Bella y siempre enigmática. Por muchas culturas venerada y por todos admirada.
La Luna siempre ha servido de inspiración tanto para poetas como dramaturgos y toda clase de artistas. Pero también ha sido reconocida su influencia en la Tierra y en todos sus habitantes.
Afecta en las mareas, en las cosechas e incluso se le atribuía en tiempos lejanos propiedades curativas o el poder de engendrar un niño o una niña, dependiendo de la fase lunar en la que se cometiese el acto de unión sexual (utilizada también en rituales de fertilidad).
Bruxas asturianas de tiempos lejanos y también actuales, realizaban conjuros y pociones para proteger, bendecir o romper maleficios.
Para la brujería tradicional y las supersticiones en territorio astur, la Luna se convierte en una gran aliada pues ayuda a atraer lo que se desea, pero también anuncia buenos y malos presagios. Hay ritos recogidos a lo largo de los tiempos en los que se debe elegir bien la fase lunar dependiendo del resultado que deseamos obtener o la intención del ritual. Por ejemplo: si se desea engrandecer o potenciar un deseo o una energía, se deberá trabajar con la Luna creciente; en cambio, si se desea retroceder, aplacar o menguar el poder de algo en concreto, deberá ser en Luna Menguante. La Luna llena se requiere en rituales de protección y de bendición, entre otros. Y la Luna nueva o Luna Negra, en rituales de intenciones ocultas, para que algo que se desea no se gafe por las envidias, para romper maleficios, o para alejar a las personas o energías dañinas.
Para la brujería tradicional y las supersticiones en territorio astur, la Luna se convierte en una gran aliada pues ayuda a atraer lo que se desea, pero también anuncia buenos y malos presagios.
Por otro lado, en algunas mitologías del mundo, la Luna representa el sagrado femenino, la Diosa Madre, las fases de la mujer, la sabiduría, la hechicería… como también lo oculto y místico.
En tradiciones religiosas neopaganas conocidas con gran influencia celta, se recogen diferentes celebraciones a lo largo de la rueda del año. Sabemos que es importante sentirse conectado/a con las estaciones; avanzar, transmutar, despojarse de lo caduco y volver a empezar. Seguir la rueda del año implica evolución y sabiduría, salud en todos los aspectos y bienestar. Una conexión espiritual muy profunda con la Tierra y con todo lo que nos rodea, pero también con la versión más auténtica y natural de nosotros mismos.
Para estas tradiciones, es importante celebrar los Esbats y los Sabbats. Los Esbats son celebraciones lunares regidas por las 13 lunas llenas del año, en las que se honra a la Divinidad Femenina, y los Sabbats son las celebraciones solares, ligadas a las siembras y cosechas de los campos.
Pero hay algo en concreto que siempre ha alimentado leyendas y mitos. Las formas que crean las sombras de este satélite hipnótico.
En algunas mitologías del mundo, la Luna representa el sagrado femenino, la Diosa Madre, las fases de la mujer, la sabiduría, la hechicería… como también lo oculto y místico.
Hay una leyenda asturiana que narra la historia de Longines o también llamado Xinxinos, un niño que fue enviado por su madre a recoger una carga de espinos en el bosque. Dicen que era un vago y quisquilloso (como decimos los asturianos, todo un “repunante”), al que no le gustaban las labores del campo ni del hogar. Cuando por fin hizo su labor y trajo a casa sus ramas de espino refunfuñando sin parar, preguntó a su madre dónde debía dejarlas y ella enojada le respondió “¡En los cuernos de la Luna!” y desde entonces, maldecido por su propia madre, cuentan las voces antiguas que la misma Luna lo absorbió y, en las noches de Luna llena, se le puede ver en ella agarrando un haz de espinos. También hay quien dice haberle visto perdido por el bosque vagando desorientado sin cesar.
Hay versiones de esta leyenda repartidas por diferentes partes del mundo. Por ejemplo, en Murcia existe la historia del viejo al que llamaban Juan Alpargata. Y en la tradición bretona se habla de Yann, quien fue raptado por la Luna por haber sido acusado de robar un haz de aulagas para quemarlas en la hoguera de San Juan.
Hay también leyendas y cuentos que dicen que las sombras que se aprecian en la Luna en realidad crean la forma de una rana o incluso de una liebre. En el lejano Oriente se cuenta que el “sapo de tres patas” habita en la luna, y que sus tres patas simbolizan las tres fases lunares (creciente, llena y menguante). Por otro lado, la liebre es un animal vinculado a muchas deidades lunares en diversas mitologías. También simboliza la intuición y la luz en la oscuridad. En la cultura China tienen a la liebre como animal de presagios y dicen que habita en la Luna.
En el lejano Oriente se cuenta que el “sapo de tres patas” habita en la luna, y que sus tres patas simbolizan las tres fases lunares (creciente, llena y menguante).
En la Mitología asturiana también tiene influencia. Pues l’home llobu, se dice que se transforma en animal cuando aparece la Luna Llena (aunque hay quienes narran que alguna vez se han visto transformarse fuera de esta fase lunar); o los Ventolines, esos duendes diminutos con rostros de niños hermosos, que transportan el amor de los amantes mediante una brisa cálida y sutil. También utilizan los rayos de la Luna, donde flotan ligeros como plumas, para hacer llegar esos bellos sentimientos.
La mitología y las leyendas que rodean a este fascinante cuerpo celeste son inmensas. Pero hay algo que ningún ser humano puede negar, y es que por muy oscura que sea la noche, la Luna siempre nos dejará hechizados con su luz embriagadora.