Son la delegación asturiana de Payasos sin Fronteras. Enrique Patricio y Nacho Camarero han viajado recientemente a Quibdó en Colombia para poner en marcha la segunda expedición del proyecto “Hacer Reír, Crear Futuro” que tiene como finalidad reducir el estrés postraumático de los niños y niñas afectados por el conflicto armado y la violencia del narcotráfico.
A Nacho Camarero siempre le gustó hacer reír. Le hacía sentir bien conseguir que la gente disfrutara y se relajara con sus ocurrencias. Estudió Dirección y Administración de Empresas en Oviedo, pero pronto se dio cuenta de que lo que verdaderamente quería hacer nada tenía que ver con ponerse al frente de un negocio así que hizo las maletas y se fue a Madrid para estudiar Arte Dramático. En una pequeña escuela de circo que había en Alcorcón aprendió acrobacias, malabares, equilibrios, pantomima y por último payaso. Esto significó el encuentro definitivo con su pasión. Actualmente no solo trabaja con Payasos sin Fronteras, sino que también lo hace con la Asociación Clowntigo Payasos de Hospital.
-¿En qué consiste el proyecto que estáis llevando a cabo en Colombia?
-El proyecto combina dos partes. Por un lado, están los espectáculos de los payasos que duran aproximadamente una hora en los que, normalmente, nos enfocamos en los niños, aunque también está abierto a adultos. Se crean estos espacios de desconexión y disfrute en los que se ha comprobado que reír es algo sano y bueno para todo el mundo. Da igual las circunstancias en las que estés, el cuerpo segrega una serie de sustancias que te ayudan a muchos niveles. Nuestra parte consiste en dar apoyo psicológico y emocional a través de estos espectáculos.
La otra parte son las TRTs (Teaching Recovery Technics), que son unas técnicas que desarrolló la organización Children and War. En nuestro caso, la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, se puso en contacto con nosotros porque llevaban un tiempo aplicándolas y consideraban que sería interesante combinarlas con nuestros espectáculos y ver qué ocurría. Piensa que esto se aplica con niños que han sufrido estreses post traumáticos derivados de guerras, violencia, abusos, catástrofes naturales, accidentes… El proyecto consta de cinco expediciones. La primera se realizó del 21 de enero al 9 de febrero de este año y nosotros somos la segunda.
“Lo que pretendemos es dotar a los niños y niñas de herramientas para que lidien con las secuelas que les puede haber dejado el estrés”
-¿Qué resultados se obtuvieron?
-La primera prueba se hizo en el Líbano en 2017. Se cogieron varios grupos de niños refugiados sirios y se hicieron diferentes pruebas. A unos grupos no se les ofrecía nada, a otros solo los espectáculos de payasos, a otros solo las TRTs y a otros ambas cosas. Tanto antes de empezar como después les realizaron unos test con una serie de indicadores en los que se medían factores emocionales, de concentración, etc. Se comprobó que los niños mejoraban con los espectáculos, también con las TRTs pero que, ambas cosas combinadas se potenciaban y era con lo que más mejoraban su estado
-¿Contáis con la ayuda de profesionales de la zona en la que se realizan estas terapias?
-Normalmente, para hacer las TRTs, se buscan docentes o algún tipo de maestro que tenga ya confianza con los niños por eso, normalmente, vamos a escuelas locales. Allí los profes los conocen, saben sus circunstancias y existen más puertas abiertas para desarrollar el trabajo. Hay una parte de formación para estos docentes seleccionados vía online o presencial. Después se establecen los periodos en los que acuden los payasos que hacen un espectáculo y unos días después, se empiezan a realizar las TRTs. Normalmente son cinco sesiones, una por semana, y lo que se pretende es dotar a los niños y niñas de herramientas para que lidien con las secuelas que les puede haber dejado el estrés que suelen ser pesadillas, flashback, intrusismo, agresividad, dificultades para socializar…
“Cuando ves a todos los niños riendo, saltando, gritando y la locura está montada, te das cuenta de que está funcionando”
-¿Qué conclusiones habéis sacado de la primera parte del proyecto?
-He hablado con gente del primer equipo y sé que los espectáculos han ido muy bien. Me enseñaron fotos y, cuando ves a todos los niños riendo, saltando, gritando y la locura está montada, te das cuenta de que está funcionando; también he hablado con algunos docentes y están muy contentos porque se dan cuenta de que esto resulta. De todas formas, es algo que tendremos que ir viendo y analizando aunque con el poco tiempo que llevamos la valoración es buena y nuestra idea es, si todo va igual de bien que fue en el Líbano, volver después del 2023 si conseguimos financiación.
También estamos valorando la posibilidad de llevar este tipo de proyectos a Ucrania para trabajar con los refugiados. Vamos a ir paso a paso, pero es un proyecto con el que estamos encantados.
-¿Cómo se consigue hacer reír a niños con estas situaciones tan complejas?
-A veces es duro porque tú sabes las cosas por las que han pasado y lo que van a pasar. Nosotros vamos, actuamos y volvemos, pero ellos se quedan allí. Personalmente es una cosa en la que intento no pensar mucho porque si no me puedo hundir. Lo que hacemos, tanto en estos países como aquí para recaudar fondos, lo hacemos con todo el amor del mundo, pero muchas veces te encuentras con cosas muy duras. Siempre digo que desgraciadamente no tengo el espíritu de la Madre Teresa de Calcuta porque si no me quedaría en estos sitos y no regresaría a España. Soy quien soy y hago lo que puedo dentro de mis posibilidades.
-¿Hay algo más universal que la risa?
-Yo no lo he encontrado. Es algo que une y cuando haces reír a alguien, se abren tantas puertas dentro de esa persona que te maravilla. Es el poder de la nariz roja. Yo voy por la calle de normal, le toco a alguien con un dedo por la espalda y seguramente se girará y me encarará, pero si le toco de la misma manera y voy con una nariz, por lo general se crea una empatía o un principio de conexión. Cuando sientes a todos esos niños reír, cuando jugamos juntos mientras actuamos, la energía que se crea es increíble. Siempre decimos que un tartazo, una caída o cosas así se entienden en todas las partes del mundo, es un idioma común. En algunos lugares puede costar más hacer reír, pero en el momento en que se abre un poco el grifo, es igual en todos los lados.
-¿Qué tiene el payaso que es tan atemporal?
-Para empezar, el payaso es sincero. Normalmente es transparente y muestra abiertamente todas las cosas que, de normal, el resto de los mortales intentamos ocultar en nuestro día a día y se ríe de ellas. Otra cosa que hace que también es muy interesante es que se ríe del fracaso, juega con él. Nosotros estamos educados en que no puedes fallar, en que tienes que hacerlo todo bien. De hecho, cuando nos equivocamos, nuestro primer instinto es ocultar y el payaso hace todo lo contrario. Estas cosas nos ayudan muchas veces a darnos cuenta de cómo somos y qué cosas ocultamos.
“A veces es duro porque tú sabes las cosas por las que han pasado y lo que van a pasar. Nosotros vamos, actuamos y volvemos, pero ellos se quedan allí”
-Estos proyectos, ¿te transforman?
-Sí. A mí me han cambiado y lo siguen haciendo. Y sobre todo me ayudan en mi día a día. Ver sobre el terreno cómo viven, su sufrimiento, todas las cosas que no tienen, pero lo felices que son, hace que me dé cuenta de que no tengo ningún derecho a quejarme de nada y me hace agradecer que pueda pasear tranquilamente por Oviedo, tener un techo, comida todos los días o una familia. Son cosas que para nosotros son básicas pero que no todo el mundo tiene.
-¿Es más fácil hacer reír a un niño que no tiene nada a uno que lo tiene todo?
-Sí. En estos sitios, normalmente, no tienen tantos estímulos como tuve yo cuando era pequeño o los que tienen ahora que son muchísimos más. Tú llevas una cosa super sencilla como tres pelotas de malabares y alucinan. Lo haces aquí y al segundo están protestando porque ya lo vieron o porque se aburren. Allí tienen una avidez extrema de reír, disfrutar y pasarlo bien que hace más fácil nuestro trabajo. No hay una ciencia exacta porque son niños, pero sí que es verdad que muchas veces en estos países, con aparecer y abrir la boca, ya lo tienes todo.
-¿Y en el caso de los adultos?
-Hay veces que con los adultos es muy complicado. Sí es verdad que si los tienes a todos juntos, todos se acaban abriendo. Cuando ven a todos los niños riendo y sus hijos están disfrutando ellos también se relajan, se entregan y empiezan a disfrutarlo. En su gran mayoría acaban entrando.
-¿Cómo haces reír en situaciones en las que tienes de todo menos argumentos para hacerlo?
-Te cambias, te pones la nariz y empiezas a jugar. Tienes que hacerlos cambiar de un mundo a otro. En Polonia íbamos a polideportivos donde había cientos de refugiados y te das cuenta de que las energías en estos sitios son muy bajas. La tristeza, la desesperación o la falta de esperanza se ve y se toca y te hace pensar que igual no es el lugar más adecuado para hacer un espectáculo, pero después te das cuenta de que tal vez sí porque puede que sea donde más necesitan lo que nosotros ofrecemos. A veces es simplemente dejar de pensar en ti y pensar en lo que puedan necesitar ellos. También hay gente que no lo quiere ver y hay que respetarlo. En los casos en los que ves que todo está cuesta arriba, tienes que pensar que ya lo has hecho más veces y confiar en que el 99% de las veces funciona y después te lo agradecen. Te dices a ti mismo: “adelante” y comienzas a hacer lo que sabes y en lo que crees.
“El payaso es sincero. Normalmente es transparente y muestra abiertamente todas las cosas que, de normal, el resto de los mortales intentamos ocultar en nuestro día a día y se ríe de ellas”
-Supongo que será imposible perder el espíritu de niño siendo un payaso…
-Desde que empecé con el clown, te vuelven cosas de cuando eras pequeño y no abandonas esa parte. Hay quienes dice que el clown es tu niño interior, para mí no es exactamente eso, pero evidentemente tiene mucho que ver con como eras tú de pequeño, cómo te comportabas, cómo enfrentabas las cosas y sobre todo con tu inocencia y la capacidad de juego. Que todo te parezca nuevo, te alegres con todo lo que te pase, y que también te entristezcas o te enfades. Y sobre todo que seas capaz de mostrar tus emociones abiertamente y compartirlas con todo el mundo como hacen los críos.
-¿Cuándo te vuelves mayor?
-Cuando dejas de jugar con todo lo que te pasa… Al final es cuando tú lo decides. ¿Qué implica ser mayor? ¿Que no puedo ir de la mesa del restaurante a la barra a la pata coja? ¿Y si puedo? Cuando dejas de escuchar a ese niño que todos lo llevamos dentro, empiezas a juzgar todo demasiado y dejas de hacer cosas porque entras en conflicto con la manera de hacer las cosas que tiene el adulto.
“La risa es algo que une y cuando haces reír a alguien, se abren tantas puertas dentro de esa persona que te maravilla. Es el poder de la nariz roja”
-¿Te atreves a hacer cosas vestido de payaso que no haces vestido de civil?
-¡Por supuesto! Es otra de las cosas por las que me gusta ser payaso. Saco muchas cosas que tengo dentro y que de normal no haría o no hago por cómo estoy educado, por cómo está establecida esta sociedad, por los convencionalismos de comportamiento. Lógicamente, hay cosas que no se deben hacer dependiendo de las circunstancias o de la gente que tengas enfrente. Yo creo que la cuestión es recordar la sensación de ser ese niño en cuanto a tener la mente libre, no juzgar y hacer lo que te venga en gana, pero con consciencia.
-¿Es más fácil solucionar los problemas a través de la risa?
-Sería infinitamente mejor. Llorar muchas veces es necesario, pero todo iría mejor si nos riésemos más de lo que nos pasa. Siempre tiendo a pensar que todo lo que me ocurre tiene una parte positiva. También hay partes negativas, pero la cuestión es cuál de las dos potencias. Afirmar la buena va a ser mejor para los demás y también para ti.