanta ambición nos cuesta la salud, el dinero y el momento presente.