Se iba a titular esta columna “Lo que hay que oír”, pero la playa de Gijón me provee de historias tan sabrosas como las que salen de viajar en transporte público, y me ha regalado esta exclamación de una señora recién varada en el arenal.
Hace unas décadas la mayor aventura era un viaje de novios a Mallorca, incluida visita a les Coves del Drac y Barcarola; ahora no has hecho nada si no presentas en el curriculum un viaje de avión a las antípodas. Antes aburrías a la peña enseñando el reportaje en diapositivas, hogaño lo publicas en Instagram y esperas un montón de likes de tus followers (y followeras, supongo).
Uno, en su modestia, se conforma con ver Castilla la Vieja; en este caso su capital, Valladolid, que da mucho juego. Sabrán ustedes que se ha montado la de Dios es Cristo porque la directiva del Club de Fútbol ha decidido suprimir la Cruz Laureada de San Fernando del escudo oficial.
Pero sólo en la prensa, que en estas fechas tiene poco tema deportivo, en la calle ni nos enteramos. Comemos un lechazo (ciertamente mejorable) en la cripta que el restaurante tiene dedicada a Delibes, “Viejo amigo de la familia”, nos explican; al lado mesa de empresarios despotricando del Gobierno, apoyados por el camarero con ese argumento de “no quieren trabajar”…, aunque él mismo se da la respuesta: “Es que, en cuanto tienen que estar aquí doce horas al día siguiente ni aparecen…” ¡Si lo dijo hasta el Emperador Biden, “Pay than more!” Págueles mejor, verá como sí tiene empleados. El empresario más vocinglero remata: “¡Esto es una bomba de carrocería!”.
Hace unas décadas la mayor aventura era un viaje de novios a Mallorca, incluida visita a les Coves del Drac y Barcarola; ahora no has hecho nada si no presentas en el curriculum un viaje de avión a las antípodas.
Al lado está la Plaza Mayor, donde las gentes de Parad@s en Movimiento recuerdan cada “lunes al sol” a los ediles que siguen esperando un puesto de trabajo. Cuatro pasos más allá se extiende la Plaza de Poniente. Allí, sentada en un banco, Rosa Chacel en bronce ve pasar la vida; a sus espaldas estaría la antigua desembocadura de la rama norte de La Esgueva.
Río con dos brazos que pasaba por el centro de la villa y era usado como cloaca general, por ende, crisol de un amplio catálogo de enfermedades infecciosas, amén de inundaciones sin cuento. En el siglo XIX fue saneado y reconducido para alivio sanitario. Debo agradecer los oficios de mis amigos pucelanos Paco González y Mariano San José que me explicaron la historia de este afluente del Pisuerga y me pusieron en la pista de por qué lo llaman en femenino. Se declina en latín el río flumen/fluminis; al tener dos cauces se nombraría en plural flumina Esgueva, la terminación en “a” hicieron femenino al río.
¿Puede ser así? Bueno, a mí me ha hecho gracia la explicación y no tengo otra, por ahora. Sea como fuere una parte desembocaba en Poniente, plaza donde se ubica la oficina de empleo que se ve en la foto siguiente
Recientemente había asumido la gerencia del servicio (ECYL) Javier Moreno Espeja. No es que su gestión haya llevado a colocar terrazas delante de las oficinas para solaz de los demandantes que hagan cola, el encuadre se debe a la intrínseca mala fe del fotógrafo. La noticia viene a cuento de que, en esa Plaza Mayor, tan próxima, se dio la circunstancia de que el único e incomparable edil del partido verde guardia civil tronó contra unos “terribles cursos” que se daban en escuelas e institutos sobre sexualidad y afectividad, “que adoctrinaban a los niños”. “Algo sumamente grave”, gritó Javier García Bartolomé. Lo chusco del caso es que desde los bancos del gobierno municipal le tuvieron que explicar que a buenas horas se enteraba que tales materias se impartían desde años atrás y las daba la empresa Data Consulting, propiedad del señor Moreno Espeja, de su mismo partido, que prefirió dimitir antes que soportar semejante compañero de viaje.
La primera noticia de este mal chiste la tuve a través de la radio, en la emisora pucelana de una cadena nacional que debe tener muchos becarios, porque se mostraban inseguros y fallones al leer las noticias. Informan del rescate de una espeleóloga mediante una técnica que la Guardia Civil ha aprendido recientemente en Sama, -aunque la locutora no tiene por qué saberlo, con la Brigada de Salvamento Minero; si bien con una variante extraña: “…mediante microvoladuras, para obstruir la entrada de la cueva donde se accidentó”
En fin, ¡lo que hay que oír! Y sin falta de ir a Indonesia, Manolo del alma.