El Nuberu, señor del trueno, del granizo y la tempestad. A menudo comparado con dioses antiguos, como el Dios Odín, o Thor.
Se le describe como un anciano de notoria altura (aunque dependiendo de la zona, le describen de tamaño reducido), que viste con colores sobrios, arropado por una capa (en ocasiones dicen que de pieles de animales) y que porta un sombrero de punta y ala ancha. Su larga barba y cabellera lucen de color blanco agrisado. Y sus múltiples poderes están relacionados con el clima.
Antiguamente (y en tiempos modernos, quienes aún creen en antiguos dioses y espíritus de la Tierra) le rezaban para pedir ayuda en la cosecha con lluvias amables, o para amainar una feroz tormenta.
Su carácter puede ser bondadoso, mas no duda en proyectar su ira hacia aquel que no respete las leyes de la naturaleza, descargando su furia en forma de tempestades. Dicen que su hogar se encuentra oculto entre nubes densas y niebla espesa.
Existen varias leyendas y avistamientos en el territorio astur. Me gusta imaginar que este poderoso ser utiliza rincones de nuestra tierra como portales para viajar a su guarida, como un gran mago.
¡Y qué mejor portal mágico para representar esta idea, que el Ojo de Buey de Peña Mea! (En la imagen os muestro una rodaja de fresno de 45 cm que he pintado a mano representando al Nuberu invocando un portal mágico en el mismo Ojo de Buey).
Un lugar maravilloso, rodeado de leyendas y admirado por los valientes que han subido a casi 1560 metros de altitud para verlo.
Su agujero impresiona pues alberga más de 20 metros de diámetro. Obra maestra de la erosión kárstica en la roca caliza.
Antiguamente (y en tiempos modernos, quienes aún creen en antiguos dioses y espíritus de la Tierra) rezaban al Nuberu para pedir ayuda en la cosecha con lluvias amables, o para amainar una feroz tormenta.
Volviendo a nuestro personaje mitológico de hoy, llamado por otras voces como el Tempestario o incluso, el Brujo, se han recogido datos muy interesantes a lo largo de la Historia.
Por ejemplo, en “El sacerdocio del diablo”, Constantino Cabal nos habla del Tempestario, conocido así también en el Imperio romano y en el occidente europeo medieval. Se dice de este ser que su naturaleza es humana, aunque sigue albergando magia. Se le atribuyen poderes meteorológicos pero su apariencia es la de un hechicero o mago. Los aldeanos a veces se veían obligados a pagarle para evitar que la tempestad arruinase sus tierras y cosechas.
El Tempestario es otro nombre más atribuido al Nuberu asturiano. También se han encontrado otros nombres que aún sobreviven al tiempo, como el Lobero y el Espantanublados.
Pero centrándonos en las leyendas y la mitología asturiana, el Nuberu se ha considerado como uno de los “malignos”, quizás ante los ojos cristianos, por su cercanía y trato con las brujas.
En la Maragatería, tierra que en otros siglos perteneció a nuestros antepasados y hermana de las tierras de vaqueiros, el Nuberu se llama Reñuveiro (en tierra de vaqueiros, Renubeiro) y dicen que, cuando se descuelga de las nubes, y echa andar por el mundo, “hace mal de ojo” …
Por otra parte, el vaqueiro llama también al Renubeiro “escolar”, refiriéndose a aprendiz
de brujería.
Como escribió Cabal: El Nuberu, por lo tanto, compañero de las brujas, dotado de sus mismas facultades y de sus mismas costumbres.
El Nuberu, pues, el brujo.
En definitiva, quien desee tener el buen tiempo de su lado, que rece al Nuberu, señor de las tempestades, brujo de las nubes y hechicero de los elementos. Pues con su gracia y su gran don, si la buena intención ve alumbrar en su interior, actuará quizás a su favor.