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jueves 12, diciembre 2024

Chechu Álava: “El arte tiene poder cuando trasciende”

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A la asturiana Chechu Álava siempre le gustó dibujar y eso la condujo a estudiar Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. Allí comenzó a pintar y ya nunca dejó de hacerlo. Pasó por Ámsterdam, Londres, Madrid y desde el año 2001 reside en París.

Un cuadro como una Matrioshka rusa que encierra dentro de sí secretos, mensajes, tesoros, miradas. O tal vez como un espejo en el que cada espectador se encuentra con lo que tiene dentro. Así es como entiende Chechu Álava lo que puede haber más allá de una pintura. Cada una de sus obras es un pasito hacia una libertad en la que sobran las palabras y también lo sentimental. Un paso más lejos de lo superficial. Un poco más cerca de algún lugar en el que lo humano y lo divino se dan la mano.

cuadro 1 de Chechu Álava
Foto cedida por Clérin-Morin

-¿Pintar es una forma de acceder a tu mundo interior, un refugio?
-Todo el mundo tiene un talento, un don que cuando la persona lo lleva a cabo pierde la noción del tiempo y no se hace con esfuerzo. No tiene por qué estar relacionado con lo artístico, puede ser cocinar o dedicarse a la astrofísica. A mí esto me sucede con la pintura. No es un refugio, es necesidad, si no lo hago, no estoy completa.

-¿El arte como un medio para ser libre?
-Claro, dedicarme a ello sí me hace libre. Si viviéramos en una sociedad en la que todo el mundo realizara sus talentos, seríamos mucho más libres. Tiene que ver también con el sentido de la existencia.

-¿Qué te produce o cómo te sientes ante un lienzo en blanco?
-Me gusta mucho la sensación de que todo sea posible, es la oportunidad de empezar algo que roce lo que nunca alcanzo.

“Si viviéramos en una sociedad en la que todo el mundo realizara sus talentos, seríamos mucho más libres”

-¿Qué tiene que tener una mujer para que te inspire y la quieras retratar?
-No hay reglas fijas. Simplemente me inspira, es como un flechazo. Pero puede ser una mezcla de belleza, fuerza y también vulnerabilidad. Algo profundamente humano, pero con un atisbo de lo que no se ve, de lo divino.

-En cada una de ellas, ¿también te ves a ti misma?
-Sí. A veces me reconozco en sus debilidades, en sus defectos. Y a la vez sus logros me sirven de ejemplo para superarme.

“Para mirar sin prejuicios primero hay que quitarse de encima mil aprendizajes, toda la programación que nos hacen desde niños”

-Cada obra tuya es un pensamiento o sentimiento convertido en pintura?
-La pintura no es pensamiento, y diría que tampoco es sentimiento, precisamente intento alejarme de lo sentimental… lo más difícil es estar en esa frontera, en ese límite, no quiero caer en lo ilustrativo, en lo superficial. Y al hacer figuración es más difícil todavía mantenerse en esa cuerda floja porque no pretendo ser narrativa.
La pintura es un lenguaje en sí mismo, en ella las palabras sobran, reducen. La pintura es pintura. Hay algo inefable en ella y eso me interesa mucho. Mi experiencia estética con la pintura se acerca más a la experiencia que podemos tener con la música.

-En cualquiera de tus obras, ¿cuánto hay más de lo que se ve a primera vista?
-Siempre digo que los cuadros son muñecas rusas, hay muchas muñequitas dentro de cada una. Pero los cuadros son también espejos, reflejan lo que cada espectador lleva dentro en ese momento. No solo dependen de mí, las completa el que las contempla.

cuadro 2 de Cheche Álava
Foto cedida por Clérin-Morin

-¿Por qué las mujeres de tus obras aparecen siempre “tras esa niebla”?
-No es algo premeditado, es mi escaramuza con la técnica… creo que además siempre tuve tendencia a pintar así, la imagen se intuye, no está muy recortada ni demasiado definida.

-¿Cómo hay que posicionarse frente a una obra para poder “entenderla”?
-Pienso que no hay que “entender” nada, de nuevo puedo poner el ejemplo de la música, a la que no se le pide entendimiento. Esto también se parece a lo que pasa con la física cuántica, cuando alguien cree que la ha entendido, quiere decir que no ha comprendido nada.

“El arte tiene poder cuando trasciende, cuando se conecta a algo que va más allá de lo meramente físico, de lo visible, cuando toca esa cuerda y nos pone frente a un umbral”

-¿Es posible una manera de mirar si prejuicios?
-Sí, pero primero hay que quitarse de encima mil aprendizajes, toda la programación que nos hacen desde niños. Yo creo que aún no lo he conseguido.

-En los tiempos que corren, en los que muchas veces se habla más de lo negativo que de cualquier otra cosa, ¿qué debería significar o ser el arte para la sociedad?
-No sé. Yo no pienso en términos “el arte”. Vivo mi necesidad de pintar, simplemente. Es algo muy íntimo y personal, muy relacionado con el sentido de mi vida. Pero si lo intentara analizar, pienso que en general el arte es un reflejo muy claro de la sociedad en la que se vive, en nuestro caso actual refleja una sociedad muy materialista, competitiva, individualista etc. El mercado del arte es frecuentemente una pantomima, también muchas obras me parecen que no están a la altura de nada. Todo va de la mano, la sociedad y el arte se parecen.

“Para que la obra acontezca, hay que desaparecer, el individuo desaparece, el creador se desvanece”

-¿Cuál es el poder del arte?
-El arte tiene poder cuando trasciende, cuando se conecta a algo que va más allá de lo meramente físico, de lo visible, cuando toca esa cuerda y nos pone frente a un umbral…Yo no sé explicarlo.

-Muchas obras han trascendido al tiempo y a sus propios creadores, ¿qué tiene que tener una obra para que esto suceda?
-Es una buena pregunta, seguramente tiene muchas respuestas. Con el arte antiguo muchas veces he sentido el estado de presencia de la persona que la creó. No se puede hacer cierto arte sublime y estar pensando en chorradas. A la vez, para que la obra acontezca, hay que desaparecer, el individuo desaparece, el creador se desvanece. Es un ir y venir, estar y no estar. Hay una mezcla de amor, de belleza, de dolor, de muchas cosas, pero tienen que ser auténticas. No depende de la temática, ni de la técnica, ni de las dos cosas juntas, es un misterio.

-¿Eres la pintora que quieres ser?
-No, en absoluto. A mí me gustaría ser mucho mejor pintora. Estoy intentándolo.

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