Había amanecido un mes tirando a grisaceo, con la mala noticia del suicidio de Verónica Forqué, la sonrisa más triste del cine español. Un rostro familiar para uno, que había disfrutado con las pelis de su padre, y luego vio cómo ella desarrollaba una magnífica carrera en la pantalla y en las tablas. Pero tenía algo esa chica, un dolor que transmitía incluso cuando reíamos (“Bajarse al moro”). Recordemos, -para buscar remedios-, que ha aumentado el número de personas que se quitan la vida, y el consumo de ansiolíticos; en Asturias, con cifras de por sí altas, el 20% en el último año.
Buena parte de la culpa la tiene este virus traidor que nos acecha, nos intranquiliza, nos paraliza y puede llegar a acabar con nosotros. Seamos prudentes en lo personal, y exigentes en lo político; reclamemos a los que mandan mejores condiciones laborales para las gentes del gremio sanitario, aquellas a quienes hace un año aplaudimos y luego enviamos al paro.
Contra el desempleo y la precariedad, quiere luchar la nueva legislación laboral. Pero que no nos cuenten historietas, la Reforma Laboral de Mariano Rajoy, esa “que contempla con admiración toda Europa” (Casado dixit); o sea, la que consiguió el milagro de hacer pobres de pedir incluso a los que tenían empleo, no ha sido derogada. Ha sido retocada en lo más sangrante; el despido sigue siendo casi gratis para el empresariado. Ya en la RPA pronosticó Miguel Ángel Fernández, amigo y proveedor de esta columna, que “podría ser una mala broma que se aprobara en Consejo de Ministras y Ministros el 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes”.
El mismo Consejo nos dio una gran alegría a quienes apreciamos las letras y las fiestas: La concesión de la Medalla de Oro de las Bellas Artes a la Semana Negra. Desde aquí la más calurosa felicitación a todos los equipos que, desde 1988 en El Musel a la fecha, han tenido la cabezonería de aguantar en pie una institución torpedeada por sus cuatro costados, sostenida por su empeño y por la asistencia masiva de cientos de miles de personas de Asturies y alrededores que cada año la han alimentado con entusiasmo.
Este latoso emborronador de cuartillas se siente particularmente orgulloso de haber sido invitado a colaborar en los últimos años en la redacción de “A Quemarropa”, diario efímero por definición, que se queda pequeño para informar de tanta noticia artística como se da en la Semana de nueve días, la más larga y Negra del mundo. Allí pude convivir con todo tipo de maestros de la pluma, el carboncillo y la imagen; aunque, por las características de la tarea encomendada, no salía en las fotos. Ésta es la única que tengo con monedero.