Ya no se escucha el sonido metálico que acompañaba a la extracción del carbón. La atmósfera se respira limpia. Los restos industriales repartidos por este valle que llegó a tener hasta ochocientas minas se encuentran, en su mayoría, integrados en la naturaleza que ha vuelto a recuperar su espacio. Visitar la historia de esta transformación es un viaje a los orígenes.
El Valle de Turón está ubicado en el municipio de Mieres, en la mitad sur de la zona central de Asturias. Su historia es la de una zona agrícola y ganadera que se transforma, convirtiéndose en el epicentro de una frenética actividad industrial que cambiaría la vida de toda esta gente y su futuro.
La culpa de todo esto la tiene el carbón. Este negro mineral además de proporcionar energía tiene la capacidad de transformar todo el entorno. La actividad extractiva dejó el subsuelo de este valle como un queso Gruyere, un laberinto formado por miles de kilómetros de galerías, en ocasiones a más de dos mil metros de profundidad. Y por fuera el carbón introdujo cambios tanto en el paisaje como en el paisanaje, en las estructuras sociales, económicas y costumbres de la zona. Poco a poco se abandonó la forma de vida tradicional y el ganadero se hizo minero. Hubo un importante crecimiento urbanístico y demográfico, llegaron emigrantes de toda España y empezaron a surgir de forma repentina poblados y barriadas de mineros. No había suficientes viviendas para todos los recién llegados así que se empiezan a ocupar los hórreos, paneras y cuadras, y muchos hogares se convierten en improvisadas pensiones. Pero después de casi ciento cincuenta años de explotación minera llega la lenta agonía post-industrial y el fenómeno de la despoblación.
Hoy el Valle de Turón, declarado por la corporación municipal como Patrimonio Histórico de la Minería, alberga en su seno objetos, elementos, instalaciones ligadas al proceso de extracción del carbón mimetizadas en medio de una densa vegetación de hayas, robles, castaños que forman un activo turístico que une pasado industrial y naturaleza. La Vía Verde del Valle de Turón nos lleva, a lo largo de catorce kilómetros, a conocer la historia más reciente de este valle repleta de valores históricos, socioculturales, técnicos y antropológicos que merece la pena conocer.
La Vía Verde
Se trata de un recorrido a pie de algo más de catorce kilómetros (ida y vuelta) que parte del puente de Reicastro en Ujo y termina en el área recreativa de El Mosquil. Un itinerario que transmite al caminante alguno de los valores culturales y naturales que encierra este espacio integrado en el Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras.
Desde el puente de donde parte la ruta ya podemos ver una panorámica de toda la orografía de este angosto recorrido, orientado de este a oeste, que tiene como final la imponente silueta de la sierra del Aramo.
La primera parte de la senda transcurre por la antigua caja del ferrocarril que en 1891 construyó la compañía Hulleras de Turón. En poco tiempo se llega a la primera de las minas, Pozo Figaredo, cuyos orígenes se remontan a 1866. Cesó su actividad en 2007. Consta de dos pozos con sus correspondientes castilletes. El más antiguo, San Vicente, tiene una profundidad de quinientos metros y un castillete de cuarenta. El otro, San Inocencio, llega hasta los doscientos cincuenta por debajo del nivel del mar y su castillete mide treinta metros. El complejo de este Pozo lo forman además el Socavón I y II (bocaminas), la Casa de máquinas, el Castillete Torre de extracción San Vicente y la Chimenea de la 2ª batería de hornos de cok.
El Pozo Espinos, considerado el más antiguo de España, puede visitarse y tiene un Centro de Interpretación
Seguimos el camino y llegamos al barrio minero de San Francisco que ofrece una bonita panorámica del valle. Cerca encontraremos un área de descanso donde podemos ver el monumento a los ochocientos mineros fallecidos en el valle de Turón a lo largo de esta actividad laboral. Retomamos la ruta que nos conduce a las instalaciones del Pozo Santa Bárbara, declarado Bien de Interés Cultural en 2008. Una mina abandonada pero con mucha historia detrás, tal es así que la organización internacional de arquitectos Docomomo, la ha registrado como uno de los 125 mejores conjuntos de arquitectura industrial de España y Portugal. Aún se puede ver lo que antes era la sala de máquinas, el antiguo pozo que se empezó a profundizar durante la Primera Guerra Mundial, dos salas de máquinas y dos castilletes.
Un poco más adelante en la localidad de San Andrés encontramos el Pozo Espinos, levantado en 1905 y considerado el más antiguo de España en cuanto a su curioso castillete extractivo. Estas instalaciones se restauraron e incluyen un centro de interpretación del pozo y el Museo de la Lámpara. Hay visitas guiadas que se pueden concertar con antelación.
Continuamos la senda hacia Villandio y atravesamos un puente metálico que cruzamos para llegar al Centro del Pozo Fortuna. Allí encontraremos una bocamina restaurada, el Socavón de La Rebaldana y un curioso polvorín donde se pueden experimentar las sensaciones del trabajo bajo tierra. Allí también se encuentra el monolito erigido en honor de las cerca de cuatrocientas personas asesinadas durante la dictadura franquista y enterradas en la fosa común del Pozo Fortuna. El monumento está cargado de simbolismo ya que emerge de la propia caña del pozo. Es obra del artista turonés Juan Luis Varela.
El último tramo lo recorremos rodeados de naturaleza, pasamos por los túneles de Biesca y Pisones, atravesamos los viaductos de Arnizo y Pomar y el edificio, antiguo depósito de máquinas ahora restaurado, que alberga en su interior un museo de máquinas mineras.
La ruta se prolonga hasta llegar a El Mosquil, un verdadero museo al aire libre donde podemos encontrar restos de un edificio que contenía oficinas y casa de aseos, distinta maquinaria, un plano inclinado con su sistema de transporte exterior propio de las minas de montaña, así como una bocamina recientemente restaurada.
Todo este espacio está rodeado de un frondoso bosque y distintos caminos que llevan a la Sierra de Navaliego y conecta con la red de sendas mineras. En este lugar nos podemos tomar un merecido descanso antes de iniciar el regreso de nuevo hasta Figaredo.
La senda verde del Valle de Turón y todo el entramado de espacios visitables y visitas guiadas que se han organizado han conseguido dar una segunda oportunidad a estos elementos del patrimonio industrial, que convierten a este valle en un auténtico museo al aire libre.