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sábado 27, abril 2024

Walter Bouzán. Constancia y sacrificio, valores de campeón

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Ha sido, junto a Álvaro Fernández Fiuza, uno de los nombres propios del piragüismo asturiano. Walter Bouzán ha ganado el Descenso del Sella más veces de la que jamás se imaginó. Llegaron también medallas en campeonatos del mundo, europeos y, recientemente, ha encontrado en el kayak de mar un nuevo reto con el que renovar su ilusión y sus ganas de seguir remando.

Desde pequeño, Walter Bouzán aprendió el significado de la palabra esfuerzo. A los nueve años se iba él solo en bici a entrenar al polideportivo de Ribadesella. Cuando fue más mayor, al llegar el verano o en los fines de semana, se buscaba la vida para encontrar chollos que le permitiesen ganar un dinero para sus gastos. Fue su hermano el que le enseñó el oficio de albañil, de lo que trabajó, hasta que hace unos años, a base de estudiar a tope y entrenar lo justo, aprobó las oposiciones de bombero para Oviedo. Reconoce que lo que tiene ahora es un lujo. “Desde que saqué la plaza la vida me cambió. Es cierto que antes era más joven y todo lo soportaba mucho mejor, pero en este momento sería inviable. Ya no sólo por el cuerpo sino porque ahora tengo familia y las prioridades también cambian”. Para él la clave de mantenerse en el nivel que está es que la ilusión permanece intacta. Disfruta entrenando, saliendo a remar con su grupo de amigos y viendo cómo las nuevas generaciones toman el relevo.

“En Ribadesella el tema de la piragua se vive muy intensamente con lo que es el Descenso del Sella y hay un montón de gente practicándolo. Luego también es verdad que en pocos sitios hay esta maravilla que tenemos aquí con la ría”

-¿Qué te enganchó del piragüismo?
-En mi caso fue sencillo porque nací en Ribadesella. Vivo aquí y no conozco a nadie que, en alguna etapa de su vida, no haya probado a montarse en una piragua. De aquella no se empezaba tan joven como ahora. Yo debía tener unos nueve años y realmente me enganchó. No te puedo decir que haya sido hasta hoy porque estuve del 2003 al 2008 sin remar, pero ya no lo dejé. Aquí el tema de la piragua se vive muy intensamente con lo que es el Descenso del Sella y hay un montón de gente practicándolo. Luego también es verdad que en pocos sitios hay esta maravilla que tenemos aquí con la ría. Prácticamente no hay ningún día del año en el que no puedas remar porque, aunque haya mucho temporal, siempre hay un sitio para remar resguardado. Las instalaciones están a pie de pueblo, puedes ir caminando a entrenar y esto te lo facilita mucho. También te engancha dependiendo del espíritu competitivo que tenga cada uno. Este es un deporte muy individual en el que hay mucho compañerismo. Disfruto entrenando y, si tuviese que hacerlo solo, hace años que lo hubiese dejado. Sigo a este nivel porque estoy en un grupo con el que me lo paso bien, me divierto y desconecto la cabeza.

-Si echas la vista atrás, ¿qué recuerdas del Walter que empezó a remar con nueve años?
-Cambió mucho la vida en general. Me acuerdo que, para nosotros, el salir a competir fuera de Asturias era lo más. Después del Sella estaba la Semana Palentina que eran unos días de competiciones en la zona de Palencia, Alar del Rey, Velilla del Río Carrión… Los más pequeños íbamos en una furgoneta con los mayores, que de aquella tenían veintipocos años, treinta el que más. Estabas fuera de casa, dormías en una tienda de campaña, competías y conocías a mucha gente. Esto ahora sería completamente inviable porque por un lado, ya no hay tanta ayuda a los clubs y por otro la sociedad se volvió muy protectora. Y en este sentido me incluyo porque, ahora que soy padre, no sé si a mi hijo le dejaría hacer esto. Yo nací en Llovio que es un pueblecito a unos tres kilómetros de Ribadesella y me acuerdo de ir a entrenar al polideportivo en bicicleta por la carretera general con once o doce años. En invierno volvías de noche y era una cosa muy normal. El mío todavía es muy pequeño pero veo que a mis sobrinos sus padres los llevan en coche a todos los sitios, esperan a que acaben el entrenamiento para llevarlos a casa y están superprotegidos. Siempre digo que todo te vale si lo aprovechas y, sin criticar a los jóvenes de hoy en día, pienso que nosotros, desde mucho más pequeños, ya nos buscábamos la vida. También es verdad que tus padres te lo permitían.

Walter Bouzán en los Juegos del Mediterráneo  “Heraklion 2023”
Juegos del Mediterráneo “Heraklion 2023”

“Siempre digo que todo te vale si lo aprovechas y, sin criticar a los jóvenes de hoy en día, pienso que nosotros, desde mucho más pequeños, ya nos buscábamos la vida”

-Tras tantos años, ¿qué es lo que te hace mantener la ilusión para seguir entrenando y compitiendo?
-Hubo tiempos mejores y otros peores. Estuve cuatro años sin remar porque llegó un momento en el que la cabeza dijo: “hasta aquí”. También es verdad que era la época en la que trabajaba en la construcción y aquel ritmo era mortal. Había conseguido más de lo que hubiese soñado nunca y paré esos años, pero el gusanillo siempre te queda ahí. No dejé de hacer deporte y un día dije que salía a remar un ratito y… ¡se jodió! Enganché otra vez. No te voy a decir que no me gusta competir, pero también te digo que hay competiciones que si se suspendiesen mañana mismo, estaría encantado de la vida. Lo que sí te puedo asegurar es que lo que más me gusta a día de hoy es entrenar con el grupo que tengo. Yo me lo paso genial, me presta, y sufro divirtiéndome. Creo firmemente que, el poder estar a este nivel, va de la mano de pasártelo bien.

-Las cosas han ido cambiando mucho desde que tú comenzaste, pero ¿el entrenamiento psicológico debe incorporarse a la rutina de un deportista?
-Cuando yo dejé de remar en el 2003 fue porque la peor competición que llevaba era el Sella. Es tu casa, no hay otra como esa, y todo el mundo la quiere ganar. La semana antes, era salir por Ribadesella y recibir un goteo constante de comentarios de la gente. Con toda la buena fe del mundo te estaban metiendo una presión que llegaba un momento que saturaba. Me pasó también del 2010 al 2017. Esos años los ganamos seguidos y en el 17, aunque no dejamos de competir ni de remar, sí que me empecé a plantear si merecía la pena competir en el Sella porque, sobre todo los quince días previos, cuando ya empezabas a intensificar los entrenamientos, era agobiante a nivel mental. Por un lado estaba la presión que nos metíamos nosotros y por otro la de la gente que te la metía sin querer. Estuvimos el 18 y 19 sin competir, luego llegó la pandemia y después volvimos. Lo hablé con Fiuza y, cuando decidimos volver a competir en el Sella, durante un mes y medio o dos meses, pasé días en casa en los que me faltaba hasta el aire. Eran como ataques de ansiedad, nunca había ido a un psicólogo, pero en ese momento lo hice. Hablé con una conocida que trabaja mucho en el ámbito de los bomberos. Ella no se dedica a la psicología deportiva pero dijo que me podía ayudar. Me vino muy bien. En esos momentos es cuando te das cuenta de que la psicología en el mundo deportivo cada vez es más necesaria, sobre todo en determinados momentos. Yo siempre fui muy pasota, pero hasta que te ves sobrepasado, no eres consciente de lo que necesitas.

Walter Bouzán, piragüista y kayakista

-Pedir ayuda, ¿una debilidad o una fortaleza?
-Si sabes verlo bien, es una fortaleza. Recibir esa ayuda es una parte más del entrenamiento y te permite afrontar con muchas más garantías una competición. Nosotros veníamos de ganar campeonatos del mundo y de Europa y en ninguno vivía lo que me pasaba en casa. Tenía los nervios normales, pero no esa sensación de malestar, de no poder ni desayunar los días previos.
Hay detalles que la gente no hace a mala fe porque nadie te mete más presión que uno mismo, pero, por ejemplo, nosotros ganamos el campeonato del mundo dos años seguidos y al tercero quedamos segundos. La gente te paraba por la calle y te preguntaba: “Entonces… ¿qué pasó?” ¡Hostia! ¿Cómo me haces esa pregunta? ¡Que vengo de quedar segundo en un campeonato del mundo! Estas cosas te van machando y, al final, si tú estás disgustado por no poder revalidar y aun encima de fuera lo que recibes son este tipo de cuestiones, te rayas.

“Recibir ayuda psicológica es una parte más del entrenamiento y te permite afrontar con muchas más garantías una competición”

-Para ti, independientemente de los resultados que obtengas compitiendo, ¿cuál es el auténtico perfil de un campeón?
-Creo que la constancia. Lógicamente hay que nacer con algo y estar tocado con una varita, pero si eres contante y, sobre todo, disfrutas y te lo pasas bien, tienes mucho ganado. Esto es fundamental. Es importante que a los chavales no les cueste el ir a entrenar porque si no, tarde o temprano, aunque tengan un montón de calidad se van a quedar por el camino. También te digo que además de tener constancia y disfrutar, tienes que tener un don porque, si no lo tienes, ya te puedes matar entrenando que no vas a conseguir nada.

-¿Hasta qué punto es importante que tú sepas que lo estás haciendo bien?
-En este punto, yo tal vez peco un poco de lo contrario. Muchas veces, cuando la gente empieza a hablar de los rivales, los ponen por debajo. Yo empiezo a contar los posibles ganadores y no me llegan los dedos de las manos. En este sentido, no confío en mí todo lo que debería. Me parece lógico pensar así porque lo hago desde el respeto que tengo por ellos y me parece que todos me pueden ganar. Habitualmente sabes que, si entrenaste e hiciste bien las cosas, el día de la carrera es normal que todo salga. También es verdad que los años te dan experiencia y, ahora mismo, estoy en una etapa en la que si no salen tampoco me preocupa tanto. No vivo de esto, nada es cuestión de vida o muerte, hice todo lo que pude, así que ¡ya está! Es verdad que muchas veces te da rabia no poder ganar por detalles que tal vez podías haber enfocado de otra manera, pero hay que analizar y continuar. Ahora mismo entreno lo que quiero. Hoy he entrenado por la mañana y podría hacerlo de nuevo por la tarde, pero no voy ni aunque me pagues porque tengo otras prioridades y no me compensa. En ese sentido estoy tranquilo y cuando voy a las competiciones, si salen bien, me alegro un montón, y si salen mal, aunque no me gusta perder ni a las canicas, lo llevo muy bien. Con los años he aprendido a vivirlo así.

“Además de tener constancia y disfrutar, tienes que tener un don, porque si no lo tienes, ya te puedes matar entrenando que no vas a conseguir nada”

-¿Cuál es el adversario más duro, el que compite remando a tu lado o el que tienes dentro de tu cabeza?
-Son jodidos los dos. En la misma competición tu mente puede pasar de estar a tope a jugarte una mala pasada a los cinco minutos. La cabeza es mucho para lo bueno y para lo malo. Ya puedes estar fastidiado que como mentalmente digas que vas, tú tiras. Pero como empieces a negarte, eso no hay quien lo levante. En ese sentido la confianza es vital y la cabeza superimportante.

-Tras tantos años remando, ¿cuál dirías que ha sido tu mayor aprendizaje?
-El sacrificio de que las cosas cuestan. Eso me lo dio el deporte y también mi vida laboral. Pasar de la construcción a ser bombero ha sido vital porque ahora tengo tiempo para mí, para mi familia o para ir a remar. Las cosas cuestan y eso hay que valorarlo. Si quieres algo hay que sacrificarse y nadie te regala nada en ningún terreno. El deporte te enseña unos valores que te valen para el día a día. Cuando tenía dieciséis años me compré una moto nueva con un sueldo que había sacado buscándome la vida. Los fines de semana me iba a chollar con mi hermano en la construcción y así aprendí el oficio. Después igual sacábamos la xagorra a la orilla del río y la vendíamos a los pescadores. De más mayor ya buscaba cosas en las empresas de turismo activo de la zona. Entre semana estudiaba y los fines de semana o en verano me buscaba trabajos. Yo no vengo de una familia superboyante con lo cual, todo lo que pudiese sacar en verano para ir a estudiar a Oviedo y pagarme parte del piso o de mis gastos cuando salía, estaba bien. Ahora veo que esta generación no tiene esas inquietudes y están mucho más acomodados.

“Es importante que a los chavales no les cueste el ir a entrenar porque si no, tarde o temprano, aunque tengan un montón de calidad se van a quedar por el camino”

6ª Edición de MolokaBRA, el Downwind de Brasil
6ª Edición de MolokaBRA, el Downwind de Brasil

-¿Qué valor es imprescindible en el deporte que extrapolarías obligatoriamente a lo cotidiano?
-El sacrificio. Tienes que tener constancia y ser meticuloso con las cosas tanto en el deporte como en el trabajo. No hace falta que seas tan excesivamente perfeccionista como soy yo, que llego a ser repunante, pero sino no consigues nada. Tienes que luchar por las cosas.

-¿Te motiva más el proceso o la competición?
-Cuando llega el día de la competición y ganas, es una gran recompensa por todos los días malos en los que has tenido que salir a entrenar lloviendo, con frío o viento, pero, a día de hoy, me gusta mucho más el proceso porque disfruto como un enano entrenando.

“Siempre digo que en todos los campos de la vida, de toda la gente con la que te encuentras, se saca algo. Tienes que ser lo suficientemente listo como para coger lo bueno y dejar lo malo”

-¿Pódiums, medallas compartidas o individuales?
-Depende de la competición. Lógicamente el Sella es compartido porque el que lo gana es la embarcación doble, pero en el mar es al revés. Se le da mucha más importancia a la individual. A mí me gusta mucho y más con los años, entrenar y remar solo. Sobretodo por comodidad. Los años que remé con Fiuza, ganamos el Sella ocho años de forma consecutiva, ganamos dos mundiales, tres platas, un bronce a nivel mundial y con europeos también de por medio. Fueron los mejores años en lo que se refiere a éxitos, pero te exige un compromiso con la otra persona que, al final, es casi como una vida de pareja. Es un nivel que también acaba quemando no en la relación con él ni muchísimo menos, pero sí en el sentido de que dependes de otra persona para hacer lo que tú quieres y hay que cuadrar los horarios, las vidas y eso es complicado más cuando ya tienes familia. Yo ahora tengo la libertad de decidir lo que me apetezca en cada momento. El Sella es diferente. Fíjate que el año pasado gané en K1 siendo de aquí y me llevé tantos aplausos o más que los que ganaron que eran franceses, pero quien se lleva el protagonismo y las portadas de los medios es la doble.

-Las compañeras y compañeros con los que has competido, ¿te han ayudado a ser quién eres?
-Sí. Y me refiero tanto en el deporte como en el trabajo. Los años que estuve en la construcción, tuve la suerte de trabajar y aprender de mucha gente y todos muy buenos. Si lo haces únicamente con una persona te limita más. Y no sólo me refiero a coger cosas buenas, también aprendes de los fallos que les ves cometer y entiendes cómo se deben hacer las cosas. Siempre digo que, en todos los campos de la vida, de toda la gente con la que te encuentras, se saca algo. Tienes que ser lo suficientemente listo como para coger lo bueno y dejar lo malo. La clave es coger las cosas y hacerlas tuyas.

“Si ya desde pequeño te enseñan que lo más importante no es que ganes siempre, vas a tener mucha suerte porque vas a aprender de todas las cosas sin que te supongan ningún trauma”

-La victoria y la derrota, ¿se practican?
-Bueno… La victoria siempre se lleva mejor, pero es verdad que también hay que aprender a perder. Ganar está muy bien, pero no se te puede subir a la cabeza. A lo mejor, para aprender a perder, necesitas ayuda externa y aquí hablo tanto de un psicólogo deportivo como de un entrenador que te sepa educar. Si ya desde pequeño te enseñan que lo más importante no es que ganes siempre, vas a tener mucha suerte porque vas a aprender de todas las cosas sin que te supongan ningún trauma. De mayor aprendes a base de hostias, no hay más. También es verdad que hay gente que psicológicamente es muy fuerte y se levantan de los golpes con muchas más ganas.

-A los límites ¿hay que retarlos?
-Sí, pero con cabeza. Hay que saber qué límites son alcanzables y cuáles no. Es difícil, pero creo que siempre hay que ir a por ellos sin despegar los pies de la tierra. Está muy bien intentar las cosas, pero si la hostia que vas a llevar por hacerlo es tremenda, no compensa. A mí me hubiese gustado ser un Messi en vez de ser piragüista, pero no valía para el fútbol. En mi caso lo tenía claro, pero hay personas que no lo tienen así en su cabeza y eso es un problema. Con los chavales, sobre todo a determinadas edades, hay que tener mucha mano izquierda. A veces son los propios padres los que les imponen una exigencia que no es realista y, sobretodo, suele pasar con padres que nunca practicaron deporte. Con el paso del tiempo ves a muchos chavales que acaban dejando deportes porque el padre o el entrenador le ponían metas más altas de las que podía alcanzar.

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