Paco Arango es el presidente de la Fundación Aladina. Vinculado a Asturias por parte de padre, ha encomendado su vida a la ayuda de niños que padecen cáncer y también a sus familias. Gracias a Aladina, el HUCA tuvo el primer autocovid pediátrico de España y también, junto con la Consejería de Sanidad, han sido los responsables de la decoración del área pediátrica de éste hospital en el que, cada año, atienden a más de dos mil niños.
Mientras gran parte de los seres humanos buscan una estabilidad que les permita vivir una vida acomodada, alejada del sufrimiento y sin grandes sobresaltos, hay otros que, teniendo todo esto al alcance de la mano, apuestan por ponerse al servicio de los demás y ayudar. Paco Arango podría ser de los primeros, pero decidió ser de los segundos. En el año 2000, hablando con un amigo sacerdote, le pidió que le ayudase a encontrar algo difícil a lo que poder entregar su bien más preciado: su tiempo. A los pocos días comenzó a trabajar como voluntario con los niños con cáncer en el Hospital Niño Jesús de Madrid. No salió de ahí nunca más. Estos pequeños y sus familias conquistaron su corazón y le mostraron el camino que debía tomar su vida.
Paco Arango está lleno de vida, de ilusión, de proyectos, de ideas. Ahora ya no tiene tiempo, porque desde que decidió entregarlo, lo hizo sin condiciones. A cambio, tiene algo difícil de encontrar sin pasar por el compromiso: la tranquilidad de saber que está haciendo lo que tiene que hacer.
-Cantante, actor, director de cine, guionista, filántropo… ¿Quién eres para ti mismo?
-Sin lugar a dudas, soy un cineasta porque esa es mi profesión y con ella transmito lo que vivo a la gente. Si no, todo se quedaría en conversaciones como esta y no valdría para nada más. Pero soy una persona a la que le encomendaron ayudar a niños enfermos y me lo he tomado muy a pecho. Gracias a Dios estoy acompañado de gente maravillosa que me ayuda a ejercer muy bien una labor y todavía quiero hacer más. Quiero marcar la diferencia, encender una lucecita dentro de mis posibilidades en este mundo que está tan fastidiado.
-¿Eras otra persona antes de descubrir esa labor que te encomendaron?
-No, soy el mismo. Yo siempre tuve una inquietud de ayudar. En el mundo de la canción y donde me movía, mi ego estaba siempre guapito, bien peinado, y ahora lo tengo encerrado en un cajón. De pronto sale, baila y está muy guapo, pero mis prioridades ya son otras.
“Soy una persona a la que le encomendaron ayudar a niños enfermos y me lo he tomado muy a pecho”
-Aladina trabaja tanto dentro como fuera de España…
-En plena guerra, trajimos a más de ochenta niños de Ucrania a diferentes hospitales de España y estamos cuidando tanto de ellos como a parte de sus familias. Estamos también muy presentes en la guerra de Armenia, que está siendo horrible. Cuando hubo la bomba en el Líbano, entramos con un dinero muy significativo para poder ayudar a niños que iban a morir porque no había trasplantes. En Jordania estamos ayudando en el hospital y también estamos muy ligados en México a una asociación que es como Aladina. Luego, gracias a mis películas, cada vez que vamos a un país, donamos el dinero a fundaciones presenciales del territorio, con lo cual, estamos hermanados con muchos lugares. Cuanta más capacidad tengamos, más haremos. Yo estoy ahora mismo obsesionado con la cantidad de niños que hay en Gaza viviendo una situación horrible. Solo en Rafah creo que la cifra es de 17.000 niños solos, sin familia y muchos de ellos sin medicamentos. Estoy deseando que haya un alto el fuego para poder entrar al ataque porque eso es una atrocidad.
-¿Cómo gestionas las emociones en situaciones en las que se mezclan tantas cosas?
-Yo creo que te pasa a ti igual que a mí. Lo haces con la pena de ver que somos un mismo pueblo y estamos todos compartiendo el mismo planeta. Yo tengo la enorme suerte de haber tenido el don de la fe. Lo tuve desde pequeño, nunca lo perdí y eso que mi padre es ateo, mi madre era muy creyente pero nada ortodoxa y no he tenido una educación cristiana. Estoy escribiendo un libro que, cuando lo publique, van a pensar que fumé marihuana porque se va a titular “Si no crees en Dios, te doy su teléfono”. En él cuento todas mis vivencias para que la gente vea que a lo largo de todo lo que he hecho, que ya es mucho, yo he vivido un mundo de Harry Potter con situaciones reales que se pueden tocar y ver. Gracias a esta creencia que me acompaña, puedo vivir la realidad que me rodea que, a veces, es muy desagradable.
-Y ¿quién es Dios para ti?
-Para mí es tan real como esta conversación que estamos teniendo. Es un ser bondadoso que nos ha dado libertad total y plena para pensar, rechazarlo si queremos y hacer lo que nos dé la gana, pero que está deseando acompañarnos. No tiene intención de interferir en tu forma de ser sino estar a tu lado y quiere el bien de todos. Es un ser vivo, alguien con quien puedes tener una relación íntima. Entiendo que para aquellos que no crean suene como soberbio o un poco chulesco, pero no soy el único que ha vivido esto. Y repito que no he recibido una educación religiosa. A lo largo de veintidós años trabajando con niños con cáncer he visto morir a muchos, pero en casi todas esas experiencias, yo he visto a Dios llorar en el hospital a su lado y, cómo el Míster, como yo le llamo, necesita humanos que curren, actúen en el mundo físico, den abrazos que no sean virtuales; me necesita y a mí me presta, lo siento y lo tengo muy cerca. Fíjate que los discípulos de Jesús no eran santos, eran unos locos estropeados, y yo soy uno más de ellos.
-Viendo lo que te rodea, ¿qué le dices cuando hablas con él?
-Le digo de todo. Muchas veces le pido perdón por ser tan desastre. Pero no pasan cinco minutos en los que no estemos charlando porque es algo instintivo. Hace poco estuve en el lugar donde bautizaron a Jesús y fue muy impresionante. Soy muy niño, tenía muchas expectativas con ese viaje y fue muy especial porque me conectó con la simpleza de entender que él también era humano. Su padre le dio los mismos miedos que tenemos tú y yo. Sabía que era el hijo de Dios, pero también tuvo que vivir todas esas inseguridades. Yo creo que la caridad me ha llevado a Dios. Cosa increíble porque, supuestamente, es al revés. La caridad es uno de los actos más bellos que puede hacer el ser humano. Yo lo practico y me hace muy feliz.
“La caridad es uno de los actos más bellos que puede hacer el ser humano. Yo lo practico y me hace muy feliz”
-¿Cuál es el poder de Paco Arango?
-Alivio dolor. En mi labor, yo me especializo en el momento en el que un niño va a fallecer. Soy una pieza importante para aliviar toda la situación cuando llega ese momento. Eso es muy duro, pero también en esos momentos el de arriba rompe las reglas de la fe. Con esto me refiero a que no tenemos que saber que existe, porque sino todo el mundo creería en él. Cuando muere un niño, él rompe las reglas. Le importa un bledo todo y hay señales maravillosas que no son normales. Son pequeños milagros que te das cuenta de que no pertenecen a este mundo y que te hablan en clave de amor.
-¿Cómo consigues que el dolor duela menos?
-Esa lección la aprendí la primera vez que perdí a un niño. Se llamaba Sergio. Esa noche, tenía la fiesta de un amigo que además había organizado yo y que no ponía cancelar. Entré en una crisis existencial porque pensaba: ¿qué va a ser de mí? ¿Cómo uno estos dos mundos? La gente no me veía contento, me preguntaban qué me pasaba, pero tampoco podía contarles lo que acababa de vivir. No sabía cómo enfocar todo aquello y la conclusión a la que llegué, que me parece la más inteligente, es que ambas realidades son necesarias. Yo tengo que estar lleno de vida y de felicidad porque tengo motivos para ello. No todo lo que pasa con los niños es malo, porque el 80% se salvan y se convierten en mis amigos y mi familia de por vida. Yo uso una frase que se utiliza mucho en los hospitales que es: “tienes ocho segundos para llorar”. No es que no puedas hacerlo durante más tiempo, pero significa que cuando pasa algo malo, al poco tiempo pasa algo alucinantemente bueno y vuelve a surgir tu sonrisa. Un niño te necesita con todas las de la ley y tú sólo te puedes permitir estar triste el tiempo justo para que el próximo no te reciba con esa energía. ¿Que me gustaría que fuese de otra forma? Por supuesto, pero no es así.
“Yo tengo que estar lleno de vida y de felicidad porque tengo motivos para ello. No todo lo que pasa con los niños es malo, porque el 80% se salvan y se convierten en mis amigos y mi familia de por vida”
-¿La Fundación es como un faro siempre al norte?
-Aladina trae luz en momentos en los que hay muchísima oscuridad y dureza. Nosotros cuidamos a los padres un año entero después de que fallece el niño. Los unimos entre ellos y durante ese tiempo los acompañamos y les devolvemos la sonrisa. Ese es el mayor regalo que podemos hacer por sus hijos. Que se den cuenta de que ellos también fueron niños, todos lo hemos sido, y ahora parece que al ser adultos y convertirse en padres, ya no nos queda otra que vivir las cosas de mayores. ¡Pues no! Hay que sanar al padre, a la madre y a los hermanos que son los más damnificados de todos. El subconsciente de un niño o una niña que es hermano de otro enfermo, no entiende. Con su mente infantil llegan a conclusiones falsas. Yo he visto anorexias en niñas sanas porque su hermana está enferma. Hay que estar muy pendiente de todo el entorno y cuidar a todos.
-¿Y qué o quién cura tus heridas?
-Mi respuesta una vez más es que la fe. Mi relación con el Míster me permite sanar. Muchas veces me curo con la gente que vive lo mismo que yo porque lloramos juntos, estamos en la primera línea de batalla y la cercanía que tú tienes con esas personas que están en ésta guerra es increíble. Yo puedo vivir las muertes de los niños relativamente bien porque no pienso, sé que aquí no se acaba la cosa. Por supuesto que no quiero que ocurra, es una mierda que suceda, claro que quedarse con las familias que están hechas polvo es lo peor del mundo, pero sé que el que se va, está mejor que yo. Creer en esto, obviamente, me ayuda.
“Un niño te necesita con todas las de la ley y tú sólo te puedes permitir estar triste el tiempo justo para que el próximo niño no te reciba con esa energía”
-¿Hay que quitarle fuerza a la oscuridad?
-Por supuestísimo. Hay veces que, cuando se mueren muchos niños de golpe, parece que se te vienen todas las cosas encima, pero enseguida dices: no, abandonar nunca. Esto es algo en lo que nunca nos van a derrotar. Hay que seguir con la esperanza de que hay algo que es más importante. Siempre digo que no está en juego ni la vida ni la muerte. Está en juego el amor. Y estos niños son campeones y profesores de eso. Cuando fallece un niño nosotros nos encargamos de todos los trámites funerarios. Intentamos que la burocracia humana no impacte sobre los papás y las familias que están viviendo ese momento duro. Cuando vamos al tanatorio, a veces estamos más en segundo plano porque nos da como vergüenza estar en ese momento tan íntimo, pero no te puedes imaginar lo que nos buscan las familias. Dentro de esa situación, no todo ha sido malo. Por eso te digo que Aladina es una luz importante en todo este proceso.
-¿Qué es para ti el amor?
-Lo es todo. Es lo único que es igual en todas las partes del mundo independientemente de tu religión, nacionalidad o ideología. Es lo mismo en todos los lugares de la Tierra. De por ahí arriba no tengo la seguridad porque nunca nadie me ha enseñado lo que hay, pero yo sí creo que es igual que aquí. Habla un único lenguaje.
“Hay veces que, cuando se mueren muchos niños de golpe, parece que se te vienen todas las cosas encima, pero enseguida dices: no, abandonar nunca”
-¿Dios escribe con renglones torcidos?
-¡¡Siempre!! Hay que cambiarle el boli… Yo creo que para los humanos, lo más difícil es pensar que el tiempo no existe, y estos son los renglones torcidos de Dios. A veces queremos que haga cosas que él ya está haciendo, lo que pasa es que no nos llega como nos gustaría o pensamos que llega muy tarde, y otras es verdad que no llega. Pero la realidad es que siempre está ahí y hay que aprender a leer e interpretar su lenguaje. Sé que él es mi jefe y no lo puedo cambiar por otro. Así que es imposible enfadarse con él. Te puedes decepcionar, te puedes quejar, pero es un poco surrealista porque no tiene sentido.
-Últimamente, al Míster, le caen por todos los lados y de todos los colores…
-El de arriba siempre está buscando entrar en tu vida. Está viendo de qué forma puede hacerlo. Es supereducado, no va a intentar atropellarte. Si no quieres creer en él, te va a respetar igual, pero siempre está pendiente por si te apetece intimar. Y, cuando lo haces, se te abre una luz que te permite ver la vida de otra manera. Es una pena porque, la religión, la Iglesia católica, ha sido muy de humanos, con muchos errores y muchas cosas que no han estado bien. Entonces, si tú tienes dudas, y luego te enteras de que hay unos curas que son pedófilos, ¿cómo te vas a acercar a eso? La frase típica es: creo en Dios pero no en la religión ni en la Iglesia. Siempre digo: ¡perfecto! Eso da igual, ya me dirás qué piensas en un futuro, pero olvídate de eso en este momento. Busca la fuente directa.
-¿Hay dos iglesias?
-Sí, claro que las hay. A veces, la embajada que le han puesto a Dios en la Tierra es un poco chunga. Con corrupción y un poco desastre, pero eso no quita que haya pociones y hechizos mágicos que él utiliza a través de esas embajadas aunque sean malas. También es cierto que en la Iglesia hay gente maravillosa. Por ejemplo, mira a Cáritas que están haciendo cosas impresionantes. El Padre Ángel que es otro ser al que cualquier calificativo se le queda corto. Es la caridad cercana. Muchas veces se meten con él y a mí alguien me dijo un día: “mira Paco, cuando tú hagas algo por el bien de otros y se metan contigo, es que vas muy bien porque al malo no le mola”. Muchas veces es la Iglesia de los humanos, pero ahí también está la presencia de Dios.
“A veces, la embajada que le han puesto a Dios en la Tierra es un poco chunga. Con corrupción y un poco desastre (…). Pero también es cierto que en la Iglesia hay gente maravillosa”
-¿Qué te cabrea?
-La falta de ternura, de piedad. La crueldad. Me enfada mucho cuando la gente no arrima el corazón pudiendo hacerlo. No me cabreo muy a menudo, pero tengo mucho nervio cuando veo cosas que son muy injustas y ahí sí que salto a la yugular. No es lo mismo un médico que sea amable en una reunión en la que toca dar malas noticias, a otro que es un bloque de hielo. No digo que ocurra muchas veces, pero, cuando sucede, me enfada mucho.
-¿Te duran mucho esos enfados?
-Las cosas me pegan fuerte, pero me duran poco. Y luego, también existe el mal. No voy a entrar mucho en este tema porque cada uno tiene su forma de verlo, pero tenemos la opción de escoger y lo que sí es muy importante es perdonar. Sanar. Esto es clave. Pero lo es para nosotros, olvídate del mundo y del resto de la gente. Es vital para cada uno, y esto también me lo han enseñado.
“Los gobiernos de cualquier signo político son muy allegados a los niños enfermos. Lo ‘bueno’ de un niño con cáncer es que es muy difícil decirle que no”
-¿Temas políticos siempre al margen?
-Yo intento ser apolítico, pero sí salté cuando Pablo Iglesias se metió con Amancio Ortega. Él ha donado unas máquinas de protonterapia que han salvado la vida a más de noventa niños de manera constatada. Yo no entro en temas de impuestos, ni en cuestiones tributarias, pero si pudiese hablar con Pablo Iglesias, le diría que si le hubiésemos hecho caso a él, esos niños hubiesen perdido la vida. Encuentra otra forma de atacar a lo que quieras, pero no impidas que un niño sobreviva. Es la única vez que entré en política. De todas formas, te diré que los gobiernos de cualquier signo político son muy allegados a los niños enfermos. Lo “bueno” de un niño con cáncer es que es muy difícil decirle que no. Cuando trajimos a los ochenta y tres niños de Ucrania, el gobierno fletó un avión y nos ayudaron mucho. En general, estos niños mueven el cotarro y eso es muy bueno porque es como un comodín que siempre juega a nuestro favor. Pero en el resto de temas políticos prefiero estar ausente porque, aunque sí lo hace a nivel individual, no me incumbe en cuanto al trabajo que realizo. Por supuesto que me gustaría recibir ayudas estatales, pero te puedo asegurar que Aladina nunca ha recibido ninguna.
-¿Qué crees que hay después?
-Pues algo mucho más importante que esto y para siempre. Primero, no hay tiempo con lo cual hay eternidad y, sobre todo, se acabó el dolor y las penas. Esta es una experiencia terrenal en un cuerpo espiritual. Esto es lo que yo pienso, lo que pasa es que no lo sabemos.
Yo tengo en mi casa una escultura preciosa de un mendigo que está sentado en el jardín pidiendo dinero y tiene un velo porque se está protegiendo. Si te acercas, ves que tiene una herida en la mano que tiene tendida y, quien está debajo de ese manto, es Jesús. Detrás está Mateo 26 que dice que cuando ayudes a una persona que no tiene nada, es pobre o necesita ayuda, me estas ayudando a mí. Esta es mi filosofía y ¡tengo un chollo que te mueres!
“He estado con muchos ángeles, porque todos esos niños lo son y sé que yo no les llego ni a la altura del tobillo, pero he tenido la suerte de conocerlos, de estar con ellos y, una vez más, el amor nos une”
-¿Eres la suma de todos esos niños y esas familias que han pasado por tu vida?
-Me encantaría pensar que es así pero no lo sé… He estado con muchos ángeles, porque todos esos niños lo son y sé que yo no les llego ni a la altura del tobillo, pero he tenido la suerte de conocerlos, de estar con ellos y, una vez más, el amor nos une. Ahí sí que siento que tenemos un empate.
-¿Tu felicidad son los demás?
-Mi felicidad es estar en paz. Saber que estoy haciendo, más o menos, suficiente con todo lo que me han dado y que tengo al de arriba cerca. Sé que trabajo para él y me presto para que me utilice. Y si es en detrimento de lo que yo busco, como firmé el contrato, pues me jodí porque ya me comprometí y no hay vuelta atrás. Yo sé que mi vida es por y para los niños. Así que hay veces que las cosas molan mucho, otras que es muy duro y otras que no es lo mejor para Paco, pero da igual. En el fondo, mi felicidad es muy grande. También tengo que decirte que me lo paso muy bien y que no soy ningún santo, que nadie piense que vivo una vida mística porque no es así.
“Yo sé que mi vida es por y para los niños. Así que hay veces que las cosas molan mucho, otras que es muy duro y otras que no es lo mejor para Paco, pero da igual”
-¿Existen los milagros?
-Vivo con milagros semanales. Te voy a contar uno que es alucinante: yo le pido ayuda a un cura y le digo “ayúdame a encontrar algo difícil”, y me dice “mañana empiezas a trabajar con niños con cáncer”. A los cuatro años y medio de estar trabajando todos los días, comí un día con él y le dije que iba a crear una fundación porque lo que estaba haciendo funcionaba y me tenía que sobrevivir. Él me habló de la doctora Blanca López Ibor y me comentó que igual me podía ayudar aunque él no la conocía.
Unos cuatro meses antes, una monja había venido a mi casa a pedirme dinero y la liquidé en treinta y siete segundos, pero me quedé con su estampita, la cual me persiguió por toda la casa sin saber porqué. Me quedé incómodo y le dije a mi secretaria que a esa señora la tenía que encontrar porque había pasado de ella totalmente y no podía ser.
Esa semana venía U2, que es mi grupo favorito, a tocar a Madrid y gracias a mi hermano iba a conocer a Bono. Cuando me lo presenta me dice en inglés: “hermano Paco, perdóname porque he pecado”. Me da la mano y se va. Mi hermano y yo nos quedamos volados. Durante el concierto estábamos en la torre de control y yo empecé a hablar con Dios porque, por una cosa que me había pasado antes del concierto con un actor famoso, notaba que tenía el ego removido. Le dije: “llevo cuatro años y medio en el hospital, me voy a ir a Estados Unidos, voy a empezar a hacer cine y tú me vas a ayudar porque te he entregado mi vida y ahora te toca a ti ayudarme”. Estaba decidido a irme al día siguiente y, justo en ese momento, dice Bono: “Quiero dedicarle esta canción a los médicos y enfermeras que nos mantienen vivos, y en especial a un hospital que ayuda a muchos niños aquí en Madrid, pero no me acuerdo cómo se llama”. Yo pensé: como sea el Niño Jesús, me da algo. Todo el Vicente Calderón empezó a gritar ¡Niño Jesús! Obviamente me quedé en España.
Y, no te lo creerás, pero cuando fui al hospital para conocer a la doctora que me iba a ayudar a poner en marcha la Fundación, entré por la puerta con la misma monja que había venido a mi casa y resulta que dicha doctora era la esposa de mi mejor amigo.
-Imposible no creer…
-Pero espera que la cosa continúa. Hace unas semanas estaba camino de Holanda porque vamos a hacer en Madrid la unificación de todos los hospitales pediátricos de cáncer y esto ya lo han hecho allí. Es un proyecto en el que está trabajando mucha gente y que va a costar unos setenta millones fácilmente. Pues estaba en el coche con el doctor Antonio Pérez, el director de la unidad de cáncer pediátrico de La Paz, que lo conozco desde hace veintidós años, me regala el libro que ha escrito Bono y me dice que en él habla del Niño Jesús. Me quedé paralizado y le conté mi historia. Él me pregunta: ¿sabes por qué Bono dijo eso? Y resulta que fue porque él le había escrito una carta hablándole del trabajo que se estaba haciendo en ese hospital. ¡Flipa! Y hace cuatro meses, fueron a Nueva York a conocer a Bono y ¿sabes quién los llevó? El actor que pasó de mí en el concierto. ¿Cómo te comes esto?