Para Álex Badía, Asturias tiene todo lo que un fotógrafo como él desea: mar, montaña, playas, bosques, acantilados… Miles de rincones que se transforman dependiendo de la luz, la meteorología o la estación.
Decidieron venir a Asturias por un motivo principal: su naturaleza. Él es de Madrid y su mujer de Cartagena, pero encontraron aquí el entorno en el que siempre habían querido vivir. Trabajaba por cuenta ajena en un laboratorio y practicaba la fotografía como aficionado, pero Asturias le dio el espacio y la energía que necesitaba para girar su vida y comenzar una nueva aventura como fotógrafo de paisaje.
Dice que las palabras, las conversaciones y las relaciones sociales le cuestan, pero todo cambia cuando hay una cámara de por medio. Sus ojos ven lo que otros no encuentran y reconoce la belleza en lugares que para muchos son simples paisajes. Los nervios que normalmente vive, desaparecen y como él mismo dice entra en un estado zen que le permite captar la realidad de una manera diferente.
-¿Cómo llegaste a Asturias?
-Vivíamos en Madrid y nos trasladamos a Luarca. Cuando llegué, me puse a hacer lo que más me gustaba que era fotografía de paisaje. Como quería abrirme camino por mi cuenta, a los pocos años de llegar, abrí una tienda con una idea un poco bucólica de vender fotografía de paisaje y que la gente pudiese tener un pedacito de Asturias colgado en su casa. La tienda quedó muy bonita y, en verano, cuando había turistas, tenía bastante movimiento. Era muy original porque había un espacio expositivo y también era una especie de tienda de regalos en las que vendía objetos personalizados con fotografías como tazas o alfombrillas.
Además hice algo de fotografía social y, al cabo de unos años, auto edité un libro titulado Visiones naturales del occidente de Asturias. Me patrocinó Astilleros Armón y una parte de la tirada la utilizaron ellos como regalo y otra la distribuí por mi cuenta. Fue algo muy bonito y aquello me dio bastantes alegrías a nivel emocional porque a la gente le gustó mucho. Hace unos cinco años nos vinimos a vivir a Gijón y quise retomar el tema de la tienda, pero hacerlo de manera física era bastante complicado. Después llegó la pandemia y todo se complicó más. En mi cabeza siempre quise recuperar eso así que monté una tienda online y ahora estoy en fase de promocionarla.
“En la fotografía de paisaje se junta mi pasión por salir a la naturaleza, que fue la razón principal por la que vinimos a Asturias, con mi parte artística”
-¿Hacia qué líneas orientas tu trabajo?
-Por un lado, está el tema de los paisajes que es lo que he desarrollado todos estos años. Ahí se junta mi pasión por salir a la naturaleza, que fue la razón principal por la que vinimos a Asturias, con mi parte artística. Cuando hago fotos me gusta buscar la parte más pictórica, que tengan un componente etérico y onírico en la medida en la que el entorno me lo permite y yo lo logro captar que, lógicamente, no es siempre.
En paralelo también tengo el tema de las fotoletras, algo que ya se hace en otros países. Poco a poco he ido desarrollando un fotocedario en blanco y negro de Asturias que es por dónde me he movido. Si ves las fotos sueltas te pueden parecer más o menos bonitas, pero, cuando con ellas compones una palabra, todo toma otra dimensión. La cuestión es encontrar letras en las cosas que nos rodean. Puede ser en una pared, una ventana, una puerta, ramas de árboles… Aunque principalmente son elementos arquitectónicos. Es una manera diferente de ver lo que te rodea, de recorrer los pueblos o ciudades buscando formas de letras en algo tan cotidiano como una reja o la esquina de un edificio.
-Dices que la “fotografía es el medio a través del cual te puedes conectar con el entorno que te rodea”. ¿Cómo definirías esa conexión?
-Entras en una especie de trance o de conexión con el entorno. Te percatas muchísimo más de lo que hay a tu alrededor, te fijas en todos los detalles, sobre todo de la belleza porque es lo que estás buscando y empiezas a trabajar con la composición. Puedes irte un día de paseo y, más o menos, disfrutar del paisaje, pero, cuando tienes que hacer fotografía, te paras más. Empiezas a encuadrar todo con la mirada, buscas la estética de lo que estás viendo… y todo cobra otra fuerza.
Al final, lo que tratas de buscar es la síntesis de lo que tienes delante y transmitirlo. Puedes ir por un bosque y ver un montón de elementos, pero, en el momento en el que los quieres plasmar en una fotografía, tienes que trasladar todo ese caos a una imagen y que todas esas sensaciones que tú tienes, le lleguen a la gente. Jugar con la composición, la luz, con la atmósfera que se crea porque puede llover, nevar, estar nublado… Son condiciones que incluso pueden favorecer para crearla. La fotografía me permite darme cuenta de toda esa belleza y es muy reconfortante. Siempre digo que, en el día a día y dentro de todas las problemáticas que vivo, tengo que salir para recargarme las pilas y, además, hago algo que me gusta.
“Puedes irte un día de paseo y, más o menos, disfrutar del paisaje, pero, cuando tienes que hacer fotografía, te paras más. Empiezas a encuadrar todo con la mirada, buscas la estética de lo que estás viendo… y todo cobra otra fuerza”
-Tus fotos, ¿transmiten la realidad de lo que ves?
-Es que a lo mejor no quiero transmitir una realidad, ni la estoy buscando. Depende… Salvo que seas un fotógrafo documentalista que quieras retratar exactamente lo que estás viendo, a veces quieres transmitir la belleza captando lo que percibes de esa realidad. Impregnas en la fotografía tu manera de ver las cosas. No porque vayas a hacer algo irreal, pero vas a transmitir lo que está pasando a través de tu manera de entenderlo. Al final, cada fotógrafo elige qué estilo quiere darle a lo que ve. De hecho, hay un término que es ‘fotografía ventana’, que es la que transmite lo que ve, o ‘espejo’, que es la que transmite lo que el fotógrafo siente. En mi caso busco que tú vivas sensaciones cuando veas las fotos.
-¿Ves de manera diferente lo que sucede delante de ti cuando lo haces a través de la cámara o a través de tus ojos?
-Sí. Lo veo de otra manera. Yo soy una persona nerviosa, me estreso rápidamente y vivo la vida más ansioso de lo que debería, pero cuando me voy a hacer fotos, me encuentro súper a gusto, me relajo, paro y me entretengo lo que haga falta para conseguir una imagen. Es una manera de aislarme un poco del mundo. Hice bodas y bautizos, son otro tipo de fotos que pueden ser muy artísticas, pero es otro ritmo y una manera diferente de ver y actuar. Nunca me encontré muy a gusto con este tipo de fotografía. Las hice, la gente quedó contenta con el trabajo, pero no me sentí identificado.
-¿Con qué elementos te gusta jugar en tus fotografías?
-En un bosque, a veces, busco más la sensación de frondosidad, sobre todo en otoño que es muy espectacular por el colorido, las texturas… es casi como un tapiz. En cambio, si me voy a un paisaje nevado, ahí es otra cosa totalmente distinta porque todo se reduce a algo minimalista y eso es una maravilla porque, de pronto, todo se suaviza y solo queda un árbol asomando, un detalle al fondo, a lo mejor algún animal, pero tienes pocos elementos visibles. Esto es una gozada porque se consiguen imágenes muy bonitas y estéticas. Con el mar pasa lo mismo. Cuando vas a la costa puedes transmitir su fuerza a través del oleaje rompiendo, que es muy espectacular, o puedes ir otro día y buscar elementos paisajísticos como una piedra, un barco al fondo y haces otra composición completamente diferente. Y en un día nublado puedes trabajar con las sedas del mar cuando haces una larga exposición. Es muy satisfactorio cuando tienes esos pocos elementos y puedes componer trabajando con el mar, las estelas, el movimiento o la roca que está al fondo. Evidentemente si hay una atmósfera un poco interesante, mucho mejor.
“Cuando vas a la costa puedes transmitir su fuerza a través del oleaje rompiendo, que es muy espectacular, o puedes ir otro día y buscar elementos paisajísticos como una piedra, un barco al fondo y haces otra composición completamente diferente”
-A la hora de enfocar, ¿orden o caos?
-Piensa que tienes un rectángulo delante de ti y tienes que aprender a colocar las cosas en él. Está la famosa regla de los tercios y es importante conocerla y entenderla, pero luego la clave está en llevar las cosas un poco más al límite. Si quieres transmitir más fuerza puedes poner un elemento en un extremo, otro en el otro y crear un equilibrio con una diagonal… Con los años he ido aprendiendo a base de experimentar e ir a talleres y cursos. También pertenezco a una asociación que hay en Asturias de fotógrafos y sigo a los grandes maestros. Por ejemplo, hay un fotógrafo muy bueno de naturaleza, José Benito Ruiz, que ha dado talleres sobre composición que es una parte importantísima cuando quieres avanzar más y salirte de una fotografía básica. Siempre me ha preocupado formarme y estar aprendiendo permanentemente.
-¿Dirías que un fotógrafo es un contador de historias?
-Sí, por supuesto. Si con una fotografía logras transmitir un mensaje ya has hecho mucho. Una cosa que nos decía Benito es que tú tienes una primera parte de aprendizaje y de práctica. Cuando ya dominas la técnica, puedes pasar a una fase estética con la que logras hacer que una imagen funcione, sea bonita y agradable. Después viene el conseguir transmitir un mensaje con esa imagen y esto es lo más grande. A veces, una “simple” composición de rocas, te puede evocar cosas muy sorprendentes. Cuando consigues esto, que solo sucede de vez en cuando, te produce mucha emoción. Son mensajes mucho más potentes.
Una mañana de rocío hice una foto a una telaraña en la que había gotitas de agua que parecían neuronas. No solo conseguí una imagen estética y bonita, sino que de pronto, delante de mí, había una conexión neuronal como la que existe en nuestro cerebro. Son las fotos que te dan el subidón, pero, para esto, hay que salir y moverte mucho. También tener la mente en posición un poco zen para saber ver.
“Una mañana de rocío hice una foto a una telaraña en la que había gotitas de agua que parecían neuronas. No solo conseguí una imagen estética y bonita, sino que de pronto, delante de mí, había una conexión neuronal como la que existe en nuestro cerebro”
-¿Te expresas mejor con fotos que con palabras?
-Sí. Me cuesta mucho hablar, soy muy tímido y las relaciones sociales se me atascan bastante. Si me tiran de un tema que me gusta como el de la fotografía no tengo fin, pero reconozco que a los demás se les puede hacer muy pesado y hay que tener cuidado. En el libro, le pedí alguna colaboración a un amigo que escribe poemas, pero yo también les puse a las fotos frases poéticas que, con pocas palabras, acompañaran esa imagen y le dieran más fuerza. Pero reconozco que con las fotos consigo transmitir mucho más que con las palabras.