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domingo 30, marzo 2025

Necesidad de cambios

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Día a día asistimos a la corriente de sucesos, acontecimientos, noticias disparatadas y absurdas que nuestra sociedad produce como si de una máquina que se volvió loca se tratara.
El sinsentido de todo crece día a día y la perplejidad o el asombro se disparan ante la imposibilidad de comprender las razones que mueven al ser humano a actuar como si fuera un animal salvaje y herido, acosado y acorralado por sí mismo y por los demás que conviven a su lado.

En medio de todo ello asoma, a veces, la buena voluntad de algunos y la crítica constructiva de otros para denunciar lo denunciable y reclamar un estado de cosas distinto, algo que sea más acorde con la esencia de nuestra naturaleza que, a pesar de los escépticos, sigue teniendo su parte divina, su hilo de conexión con Dios.

Pero las buenas intenciones no bastan. La degradación de todo, naturaleza y sociedad, va en aumento, y parece como si el ser humano estuviera esperando por algo o alguien que de una u otra forma pusiera fin a toda esta locura colectiva, porque, incluso, hay ya quien invoca la necesidad de algún cataclismo general, de algún acontecimiento planetario que vuelva a poner las cosas en su sitio, que ponga fin a la estupidez del ser humano, a su prepotencia, a su egoísmo y a su ignorancia.

A menudo se oyen voces que expresan su confianza en el hombre, en su capacidad de salir adelante, en su instinto de supervivencia y, es verdad, todo ello existe y el hombre ya lo demostró, pero la situación actual, el cambio de era, exige del hombre una respuesta superior, una respuesta acorde a su condición de ser inteligente, pensador y con capacidad de amar.
Si en el pasado el hombre sobrevivió a grandes cambios planetarios, en esta ocasión el cambio existe en todos los niveles, no solo a nivel físico o material, sino también a nivel espiritual.

La necesidad de eliminar de la vida el egoísmo, el racismo, el fascismo, el machismo y todo aquello que crea fronteras insalvables entre los hombres, es la piedra angular de la convivencia que los tiempos reclaman. La necesidad de un mundo de todos y para todos, dirigido por personas que antepongan el bien común al suyo propio y la defensa y cuidado del planeta a los intereses económicos, se está convirtiendo en algo vital para la convivencia pacífica.
Los pueblos están hartos de los poderosos, de sus engaños, de sus ansias de poder.
El mundo entero se agita y se convulsiona por la impotencia de los que sufren ante el derroche y despilfarro de los otros que, además, son unos pocos comparados con la mayoría.

Hacen falta cambios, cambios urgentes, cambios basados en la experiencia del camino erróneo, equivocado.
Nuestra civilización está en peligro, el planeta entero está en peligro, y miles de millones de personas dependen de las decisiones de un puñado de burócratas que sólo ven al mundo como a una inmensa máquina de producir beneficios. Para ellos los seres humanos sólo son interesantes en la medida en que producen y son rentables.

Se necesitan cambios, cambios profundos, cambios que nos permitan afrontar el futuro con esperanza y con dignidad, unidos a la naturaleza, unidos a la madre Tierra, y unidos todos de la mano para el bien de todos, porque sólo existe un futuro posible y es el que pasa por la unidad de todos los seres humanos en torno a una misma idea, a un mismo fin, a un mismo propósito.

Si somos capaces de rebelarnos contra el absurdo que ahora vivimos, seremos también capaces de aspirar a ese futuro donde el hombre libre y creador sea el exponente de una nueva raza, de una nueva humanidad.
Pero para ello hay que cambiarlo todo. La humanidad tiene que mirar más al cielo, sentirse parte del cosmos, levantar la cabeza y ver que no estamos solos, que existe más vida de la que nos imaginamos, y que esa vida está esperando por nosotros, porque en el pasado ya estuvimos juntos, y juntos convivimos y aprendimos los misterios de la Vida.

Los restos de esa civilización, ahora ignorada por intereses de la élite, están por todas partes, pero sólo unos pocos la afirman, sólo unos pocos la comprenden y tratan de que el resto también la comprenda, porque en ella está la solución de nuestro futuro, las respuestas a las preguntas sobre la verdadera historia de este planeta y de su razón de ser, de existir.

Vivimos un tiempo definitivo, un tiempo de cambio, y aunque las posibles guerras que sean el resultado de la estupidez humana y de la necesidad de poder de unos pocos, la realidad es que nada ni nadie podrá evitar el cambio, porque este existe desde el principio de los tiempos, creado por una Mente poderosa, y que ya está en su desarrollo y en su tiempo final.

Mirad al cielo, mirad hacia el firmamento y ved en él escrito con fuego nuestro futuro, y también a los que siempre cuidaron de esta humanidad y la fueron llevando hacia el lugar que nos corresponde en el cosmos.

Este es el tiempo anunciado desde siempre, estad preparados, estad unidos y no temáis de aquellos que, como vampiros, se alimentan con nuestra Energía, porque su futuro también está escrito, y no es el que ellos se imaginan.

Mirad al cielo, levantad la cabeza, sentiros poderosos, hijos del Cosmos.
El tiempo anunciado ya está en marcha.

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