Ya sabemos que desde la llamada Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan y su victoriosa praxis política, pasó a mejor vida el objetivo de otorgar desde el Estado la protección a las personas desde la cuna hasta la tumba (expresión que habitualmente se atribuye a William Beveridge, inspirador de la construcción del Estado del Bienestar ejecutada por los gobiernos de Clement Attlee en el Reino Unido).
Algunos términos de fuerte capacidad simbólica pierden lustre por el uso, si se emplean masivamente y de forma difusa, o si el destinatario ya no es capaz de distinguir con claridad las categorías que se invocan, a causa de su sobreexplotación.
Según los balances que se han ido haciendo públicos en las últimas semanas, las cifras de visitantes, ocupación hotelera y pernoctaciones apuntan a un verano histórico para el turismo en nuestra Comunidad y a la superación, en este aspecto, de la crisis vivida en los últimos años, al calor de la contracción del consumo por los efectos de la crisis.
Todavía seguimos dando vueltas a las razones que han llevado a la mayoría del electorado del Reino Unido a votar el 23 de junio por el abandono de la Unión Europea (UE). Aunque, como se ha dicho con bastante acierto, en un plebiscito de esta naturaleza se esconden motivaciones y tribulaciones distintas a las que se reflejan en la pregunta que se formula, cabe al menos decir que la cuestión recogida en la papeleta era inequívoca (sin deslizarse en respuestas ambiguas ni tramposas), ya que las alternativas resultaban claras para cualquier elector: que el Reino Unido se mantuviese como miembro de la UE (remain) o que dejase la UE (leave).
La idea de progreso que, al menos en teoría, anima la acción política de la izquierda, tiene entre sus términos paradigmáticos el 'cambio', es decir, la transformación de la forma de organización social, de distribución del poder o de ordenar la actividad económica, entre otros aspectos, de forma que se consiga una aproximación al objetivo igualitario y se garanticen los derechos de las personas que se consideren dignos de protección.
Se cuenta que, en la corte de Versalles, los Borbornes despachaban con sus hijos una sola vez al día, coincidiendo con la hora del tocador, único momento para preguntar sobre sus inquietudes y tomar la medida de sus progresos educativos.
En 2005 los votantes franceses y holandeses que, con su rechazo mayoritario (54% y 61% de votos negativos, respectivamente) al denominado 'Tratado por el que se establece una Constitución para Europa' enterraron la posibilidad de que la refundición de los tratados comunitarios contuviese la semilla constitucional de una futura federación de Estados europeos, en modo alguno sabrían cuál sería el desarrollo posterior de los acontecimientos y a qué clase de retos se enfrentaría una Europa desprovista en lo sucesivo del sueño épico de la integración política plena y con una arquitectura institucional y administrativa cuyas imperfecciones se han demostrado endémicas.
La singularidad de la situación política actual, con un Congreso de los Diputados muy fragmentado y, en el momento de redactar este artículo, enormes dudas sobre la posibilidad de que algún candidato obtenga los apoyos necesarios para ser investido como Presidente del Gobierno, aviva una serie de debates pertinentes sobre la organización de la representación política en España y la arquitectura del poder constitucional, vistos el sentir general sobre la inconveniencia de que se celebren nuevas Elecciones Generales y, sobre todo, la eventualidad de que el panorama posterior a éstas no sea sustancialmente distinto.
Símbolo del mundo que nos ha tocado vivir es la conocida fotografía del cuerpo inanimado de Aylan Kurdi en las playas turcas de Bodrum, pero también las imágenes menos difundidas, o la falta de éstas, de los centenares de niños que han perdido la vida en el intento desesperado de sus familias de cruzar el Mediterráneo en cualquier embarcación para escapar de la guerra o de la pobreza.
Aunque la percepción de la crisis económica, con su correlato de dificultades sociales, vino para quedarse como parte del paisaje y razones hay para desdeñar los mensajes que dan por finalizada la etapa de apuro, es verdad que algunos datos macroeconómicos dan cierto respiro, sobre todo si los comparamos con el vértigo que hasta hace bien poco entraba al observar el deterioro de nuestro tejido productivo y su reflejo en todos los ámbitos.