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martes 10, diciembre 2024

La lucha contra la malnutrición tiene premio

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El próximo 11 de diciembre, la Fundación Alimerka entregará a la Fundación El Pájaro Azul su premio en la categoría: “Lucha contra el hambre y la malnutrición”, como reconocimiento a su labor en este campo en la República Democrática del Congo.

El Pájaro Azul es una ONGD asturiana que nació en Oviedo en el año 2009, desde la toma de conciencia de que nadie elegimos el lugar en el que nacemos, pero esa circunstancia condiciona nuestra vida. Muchas personas sufren las consecuencias de nacer en lugares que determinan una existencia de sufrimiento permanente. Con el objetivo de dar oportunidades a quienes no las tienen, El Pájaro Azul trabaja en países en desarrollo en el continente africano, países que, en muchos casos, no son pobres, simplemente son lugares empobrecidos por la explotación injusta de sus recursos y materias primas y, muchas de ellas, son la base de la vida de bienestar que mantenemos en el primer mundo.

En estos talleres se impartieron las nociones básicas sobre las necesidades alimenticias de niños y adolescentes, se hicieron propuestas sobre la organización de los menús y lógicamente, se utilizaron los recursos alimenticios de la zona.
Inmaculada Carbajal, presidenta de la Fundación El Pájaro Azul, en uno de los talleres que impartió esta ONGD sobre necesidades alimenticias de niños y adolescentes y organización de menús basados en recursos alimenticios de la zona. / Fotos cedidas por Fundación El Pájaro Azul

Desde el inicio, la Fundación ha apoyado un proyecto educativo con niños de la calle: Bana ya Poveda (Niños de Poveda), creado por la Institución Teresiana y que se ocupa de dar oportunidades a los niños abandonados, hijos de la miseria y de la ignorancia que terminan vagando por las calles de Kinshasa, robando, para poder mantenerse, organizándose en pandillas, para protegerse de la propia policía que los maltrata de múltiples formas y durmiendo en cualquier rincón tapados con cartones. Son niños de edades que oscilan entre los siete y los trece años y que, cuando llegan al centro que los acoge, están muertos de miedo y con signos evidentes en sus cuerpos de haber vivido situaciones impensables para nuestro contexto. Una vez que ingresan en el proyecto, los niños son escolarizados y reciben una atención individualizada, para atender a las necesidades y las peculiares circunstancias de cada uno.

La Fundación El Pájaro Azul hizo una importante labor para mejorar la alimentación de los cuarenta niños acogidos en el centro que, si bien era satisfactoria, en cuanto a la cantidad, no lo era en cuanto a la variedad por falta de recursos económicos. Después de comprobar que los muchachos no alcanzaban los rangos normales de sus percentiles de peso y talla, se decidió hacer una serie de talleres sobre nutrición para concienciar al equipo de educadores, que se abrió a la gente del barrio en el que residen los niños. En estos talleres se impartieron las nociones básicas sobre las necesidades alimenticias de niños y adolescentes, se hicieron propuestas sobre la organización de los menús y lógicamente, se utilizaron los recursos alimenticios de la zona.

Durante cuatro años, se impartieron los talleres y, paralelamente, se modificó la alimentación que recibían los niños en el centro. Enseguida se pudieron ver los buenos resultados:

Durante cuatro años, se impartieron los talleres y, paralelamente, se modificó la alimentación que recibían los niños en el centro. Enseguida se pudieron ver los buenos resultados: incremento de la talla y peso, menor incidencia de infecciones, una curación más rápida de las heridas y la satisfacción expresada por los niños ante el cambio de su comida. Además, los propios educadores y personas cercanas al centro, que también modificaron su dieta, pudieron observar cambios positivos en su salud.

La toma de conciencia por parte del equipo de educadores de la importancia de tener una buena alimentación, los movió también a buscar sus propios recursos para sostener por sí mismos esta parte del proyecto que, hasta entonces, había dependido de la ayuda externa, de este modo, no sólo se había logrado el objetivo de mejorar la dieta, sino también, se había estimulado la necesidad de mantenerla y hacerlo por sí mismos.

En el momento actual, el proyecto tiene un extenso campo en el que tienen cultivos diversificados que proveen al centro de una parte de los recursos alimenticios necesarios.

En el momento actual, el proyecto tiene un extenso campo en el que tienen cultivos diversificados que proveen al centro de una parte de los recursos alimenticios necesarios.

Cara al futuro, la Fundación El Pájaro Azul pone su mirada en el norte de Benín, en Nikki, un lugar en el que la malnutrición infantil es una verdadera lacra que termina con la vida de muchos niños y niñas en sus primeros años de vida. Es un reto importante en el que el trabajo de las Terciarias Capuchinas, que tienen allí un centro para la atención de este problema, es fundamental para contrarrestar los efectos devastadores de la miseria y la ignorancia, que perpetúa el sufrimiento y limita el desarrollo de las personas en todos los aspectos.

Este premio de la Fundación Alimerka, que reconoce el trabajo de estos años, supone también un aliciente para seguir con el objetivo que inspiró la creación de El Pájaro Azul: estar al lado de los más vulnerables y proporcionarles oportunidades para que puedan desarrollar su vida en las mejores condiciones.

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