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martes 19, marzo 2024

Polígono Industrial de Ferreros (Oviedo). La industria también es ciudad.

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Es un ejemplo de manual. El polígono industrial de Ferreros, nacido al calor del desarrollo industrial que se generó en torno a las capitales en la década de los 60, ha sido totalmente absorbido por la ciudad. El reto de Oviedo es facilitar la convivencia entre espacios con características y necesidades distintas. Juntos y bien avenidos.


La implantación de polígonos industriales en el área metropolitana de las grandes ciudades fue un fenómeno generalizado a partir de mediados del pasado siglo. En los años 50 la industria comenzaba un tiempo de expansión y crecimiento, que se tradujo a comienzos de los 60 en el nacimiento de empresas que necesitaban buscar ubicación. Era una novedad por aquel entonces. No existía el concepto de Polígono o Área Industrial, que tal como hoy lo conocemos es fruto de la evolución y la experiencia que comenzó su andadura en aquellos años. Las industrias necesitaban ubicarse en alguna parte, y lo hicieron cerca de los núcleos urbanos, sin que existiese una planificación previa, ni gestión del suelo, previsión de crecimiento o evaluación del impacto. En décadas posteriores las urbes fueron extendiéndose, y muchas instalaciones industriales acabaron siendo absorbidas por el crecimiento natural de la ciudad. Barrios enteros se fueron añadiendo a los núcleos existentes, nuevos trazados urbanísticos, nuevos equipamientos. La ciudad es un ente vivo y la presión de las áreas residenciales acabó por sobrepasar los límites del espacio que un día fuera ocupado por empresas. Es lo que sucedió con el Polígono industrial de Ferreros. No ocurrió sin embargo lo que en otras ciudades españolas con una situación similar, donde estas áreas fuertemente revalorizadas fueron desapareciendo con el tiempo, o bien se fueron reconvirtiendo a otro tipo de actividades empresariales con débil impacto. Ferreros ha conservado la actividad industrial y continúa siendo un núcleo relevante de actividad económica, a caballo entre las ventajas y los inconvenientes de estar situados dentro del núcleo urbano de la capital del Principado.

No hay muchos ejemplos de polígonos industriales tan integrados en el entramado urbano como el de Ferreros, en Oviedo, nacido del desarrollo industrial que brotó con fuerza en los años 60.

La buena vecindad entre espacios distintos es un desafío. Es un hecho que la industria forma parte de la ciudad, de la misma forma que otros espacios, como los parques, las avenidas o las áreas comerciales; y por tanto es posible encontrar formas de convivencia que mejoren las condiciones de todos, vecinos y empresarios. La visión integradora es fundamental, así como las soluciones desde una perspectiva global y no compartimentada. Y más en Asturias, donde la convivencia con la industria tiene décadas de tradición y se vive de forma natural como parte de la economía, pero también de la cultura y la riqueza patrimonial.
En el caso del Polígono industrial del Ferreros, es con el Plan de Ordenación Urbana de los años 90 cuando se establece la convivencia en Ciudad Naranco del Polígono industrial, la zona residencial, y lo que quedaba de un antiguo barrio periférico. Si bien hay dificultades, también se hace evidente que esta combinación encierra interesantes posibilidades de expansión de la ciudad, puesto que todo dista apenas un kilómetro del centro. La posibilidad de trasladar a otra ubicación todo el complejo no parece viable, menos en un momento en el que la salida de la crisis todavía no ha llegado a tocar el suelo, de modo que los servicios de ordenación del territorio y urbanismo se concentran en la búsqueda de soluciones.

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