En 2021, el rapero Ruboh sacará a la luz su primer disco. Hasta el momento dos temas, GPS y Manos de redera, son el adelanto de este trabajo que está elaborando con calma, apoyándose en músicos amigos, pero con las ideas muy claras de lo que quiere transmitir. Es la música que a él le gustaría escuchar.
Nació en Cataluña, pero su familia se trasladó a Avilés cuando él era pequeño y aquí se ha quedado hasta la fecha. Se ha criado entre mujeres y eso ha marcado no solo el sentido de su música sino la forma de entender la vida. A través de las canciones que está escribiendo para su disco, dice su verdad bajo la responsabilidad que adquiere quien tiene un micro en la mano y sabe que va a ser escuchado por un volumen indeterminado de gente. No se reconoce en el inconformismo, ni tampoco en ninguna de las canciones que se escriben denigrando a la mujer, pero sí en la forma que tienen los artistas de ver y encontrar la belleza. Últimamente no solo se sorprende de lo que surge de él cuando pone punto final a una canción, sino también de lo bien que le hace sentirse.
-¿Qué encontraste en el rap o en el hip hop que no encontraste en otros estilos de música?
-Empecé a escuchar rap desde que era muy joven y es el movimiento al que me he agarrado. Con el hip hop no solo tienes música, te metes en ese mundo y está el grafiti, el Break Dance, los DJ… Es un estilo de vida. En realidad, las canciones hablan de lo que a mí me representa directamente. No tengo nada en contra de los temas de amor o desamor, de hecho, tengo alguna, pero es cierto que cuando escucho alguna de hip hop hablando de los problemas que yo tengo directamente, es muy difícil que no me afecte y me emocione porque me doy cuenta de que esa letra tiene razón. Siempre me gustó el rap que hablaba de las cosas que me podían pasar a mí o al vecino. Yo recuerdo un disco doble de Nach, el segundo se llamaba Miradas y hablaba de un taxista, de una prostituta y de cosas que no me pasan directamente a mí, pero en cierta forma me tocan dentro y me representan.
“Si tienes un micro en la mano, o escribes cosas que la gente va a leer, tienes que ser responsable”
-¿Entiendes la música sin compromiso sea del tipo que sea?
-Yo creo que no. Si tienes un micro en la mano, o escribes cosas que la gente va a leer, tienes que ser responsable. Cuando tú estás hablando de una canción de amor o de desamor, en realidad, estás mandando un mensaje, con lo cual también hay que ser coherente con ello. Yo detesto las canciones que denigran a la mujer, porque no puedes popularizar una idea sobre cualquier tema y que sea negativa. Tampoco es que todos los artistas tengan que hablar de las cosas que suceden y que todo sea un drama que te convierta en un mártir. Creo que todo el mundo debería ser responsable de lo que dice y con lo que dice.
-En el caso de GPS ¿qué fue lo que te hizo comprometerte con esa canción?
-Sin ninguna duda la historia. Me la hizo llegar Enrique Patricio a través de la Asociación Galbán y de Clowntigo, que trabajan en el hospital animando a los niños con cáncer. Me pasaron un texto y era una carta en forma de rap que una madre le escribió a su hijo que estaba enfermo de cáncer y al que le gustaba mucho este tipo de música. Se la recitó como pudo el día de su cumpleaños y poco después falleció. Hicieron una charla donde ella contó su experiencia y es una auténtica madre coraje. Me preguntaron si podía ponerle música y la respuesta no podía ser no. Te lo estoy diciendo y todavía se me ponen los pelos de punta. Llamé a Zeros que es un productor asturiano, le pregunté si tenía algo para ese tipo de canción, estuvimos mirando unos instrumentales que tenía de archivo, retocamos algunas cosas y ahí está GPS.
-¿Y qué me cuentas de Manos de redera?
-Es un homenaje a mi madre. Ella es de Ribadeo, es redera de profesión y lo fue siempre hasta que se marchó a vivir a Barcelona en el 77. En el 78 ya estaba trabajando en la limpieza en un hospital en el que los derechos de los trabajadores no existían, todo eran obligaciones. Ni siquiera había un convenio de limpieza: nada marcaba los horarios, ni los sueldos y cada uno cobraba lo que fuese capaz de negociar en el momento en el que lo contrataban. Fíjate que, gente haciendo el mismo trabajo, unos tenían vacaciones y otros no. En las primeras elecciones sindicales que hubo después de morir Franco, decidieron que se presentara ella por CCOO para hacer bulto, porque se suponía que iba a ganar UGT. Mi madre aceptó y resulta que ganaron. De pronto se encuentra en ese puesto, con los estudios que ella tenía que no eran nada, sin tener ni idea de política, ni de sindicatos y representando a 185 trabajadores. En la primera reunión con el jefe de personal, lo primero que hizo fue pedir un aumento para todo el mundo y ahí ya le hicieron un feo bastante grande. Esa reunión fue a las seis de la mañana, el hombre estaba apoyado en el capó de su coche y ya de lejos le dijo riéndose: “me dicen que queréis un aumento de sueldo”. Metió la mano en el bolsillo, sacó unas monedas, las tiró encima del coche y le dijo: “es todo lo que tengo, repartirlo entre todos”. Esto marcó la primera reunión del comité y a partir de aquí comenzó a convocar huelgas, a defender los derechos de los trabajadores tanto individuales como colectivos. Cualquier problema que tuviese un trabajador ya era una guerra. Mi madre llegó a convocar cuatro huelgas de limpieza en el mismo año. Además, no eran como ahora, porque los servicios mínimos eran solo para limpiar los quirófanos y cuando marchaban los dejaban todavía más sucios para que no los pudieran utilizar.
“Nunca he sido una persona conformista y eso también lo heredé de mi madre, porque te hace pensar que siempre puedes estar mejor pero no solo tú, sino todos”
-¿Por qué ahora después de tantos años?
-Conocía la historia, pero me faltaba un hilo conductor. Durante el confinamiento, me decía que se aburría un poco y le dije que me escribiese una especie de relato con todo lo que habían hecho. Me lo preparó y de ahí surgió la canción de Manos de redera. Habla de un encierro de cinco trabajadoras que hicieron en el hospital de Bellvitge. El Jefe de Personal vio que una trabajadora había escondido dos rollos de papel higiénico y, como pensaba que se los iba a llevar a casa, la despidieron. Mi madre se reunió con el comité y con los trabajadores y decidieron encerrarse hasta que se solucionase el despido. Fue muy sonado porque llamaron a Radio Hospitalet y entraron en directo para contar el problema, los vecinos comenzaron a acercarse al hospital a ver cómo iba el tema de esta señora. Cuando los jefes vieron el ruido que habían hecho y que la gente empezaba a movilizarse, comenzaron a presionarlas y les quitaron el acceso a comida. Llamaron de nuevo a la radio para decir que les estaban obligando a hacer una huelga de hambre y que, si alguien les quería llevar un bocadillo o cualquier otra cosa, ellas estarían encantadas porque así no detenían el encierro. De pronto se les llenó aquello de gente del barrio con ollas de comida y la cosa fue bastante sonada. Esto lo recuerda con un montón de cariño.
-En esa época supongo que dolería todavía más porque eran mujeres…
-En cuanto pasaba algo, lo más normal era que la gente dijese: pero son mujeres, ¿no deberían estar en casa con sus hijos? Ahí se juntaban dos factores: por un lado, la lucha obrera y por otro que todo estaba encabezado por una mujer. Para ellos era un choque por los dos lados y la presionaron mucho. La intentaron despedir seis o siete veces, pero al estar en el sindicato la verdad es que estaba un poco blindada. Fíjate como sería el tema que estaban limpiando en una parte del hospital que el techo era abovedado y azulejado. Les mandaron limpiar las paredes. Mi madre estaba embarazada de mí con lo cual ella limpió hasta donde llegaba, pero le dijeron que la pared acababa más arriba. La estaban obligando a subirse a una escalera estando embarazada y ella les decía: yo me subo, limpio y cuando termine me tiro y te denuncio. Para ellos era un dolor porque ni tan siquiera embarazada paraba.
“Me he criado con una imagen colectiva y yo creo que individualizarnos es lo peor que nos puede pasar”
-Gracias a lo que te enseñó tu madre o lo que viste en casa ¿eres hoy quién eres?
-¡Claro! He de decir que cuando pasó esto yo era muy pequeño, pero en mi casa siempre hemos funcionado como debería funcionar un sindicato. Cuando alguien ha tenido algún problema nos hemos reunido todos, hemos hablado, estudiado cuál era la mejor solución, lo que se podía hacer y también lo que podía hacer cada uno de nosotros por mejorar la situación del otro. Mi familia funciona así, como una piña. También es verdad que todo lo dirige ella. Siempre nos hemos defendido mucho no solo a nosotros mismos con nuestros problemas, sino a amigos a los que les pasaban cosas. Estamos muy acostumbrados a pelear por lo nuestro, por lo del de al lado y por lo del de más allá. Mi abuela fue así, mi madre igual y eso lo vas mamando. Me he criado con una imagen colectiva y yo creo que individualizarnos es lo peor que nos puede pasar.
-¿Identificas en ti ese espíritu de tu madre?
-Yo ya convoqué huelgas en un instituto en Avilés en contra del Sindicato de Estudiantes. Teníamos un problema con un profesor y ellos nos querían meter en el medio de sus peticiones y les dije que no. Nuestro problema necesitaba una solución rápida porque si no íbamos a tener que repetir curso todos y nos encadenamos a las puertas del instituto una mañana para reivindicar. Mi madre no solo estuvo orgullosa, sino que me decía que llamase a la prensa. Ahora tenemos una Asociación de Técnicos y yo soy el primero que va a las reuniones.
-Eso del feminismo y el matriarcado serán conceptos muy afines a ti ¿no?
-¡Es que además tengo tres hermanas! Pero estoy muy orgulloso de todo porque cuando tienes algo así en casa, y no necesariamente tiene que ser una delegada sindical, sino alguien que se ha comprometido con la lucha durante algunos años, te hace ver todo de otra forma. Nunca he sido una persona conformista y eso también lo heredé de ella, porque te hace pensar que siempre puedes estar mejor pero no solo tú, sino todos. También he de decir que es una mujer muy comprometida con las cosas porque ella paraba el hospital, pero en cuanto ganaban la batalla, en menos de una hora lo tenían todo limpio y funcionando. Era otra forma de hacer las cosas.
“Si eres una persona sensible, te emocionas y no puedes decir lo que es música y lo que no. Todo puede serlo, hasta una gota de agua cayendo en un charco”
-¿La música te cambia, te transforma?
-Yo creo que, en general, los artistas aprendemos a ver las cosas de otra forma. Se nota mucho la diferencia de cómo ven la vida, lo que les sucede, o cómo encuentra la belleza la gente que es artista y los que no lo son. Incluyo dentro de los artistas al consumidor de arte. Para empezar la música te hace estar todo el día activo, sobre todo a los que no nos dedicamos a ella al cien por cien. No sé cuántas personas llegan a su casa y se irían a ensayar un domingo, y cuantos estarían dispuestos a cargar el coche con sus amplificadores, conducir 150 kilómetros para llegar a un garito, tocar con tres colegas y cobrar ochenta euros. No solo es tu forma de vida, sino que a eso que es un sacrificio enorme, le encuentras belleza. Yo creo que los artistas, los músicos, pintores o escritores aprenden a encontrar ese punto en las cosas, incluso aunque sean “negativas”. Sí, la música te cambia.
-¿Existen músicas con mayúsculas y músicas con minúsculas o solo la emoción que transmite cada una de ellas?
-No hay mayúsculas ni minúsculas, cualquier cosa puede ser. Recuerdo que un día estaba por la noche escuchando la radio y comenzó a sonar una nana de un país que tampoco recuerdo cuál era. Estaba en la cama y se me caían las lágrimas de la emoción. A cada persona le puede emocionar una música y para alguien el metal es horrible y a otro le alucina. Si eres una persona sensible, te emocionas y no puedes decir lo que es música y lo que no. Todo puede serlo, hasta una gota de agua cayendo en un charco.
-Cuando pones el punto final a una canción, ¿te sorprende lo que ha salido de ti?
-He de decir que con lo que estoy haciendo ahora, sí me estoy sorprendiendo de mí mismo porque si escuchas el primer single que fue Con ambición que suena a rock y pasas a Manos de redera, hay un contraste muy grande que me sorprende hasta a mí y eso que soy de escuchar mucha música y muy diferente. Es como decir: ¡ostia, qué capacidades tengo! Últimamente estoy sorprendido con lo que estoy haciendo y muy contento porque, para mi gusto, son canciones muy redondas. También he de decir que es un proyecto en el que me estoy apoyando en amigos que son músicos, pero las canciones no dejan de ser mías y solo yo decido cómo se hacen. No estoy pidiendo opinión a nadie y así es mucho más fácil. Me gusta lo que me voy encontrando y aparte, las canciones antes se me hacían pesadas y ahora no, esto es una buena señal. Estoy trabajando sin ningún miedo a nada, sin presiones y como no me estoy dirigiendo a ningún público concreto, sino que estoy haciendo las canciones que me apetecería escuchar, estoy muy contento y sorprendido para bien.
-Las historias de las canciones ¿las buscas o te encuentran ellas a ti?
-Depende de la canción. Lo que sí tengo claro es eso de que la inspiración te tiene que pillar currando. A veces escribo por escribir, sin ningún tipo de instrumental ni nada. Solo escribo. En estos casos la canción me está encontrando a mí porque hay algo que me está dando vueltas e intento sacarlo. Por ejemplo, Con ambición, fue un tema que me pasó Sergio Díaz el rif de guitarra. Lo escuché y le pregunté si le podía poner letra, con lo cual ahí era yo el que estaba buscando la canción. Pero muchas veces es ella la que me encuentra a mí porque estoy en algún momento viendo o escuchando algo que no tiene que ser necesariamente música y me surge una canción.
-Para componer, ¿medir o dejarse ir?
-Soy muy de dejarme ir, lo que pasa es que le tengo mucho miedo a que la idea que quiero transmitir no quede completamente clara. He escuchado canciones, frases concretamente, que pienso: seguro que el compositor no quiso decir lo que yo estoy entendiendo. Está muy bien que haya canciones que te dejen un poco en la incertidumbre de no saber qué está diciendo, pero a mí no me gusta dejar lugar a dudas. Yo me suelto, hablo de lo que tenga que hablar, digo lo que tenga que decir, pero siempre dejando muy claro qué es lo que pienso. Que no haya duda ninguna, porque si tú estás lanzando un mensaje, no tiene sentido hacerlo de forma confusa.
“Me apoyo en la música para seguir hacia delante, me empuja muchísimo. La luz la encuentras cuando estás decidido y calmado, y a mí me ayuda incluso a pensar”
-La música, ¿te permite la luz?
-A veces. He de decir que me apoyo en la música para casi todo. Soy como Jack Nicholson en esa película en la que tenía discos para todos los momentos. Tengo listas de reproducción de Spotify para cada cosa, incluso tengo una para viajar. Me apoyo en ella para seguir hacia delante, me empuja muchísimo. La luz la encuentras cuando estás decidido y calmado, y a mí me ayuda incluso a pensar. Así que la respuesta es sí, la música te lleva a la luz.
-¿Qué significa el silencio para un músico?
-Es muy necesario porque también tienes que conocerte a ti mismo. Es importante porque no puedes estar todo el rato metiendo ideas sin tener las tuyas claras. Es cierto que yo trabajo en la música y también es mi hobby, con lo cual aprecio mucho los momentos de silencio, más que nada por relajar la cabeza. El silencio es importante, entendiéndolo como que nada te esté distrayendo. Es vital tener tus momentos, salir, pasear, sentarte, organizar tus ideas y para esto tienes que ser tú y nada más que tú quien te esté lanzando información al cerebro. No puedes sentarte a pensar delante de un cartel publicitario, es imposible. O por lo menos no creo que sea prudente.
-Pues dados los tiempos que corren es un poco difícil ¿no?
-Estamos invadidos por todo. Hay publicidad e información hasta en una ruta de montaña. Parece que no podemos quitar la vista de la información ni un solo segundo, está todo pensado para bombardearte. Y todo es súper rápido, yo estoy alucinando con la velocidad que tiene el mundo, no el real, sino el que hemos construido encima del real. Porque el de verdad era muy tranquilo. Tardo más o menos diecisiete minutos en llegar al trabajo, voy escuchando la radio y, en ese tiempo, han hablado de diecisiete temas y me han colado dos anuncios. Procuro escuchar radio con criterio, pero aun así no te da tiempo a desarrollar nada. Esto es lo que me da un poco de miedo de la música, antes había canciones que duraban años en las emisoras y ahora van voladas. A veces es un poco frustrante porque piensas: ¿cuánto tiempo le voy a dedicar a este tema si después va a pasar de manera fugaz? El otro día alguien me decía que había que sacar una canción cada seis semanas. ¡Qué va! La sacaré cuando quiera, además a mí no me da tiempo. Si para organizar el video clip de Manos de redera, estuve más o menos dos meses… Está claro que los artistas, la mayoría, tienen que vivir de Youtube o Instagram con lo cual son beneficios muy pequeños los que consiguen con este tipo de industria así que, como no estés sacando contenido de manera seguida, entiendo que te arruines. Me da miedo que la gente pierda el cariño hacia las canciones. No me gustaría que los artistas a los que sigo y me llenan, caigan en sacrificar cariño, dedicación o calidad en una canción porque sepan que le van a generar estos beneficios en este tiempo y luego a otra cosa mariposa. No creo que esta sea la finalidad de la música.
“Estoy alucinando con la velocidad que tiene el mundo, no el real, sino el que hemos construido encima del real. Porque el de verdad era muy tranquilo”
-En la composición, ¿qué valor tiene la palabra?
-Para mí el 50% o incluso más. Trabajé muchos años en un estudio de grabación y veía grupos que no le daban importancia a la letra. Siempre les decía que no eran conscientes de la importancia que tiene una letra. Puedes sonar todo muy bonito, pero en cuanto suena una canción, la inmensa mayoría de los cerebros se van a la letra. Con lo cual la música tiene que acompañar al mensaje para empoderarlo. Cuando vas a un concierto, si el grupo tiene vocalista, el 90% de las personas se están fijando en él, aunque el guitarrista esté haciendo la actuación de su vida.
-¿A qué historia te gustaría dar voz?
-No lo sé… no lo había pensado… pero seguro que hay un montón de historias como GPS o Manos de redera, que habría que contar. A este tipo de historias son a las que me gustaría darles voz.
-¿Y te gustaría hacer tuyo algún desafío a través de la música?
-En realidad, si te paras a pensar, Manos de redera, es un desafío en sí mismo. Cuando tú estás haciendo una canción que sea crítica con algo o contigo mismo, ya estas lanzando un desafío. Y yo creo que este disco va un poco de esto porque, como te dije, las canciones son muy variadas y obedecen a lo que me apetece. La percusión en Manos de redera la grabé en casa, dando golpes a la mesa, con un tupper con arroz, con palmas… Para mí fue un desafío conseguir que eso sonara, tuviera ritmo y estuviese bien. Tanto en el mensaje como en la música, el desafío siempre es bueno.