En El Tínfanu se decía que se aparecía una encantada, una moza muy guapa, peinándose con peine de oro por San Xuan. En el camino de Les Mestes también se aparecía otra encantada, esta tenía la capacidad de transformarse en culebra. En ese lugar también por San Xuan se aparecía una pita con los pitinos de oro.
En Priañes, en el lugar conocido como El Castru, se localiza un yacimiento castreño que fue catalogado por José Manuel González en 1960. La tradición oral lo atribuye a los míticos moros. En el pueblo de Priañes hay una finca que llaman El Güertu’l Conventu pues, según la tradición, allí había un convento, aunque a día de hoy no queda ningún resto. Cerca quedan las ruinas de la casa más antigua del pueblo, conocida como La Casa de les Culiebres, La Casa Quemada o La Casa’l Diablu.
En La Cueva’l Gubín la gente buscó infructuosamente un tesoro de oro de los moros; lo mismo ocurrió en los alrededores de la iglesia de San Pedru de Nora, donde además llamaron a un “mago adivino” para que les indicase donde cavar.
También se contaba que en La Cascayal (Berció-Grau) había un palacio (en realidad un asentamiento castreño) y la princesa que allí vivía se enamoró de un pastor de Priañes. Sus padres eran contrarios a esta unión, así que los enamorados decidieron suicidarse arrojándose a las aguas del río Nalón desde La Peña’l Gubín.