Los muertos por coronavirus en el mundo avanzan hacia los dos millones y medio. A esto hay que añadir las muertes reales, porque ya sabemos que nos mienten en esto al igual que lo hacen en otras muchas cosas.
Además, tenemos que sumar las víctimas por otras enfermedades, por el hambre, por las guerras, por las catástrofes naturales y las causadas por el cambio climático, por los accidentes y por la estupidez humana, que también son muchas.
El resultado es que la muerte se ha instalado definitivamente en el planeta, o sea, un mundo desbordante de vida y belleza se está convirtiendo en un mundo de muerte y desolación. Qué triste.
Y lo que vivimos es tan solo el principio.
Lo tremendo es que esto que está ocurriendo ha sido anunciado numerosas veces por los científicos, por los profetas y por los visionarios del futuro, que hay algunos que deberían ser tomados en serio, por sus aciertos.
Caminamos hacia un abismo de muerte, destrucción y cambio definitivo para la humanidad.
Un examen y una evaluación. Un antes y un después. El final de un ciclo y el comienzo de otro.
No es el fin del mundo, es el final de unos tiempos intermedios entre la “niñez” de la humanidad y la madurez de lo que quede de ella. Es una reválida en la cual el planeta, la Madre Tierra, ejerce de “juez” y dicta su sentencia.
Caminamos hacia un abismo de muerte, destrucción y cambio definitivo para la humanidad. Un examen y una evaluación. Un antes y un después. El final de un ciclo y el comienzo de otro.
La humanidad ha vivido, y sigue igual, despreciando a la Madre que la cobija y le aporta todo lo necesario para vivir dignamente. Somos unos hijos desagradecidos e ignorantes.
El ser humano creció y se desarrolló al margen del respeto que debería tener hacia su Madre, hacia su protectora. Y ésta agotó su paciencia con sus criaturas, y decide darles una lección que jamás olvidarán. Una lección que quedará recogida en la historia del planeta y de la humanidad.
Y lo hace utilizando, en primer lugar, a sus vidas menores, invisibles, invencibles, poderosas, ¡los virus!
La humanidad ha derrochado su dinero en sobrecargarse con el armamento más poderoso que nadie se podía imaginar. Y lo sigue haciendo. Antes era para defenderse de sus supuestos enemigos terrestres, ahora es, además, para estar preparados ante una invasión extraterrestre, algo que ya están anunciando y que provoca inevitablemente una pregunta… “Si dicen que no hay vida extraterrestre… ¿por qué prepararse para una invasión?”
Pues porque los gobiernos del mundo funcionan con una premisa, y es que los ciudadanos, los pueblos, los votantes que mantienen a tanto inútil incompetente en el poder, son considerados por ellos como imbéciles, materia desechable, de usar y tirar, porque hay tantos que siempre habrá repuesto para los que ya estén gastados. Tal vez suene duro, pero es la realidad.
Los gobiernos del mundo funcionan con una premisa, y es que los ciudadanos, los pueblos, los votantes que mantienen a tanto inútil incompetente en el poder, son considerados por ellos como imbéciles, materia desechable, de usar y tirar, porque hay tantos que siempre habrá repuesto para los que ya estén gastados. Tal vez suene duro, pero es la realidad.
Por esa razón, porque para ellos sobramos la mayoría, es por lo que el virus se apoderó tranquilamente de todo el planeta, porque no se toman medidas reales, contundentes, definitivas. O sea, dejemos que el virus haga limpieza y luego ya veremos. Mientras, ocupemos nuestro tiempo en cuidar las fortunas de los poderosos, las cuentas de los “grandes”, sus beneficios. Así piensan, así son, así está ocurriendo.
Vamos, que se creen a salvo del virus, creen que ellos, la élite, es intocable. Observan la devastación, pero no va con ellos. No tienen en cuenta que el virus, y sus mutaciones, es una vida de la Tierra, y es quien abre el camino del juicio final. Ahora está afectando a los más vulnerables, a los más desprotegidos, pero es solo cuestión de tiempo. Detrás de él, y con él aún presente, vendrán otras “cosas”.
Quien se crea que está a salvo de todo ello es porque escogió esconderse bajo la ignorancia y la estupidez, sin pararse a pensar que, por primera vez desde el Diluvio, lo que sucede es a nivel planetario, o sea, que no hay donde esconderse ni forma de evitar, cada uno, lo que tendrá que vivir, su examen personal.
Sé que estas cosas tienen muchos detractores, gente que no tiene valor para mirar las cosas de frente, que no quieren aceptar que entramos en los tiempos tan anunciados, que tienen mucho miedo a perder lo que tienen, olvidándose de que vinimos al mundo sin nada, excepto lo que traíamos en nuestra genética, y que eso es lo único que tiene valor, más los actos positivos que hallamos realizado en esta vida.
A los escépticos, a los que se apuntan a no creer en lo anunciado, les pediría que reflexionaran, que se informaran bien, porque toda la verdad está a la vista, transparente, y lo está desde los tiempos remotos. No estoy hablando de mensajes ocultos, indescifrables, paranoicos. Estoy hablando de mensajes, avisos, dejados ahí por los antiguos para estos tiempos.
Quien quiera observar lo que ya está sucediendo verá que hay dos tipos de personas, las que están luchando por las vidas de los demás, las que son sensibles al dolor y al sufrimiento ajeno, y las que se esconden bajo falsos conceptos, falsas teorías y demás inventos para escurrir el bulto y seguir alimentando su egoísmo y, de paso, disimular su miedo y su cobardía.
Además, en este segundo bando, están los que se aprovechan de la situación para sacarle tajada, para enriquecerse más y más, cerrando los ojos al dolor y a la necesidad ajena.
Si esto no es un examen… ¿qué es? ¿De qué otra forma se le puede llamar?
A los escépticos, a los que se apuntan a no creer en lo anunciado, les pediría que reflexionaran, que se informaran bien, porque toda la verdad está a la vista, transparente, y lo está desde los tiempos remotos.
No estoy hablando de mensajes ocultos, indescifrables, paranoicos.
Estoy hablando de mensajes, avisos, dejados ahí por los antiguos para estos tiempos.
Resulta muy difícil de comprender cómo es que habiendo tanto católico, tanto creyente, hay tanto rechazo a lo que está anunciado en la Biblia, a lo que está profetizado.
Eso quiere decir que la mayoría usa su religión para justificarse, por si acaso, como si cuando llegara el examen final “los ángeles del Señor” fueran a pasar lista para “salvar” a los que estaban inscritos en su religión y rechazar a los que iban por libre.
Pero me temo que las cosas no van por ahí. Los virus no entienden de religiones, ni de razas, ni de ideologías. Tampoco se fijan en el saldo de la cuenta corriente. Tan solo necesitan un huésped para continuar su expansión, su desarrollo, y les vale cualquiera. Están programados para un fin, iniciar el examen de la humanidad.
Los virus no entienden de religiones, ni de razas, ni de ideologías. Tampoco se fijan en el saldo de la cuenta corriente. Tan solo necesitan un huésped para continuar su expansión, su desarrollo, y les vale cualquiera. Están programados para un fin, iniciar el examen de la humanidad.
Ante todo esto, que es lo que en verdad está sucediendo, sin inventarme nada, yo propongo una pregunta que todos debemos hacernos… ¿Y si fuera cierto…? ¿Qué cambiaría para cada uno si tuviera el valor de plantearse si realmente estamos o no entrando en los tiempos finales? ¿Creen que vale para algo mirar para otro lado? ¿Creen que es solución recurrir a la “cantinela” esa de “esto es cosa de visionarios, o de fanáticos, o de gente que tiene comido el coco?
¿Creen acaso que son más “normales” por mirar para otro lado? ¿O temen que les señalen con el dedo?
La realidad es que cada uno se “señala” con sus actos.
Pero lo que ya ocurre no ofrece lugar a dudas…, una pandemia que lleva millones de muertos, en un año, y muchos más millones de contagiados, de los que muchos morirán.
Una situación económica en caída libre, que multiplica el hambre y el conflicto social.
Un planeta en el que está fuera de control el clima, con los volcanes activándose y los terremotos multiplicándose. La naturaleza que se rebela contra el hombre. Los elementos colaboran con el plan.
Y, ante todo esto, unos irresponsables, incompetentes y al servicio de los poderosos, que llevan las riendas de los gobiernos, que están al mando de todo, que deberían, como prioridad, cuidar y proteger a los ciudadanos.
Y esto solo está empezando, pero no existe mentalidad de preparación, ni externa ni internamente.
¿Y si todo fuera cierto…? … Aun hay tiempo para mirar de frente la realidad.
También está escrito y anunciado… “Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga”
En realidad, todo está dicho ya, todo fue anunciado. Ahora es el tiempo de la definición personal.
Y también de la verdadera Justicia.