El pasado viernes 27 de septiembre Fran Linares y un equipo de locos muy cuerdos, salieron de El Entrego con el objetivo de llegar el domingo día 29 a Covadonga haciendo burpees. El fin era recaudar fondos para la Asociación ELA Principado y dar visibilidad a personas que conviven con esta enfermedad. A los pocos días de haberlo conseguido, se aprobó en el Congreso de los Diputados y por unanimidad la Ley ELA, el burpee más importante y esperado que cambiará de manera definitiva la vida de muchos enfermos y sus familias.
Dice que nada es comparable a la sensación que tuvo cuando, en uno de sus primeros retos, llegó con la rueda hasta Covadonga. Pero reconoce que esta vez fue diferente. Las dos palabras a las que recurre de manera continua son espectacular y especial. Su cabeza funciona de una manera muy sencilla pero efectiva. Una vez que se le ocurre el reto (que suele ser tirando a titánico), se pone automáticamente a funcionar para encontrar la forma de conseguirlo. No contempla dificultades, sólo busca soluciones. Nunca admite un no por respuesta, siempre existe alguna manera. No usa la primera persona ni el singular, ni obtiene su fuerza del ego, sabe que la clave del éxito está en el equipo y en rodearse de personas que entiendan la vida igual que él.
Entre risas, le digo que tardaría unos días en volver a ser persona después de estar todo el fin de semana haciendo burpees. La respuesta al otro lado es una mirada tímida y una explicación sencilla de la realidad. “Pensé que iba a tardar más pero no fue así. Hubo otros retos que tardé más tiempo en recuperar, pero esta vez, en dos días, ya estábamos otra vez entrenando a tope en el Box. Fue peor en un reto que hice de un entreno de CrossFit para la gente de la fibrosis, estuve una semana sin tacto en las manos o cuando hice los burpees para el cáncer, que me tiré un mes sin poder doblar los codos”.
-Ahora que ya han pasado unas semanas desde que conseguisteis llegar a Covadonga, ¿qué balance haces de todo?
-Estoy muy contento porque, al final, siempre pienso lo mismo: ellos partían de cero y lo que se sacó ya es más de lo que tenían. A nivel mediático, esta vez tuvo más repercusión porque se movió mucho por redes sociales, salió en televisión, en prensa y eso dio mucha visibilidad. También es verdad que la figura de Capi lo está siendo todo y, gracias a él, llegamos a un montón de sitios. A día de hoy no sabemos exactamente el dinero que se consiguió porque, como tiramos de un montón de sitios para poder sacar más, todavía no lo hemos sumado todo. Hicimos camisetas, pulseras, todavía hay huchas repartidas por distintos sitios y seguimos con la campaña de los burpees. A grosso modo, puede que haya más de doce mil euros.
-¿Merece la pena el esfuerzo, el trabajo y cada una de las horas invertidas? ¿Nunca ‘no puedo’?
-Yo no valoro el esfuerzo. Lo repetiría otra vez sin que me importase lo más mínimo. Para mí, lo peor, es organizarlo todo, tener que hablar con unos y con otros, reunirme con los alcaldes… Casi prefiero estar toda la noche haciendo burpees lloviendo como nos llovió y con el frío que hizo, que tener que ir al ayuntamiento a hablar con el alcalde de turno. Eso lo llevo muy mal, es lo que más me quema y cada vez me cuesta más porque ahora es más difícil conseguir que la gente colabore y lo haga como yo entiendo que debe ser: sin darse protagonismo.
Uno de estos días un paisano me decía que yo lo vivo todo muy intensamente y que pretendía que los demás lo vivieran como yo, pero desde mi punto de vista, hay que intentar transmitir esa pasión y tener claro que esto lo hacemos por un motivo. Me quema mucho ver que hay quien quiere colaborar por salir en los periódicos. Siempre digo que en mi familia no hay nadie con esta enfermedad, ni tampoco tengo necesidad de hacer esto porque ya tengo mi negocio y tendría que velar por él porque es mi fuente de ingresos y, por ejemplo, con este reto, cerré viernes, sábado y domingo. He invertido muchas horas organizando y pensando todo para que saliese bien, por eso me fastidia ver que hay gente que se intenta aprovechar del tema. También te digo que luego todas estas sensaciones se superan con creces cuando estás con Capi, ves su cara, y llegas a Covadonga como lo hicimos esta vez.
“(…) lo que hicimos fue meter al mayor número de personas que teníamos por la noche y, por el día, asumirlo entre el chaval que aparece en una foto durmiendo en la carretera y yo. Él hizo todas las horas del reto conmigo, entre los dos fuimos salvando los momentos del día y de la noche en los que no teníamos a nadie”
-Recuerdo que la última vez que hablamos, que todavía estabas pensando en cómo hacerlo todo, te preocupaba encontrar a gente que se sumase al reto para poder cubrir todas las etapas. ¿Lo pudiste solucionar?
-Al final no… Cuando salimos del Box éramos aproximadamente unos quince. En el Paseo fue juntándose más gente y vinieron amigos, algo que ya contábamos que podía suceder al pasar por allí. Esto nos vino muy bien porque, a última hora, tuve que modificar los cambios de turno: cuando ya estábamos por el monte era más difícil porque llovía mucho, y tenía miedo de que hubiese algún accidente al entrar la gente con los coches en aquella zona. Así que lo que hicimos fue trasladar esos cambios a sitios más seguros para que se pudiese llegar con un coche convencional y no con un todoterreno, lo que implicó hacerlos dos kilómetros más lejos de donde estaban previstos. Había que recorrer más tramo y por eso nos vino bien que participase toda esa gente al principio porque avanzamos mucho más.
Cuando empezamos a subir La Casilla y llegamos arriba, ya solo quedamos cinco y por la noche éramos muy pocos. Había metido un refuerzo porque esas horas siempre son más duras y, encima, llovía mucho. Para poder seguir, lo que hicimos fue meter al mayor número de personas que teníamos por la noche y, por el día, asumirlo entre el chaval que aparece en una foto durmiendo en la carretera y yo. Él hizo todas las horas del reto conmigo, entre los dos fuimos salvando los momentos del día y de la noche en los que no teníamos a nadie. Hubo algún momento, cuando ya estábamos muy mojados, que bajamos, nos duchamos, nos cambiamos de ropa y volvimos. Durante el día hubo turnos en los que había una persona sola, concretamente la chica que me ayuda aquí en el Box que también fue una parte muy importante de este reto. La idea era llegar y lo hicimos.
“Ahora es más difícil conseguir que la gente colabore y que lo haga como yo entiendo que debe ser: sin darse protagonismo”
-Para ti, ¿cuál fue el momento más duro?
-Hubo tramos que se hicieron superlargos. Por ejemplo, las rectas de Infiesto se me hicieron muy tediosas. Fue lo que más me quemó. Mira que yo soy muy positivo, pero recuerdo que ahí quedamos los dos solos y pensé que, como no apretásemos, iba a ser muy duro. Lo que más miedo me daba era no llegar a la hora. Veníamos de haber aguantado mucha lluvia por la noche y aquella recta no se acababa nunca. Hicimos cinco turnos seguidos de cuatro horas y a la entrada de Infiesto tuvimos que parar en un bar que hay donde la Virgen de la Cueva a comer algo porque, literalmente, estábamos rotos. Cuando llegamos todo fue diferente porque el alcalde se portó superbien con nosotros, nos estaba esperando, la gente nos arropó, nos animó mucho y eso levanta el ánimo.
Nosotros paramos en los cambios de turno en los que había un coche con comida y bebida para reponer y volver a arrancar con un poco más de energía. La verdad es que fuimos más rápido que lo que yo calculé y teníamos margen de más o menos una hora. Cosa que estaba muy bien por si nos pasaba algún imprevisto. De hecho, cuando llegamos a Covadonga, tuve que ralentizar a la gente. También sucedió que, cuando llegamos a la zona de El Repelao, empezaron a llegar muchas personas que era algo que sabíamos que iba a pasar. Fíjate que yo no hice ni un solo burpee en esa parte del trayecto, fueron ellos los que hicieron todo ese tramo.
-Han sido muchas las personas que se han sumado de una u otra manera al reto. ¿Hay alguna que te haya sorprendido especialmente?
-Tenemos que quitarnos el sombrero con el alcalde de Cangas. Es un auténtico crack y ahora, después de haber terminado todo, me reafirmo. No me defraudó absolutamente en nada porque estuvo para todo. A título personal se lo dije a él en la rueda de prensa a la que vinieron todos los alcaldes. Cuando llegamos, teníamos una banda de gaiteros en el puente y Capi ya estaba esperándonos para pasar por el medio de todos ellos. El chico que siempre nos hace los documentales quería grabar la llegada con el puente y cómo pasábamos por él empujando la silla de Capi. El alcalde, sin ningún tipo de protagonismo, cortó él mismo la carretera para que pudiésemos grabar y no pasase ningún coche durante la toma. Cuando llegamos a Covadonga dijo que nada de hacer los burpees por el arcén. Cortó la carretera arriba y abajo y pudimos ir por el medio. Él hace algo de carrera por montaña y también había avisado a varios clubs para que nos esperaran donde los leones. Al llegar al Puente Romano, a la derecha, hay un bar que se llama igual y, habló con ellos para que nos recibiesen y nos pusieran un avituallamiento. Fue espectacular porque no escatimó en nada, ayudó en todo lo que pudo y más. Todo eso lo hizo por iniciativa propia. Lo único que le pedí es que allí tienen un grupo de Vespas y le dije que si nos podían venir a recibir arriba porque podía quedar muy guapo y vistoso. Cuando llegamos, allí estaban. Lo que te puedo asegurar es que se nota mucho cuando alguien hace algo de corazón y se implica de verdad.
“El alcalde de cangas se comprometió de manera especial. Se nota mucho cuando alguien hace algo de corazón y se implica de verdad”
-¿Cómo reaccionó el Abad de Covadonga cuando vio todo el despliegue que hicisteis?
-También se portó muy bien con nosotros. No nos puso ningún impedimento e hizo todo de manera altruista. Yo lo llamé antes por teléfono para decirle lo que íbamos a hacer porque me imaginaba que, ver de pronto a una tropa llegando a la Basílica haciendo burpees y un despliegue de gente arriba en la explanada, como poco, sería una sorpresa para él. Más que para pedirle permiso, llamé para comentárselo y preguntarle si le parecía bien. No le vi la cara, pero me la imagino perfectamente. Sucedió algo que me hizo mucha gracia: en la conversación le comenté que, hacía unos años, había hecho otro evento para recaudar dinero para el cáncer y él ahí me paró y me preguntó “¿tú eres el chaval que llegó aquí con la rueda?”. Cuando le dije que sí, que era el mismo, respondió: “lo que quieras. Piensa lo que necesitas y me llamas para pedírmelo”. Al principio no sabía por dónde iba a salir, pero
en cuanto fichó quién era, nos abrió todas las puertas. Me dijo que él no estaba de Abad cuando lo hicimos pero que lo había visto, se acordaba perfectamente y había quedado impresionado.
-La frase protagonista del reto es “Enamorados de la vida”. Os acompañó desde el principio y se ha convertido en un mantra lleno de fuerza…
-La verdad es que sí. El viernes, casi antes de salir, se me ocurrió conseguir unas letras para poder montar la frase. Me fui a los chinos a comprarlas porque me parecía muy guay ponerlas para las fotos cuando estuviésemos ya allí. Mi idea era que la llegada tuviese un toque especial. Personas que a mí me parecía que tenían que estar ahí como, por ejemplo, los hijos de Capi o los que hicieron de capitanes en los equipos de los burpees, fueron los encargados de ir sacando las letras hasta completar la frase. Para colocar la palabra “vida” le pregunté a la mujer de Capi si quería ponerla ella y fue muy emotivo porque dijo que sí. Creo que, para todos los que estábamos allí, fue una llegada especial. Pensábamos que la gente se iba a meter por el medio para grabar con el móvil o hacer fotos, pero fue espectacular porque nadie molestó, se respetó el momento y fue tal y como yo lo había visualizado.
“Con este reto quise representar mi manera de pensar y de ver la vida. Quise que la gente viese que todos nos podemos ayudar”
-A nivel físico es cuestión de tiempo recuperarse del esfuerzo, pero la recuperación emocional de toda esta vivencia, ¿cómo va?
-Es un recuerdo que nos va a quedar para toda la vida y sé que, a nivel emocional, todavía nos estamos recuperando todos. Yo llegué empujando la silla y los últimos burpees, antes de llegar, los hicieron personas que tenían que tener un protagonismo especial. Por ejemplo, una chica que su padre murió de ELA y que, cuando hicimos lo de Peña Mea, fue la que hizo el último vuelco de rueda. También me prestó mucho porque vino gente de la fibrosis quística para recorrer ese último tramo. Vino Bruno que es el niño al que algunas veces he ayudado porque tiene una enfermedad genética rara e hizo algún burpee. Con esto quise representar mi manera de pensar y de ver la vida, quise que la gente viese que todos nos podemos ayudar. Si ellos, con las situaciones que tienen y las patologías que sufren, se plantan en Covadonga y ayudan a una persona como Capi, no podemos ninguno de nosotros quejarnos o quedarnos tumbados en el sofá.
-El reto continúa todavía, ¿cómo se puede colaborar?
-Lo que propusimos, ya que la plataforma estaba abierta, es que la gente pueda seguir enviando vídeos de los burpees que se apadrinen hasta final de mes. La idea es que si nosotros conseguimos hacer ochenta mil, a ver si la gente consigue hacer esa cantidad desde sus casas o desde donde estén. De momento se siguen animando y están mandando vídeos; lo que tengo muy claro es que todo lo que consigamos recaudar, es más dinero que van a tener ellos. Es verdad que al haber acabado el reto, la gente manda menos vídeos y la cosa va perdiendo fuerza. Queremos que la llama se mantenga viva unos días más y también, cuando salga el documental y lo presentemos en el teatro, cobraremos una entrada simbólica para dar otro impulso a la recaudación.
“Muchos vienen al Box por olvidarse de problemas que muchas veces son nada. Si mirasen para Capi yo creo que les ayudaría mucho a vencer todas esas cosas que les pasan”
-Me gusta mucho una frase que tienes en algunas de tus publicaciones en redes: “Las palabras convencen, el ejemplo arrastra”.
-Para conseguir que a mí no me importe nada de lo que se hace o se dice a mi alrededor, sólo tengo que mirar la cara de Capi. Cuando me planteo hacer alguna de estas historias, voy con todo. Se lo dije a la gente aquí cuando lo estábamos hablando y organizando: vosotros hacer lo que queráis que yo voy a llegar. Si no vamos con ilusión, si no tenemos sueños, ¿qué nos queda? No somos nadie sin esas dos cosas. En el Box tengo un chaval que es bastante pesimista y cuando planteo estas cosas siempre me dice que no merece la pena, que me quede tranquilo entrenando y que no me meta en líos. La verdad es que después colabora en todo y (aunque él no lo sabe) me ayuda mucho porque me alimenta. Cuantas más pegas me pone, más motivado estoy yo. Estas cosas me dan vida porque, mientras las estoy preparando, me encuentro superilusionado y aprendo un montón de cosas. Yo les puedo dar dinero, visibilidad y todo lo que pueda, pero vida y valores nos lo dan ellos a nosotros.
-¿Cuántos problemas se solucionarían dentro de las personas si cambiásemos el pensar en nosotros mismos por el pensar en los demás?
-En el Box tengo cada vez a más gente que viene por temas de salud mental. Llevo más de treinta años de entrenador personal y la gente que viene ahora, no tiene el perfil de la que venía antes. Muchos vienen por olvidarse de problemas que muchas veces son nada. Si mirasen para Capi yo creo que les ayudaría mucho a vencer todas esas cosas que les pasan. Él era una persona activa, deportista, sin ninguna enfermedad y mira cómo está ahora. ¿Tú te crees que lo tuyo son problemas? La gran putada es que cada vez somos más así y por eso, mientras pueda poner mi granito de arena para que la gente vea y sea consciente de que existen este tipo de cosas, lo haré.
Manolita, que trabajó mucho con nosotros hasta que murió de cáncer, siempre me decía: “Fran, hay más gente buena que mala. Lo que pasa es que los buenos no hacen ruido. Así que hay que hacer mucho ruido para que se nos oiga”. Eso se me quedó grabado a fuego. Cada uno ayuda a su manera. Los hay que hacen activamente el reto, otros escriben, otros te presentan a alguien que puede acceder a algún sitio al que tú no llegas. Mientras esté aquí y pueda, que cuenten que yo les voy a ayudar.
Me ha encantado la entrevista.Fran es el mejor capitán para liderar un reto así y Capi ha sido el corazón de todo esto. Ha sido maravilloso haber tenido la oportunidad de haber realizado un tramo de ese trayecto. Sin una forma física fuerte pero con muchas ganas de ayudar. La solidaridad era nuestra unión entre todas las personas que han formado el reto. Los enfermos de ELA nos demuestran cada día sus ganas de vivir.Por ellos este reto ha merecido la pena