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martes 12, noviembre 2024

Arte Urbano. Street Art. Graffitis

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“Todos los días deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar una obra de arte y, si es posible, decir algunas palabras sensatas”
(Johann Wolfgan von Goethe)

Esta receta, a decir de muchos conocedores de la Psicología Positiva, contribuye a nuestro estado de satisfacción, por tanto, a nuestra felicidad.

Pongamos, por tanto, música y poesía en nuestro discurrir cotidiano, no tiene mayor secreto pero cuando se habla de arte la cosa puede complicarse ya que para algunos, o muchos, es una asignatura desconocida, algo inútil, algo que se encierra en un museo y que no supone ningún beneficio para la vida. Grave error según mi consideración y es que, además, el arte no está necesariamente en los museos, sino que sale a nuestro encuentro, en cualquier esquina, en cualquier lugar. No se necesita más que ir con los ojos abiertos y dejarse sorprender.

Les hablo del graffiti, del arte urbano (street art). El graffiti es una inscripción, pintura o dibujo anónimo (no siempre) de contenidos varios, grabados o escritos en trenes, paredes, edificios, muros… es la respuesta a nuestro deseo de dejar constancia de nuestro paso por la vida, de expresar nuestras emociones, de darle una trascendencia a nuestro existir.

Y así ha sido a lo largo de la historia, el hombre ya dejó en las cavernas su “estar en la vida”, a través de la pintura rupestre, de dejar constancia de lo que le rodeaba.

Según algunos autores el primer graffiti data de hace 3.500 años en Saqqara (Egipto). Hace 2.000 años en la tumba de Ramsés VI (Valle de los Reyes) se descubrieron más de mil testimonios que fueron dejando los viajeros… Ej. “La visité y no me gustó nada, excepto el sarcófago”.

A lo largo de la historia, el hombre ya dejó en las cavernas su “estar en la vida”, a través de la pintura rupestre, de dejar constancia de lo que le rodeaba.

Pompeya, sepultada por el Vesubio (79 d.C) fue una de las ciudades romanas más graffiteadas, actualmente se conservan alrededor de 11.000 graffitis que han sido pintados en muros, columnas, casas, en el anfiteatro, en el lupanar.
Parece ser que, en aquel tiempo, los bloqueadores no daban abasto a la hora de limpiar o borrar los graffitis. Hoy en día se agradece que muchísimos hayan persistido porque es una forma, entre otras, de mostrar cómo era la vida, los hábitos y las costumbres de la gente corriente. De la intrahistoria que diría Unamuno.

Por lo que se refiere al arte callejero moderno nos situamos en Nueva York a la década de los 60, uno de los primeros artistas firmaba como Taki 183, su nombre verdadero era Demetrios, de ascendencia griega. Trabajaba como mensajero de “a pie”, lo cual facilitaba su conocimiento de la ciudad, de las bocas de metro, de los lugares donde se podía pintar, es así que sus pintadas aparecen en estaciones de metro, en vagones, en paredes, en el Aeropuerto Internacional Kennedy, en Nueva Jersey, etc. No fue el único graffitero, pero fue el primero en ser reconocido por los medios de comunicación, especialmente cuando el New York Times publica un artículo sobre él en 1971.

Así el graffiti resulta una forma de arte muy atractiva, sugerente, supone un guiño al amor, al odio, a la revolución, a la paz. A la vida, en definitiva.

Y como todo se va extendiendo, el arte callejero llegó a España. El primer graffitero español fue Juan Carlos Arguello, más conocido como “Muelle”. Sus obras fueron las primeras en poblar las paredes de Madrid, primero en el barrio Campamento, donde vivía con su familia y luego en las paredes de toda la ciudad. Siempre pintaba en lugares que no afearan el paisaje urbano, respetaba la propiedad privada y solía decir que la cuestión era hacer una firma decorativa.

Pocas de sus obras han sobrevivido. La más conocida se encuentra en la calle Montera (Madrid), fue restaurada en 2017. Un año más tarde se descubrió otra de sus firmas en la calle Moratín que también ha sido restaurada.

Muelle nunca fue partidario de vender su obra, pero recientemente la casa de subastas Durán saca una quincena de obras del mítico artista. Se trata de su firma y otras pinturas de corte abstracto en papel y cartulina utilizando rotulador, carboncillo, acrílico y ceras.
En el año 1995 falleció víctima de un cáncer. Tenía 29 años.

El lucense Diego As merece especial atención por el impresionante mural de Julio César en Lugo. Mural realizado en 2021 dentro del marco del festival Urban Cores y que fue elegido como el Mejor graffiti del mundo.

Entre otros muchos graffiteros, destacan en la actualidad el vasco Nexgraf de 17 años y el lucense Diego As que merece especial atención por el impresionante mural de Julio César en Lugo. Mural realizado en 2021 dentro del marco del festival Urban Cores y que fue elegido como el Mejor graffiti del mundo. Recientemente ha realizado un mural sobre Hipatia de Alejandría en Castroverde, dentro de las instalaciones de un colegio.

Pero, sin duda, uno de los más grandes a nivel mundial es Banksy. Nació en 1973 o 1954 en Bristol, es el artista desconocido, sus obras aparecen en cualquier parte del mundo por lo que hay distintas hipótesis acerca de su persona, pero nada cierto. Lo único real es que sus obras son impresionantes y, por ello, imprescindibles, para el arte y, yo diría, para la vida.

Sus pinturas denuncian graves problemas como la pobreza y la desigualdad, el consumismo, los efectos de la guerra y la violencia contra los más vulnerables.
En el año 2001 viajó a Chiapas; en aquel entonces era portero de un equipo de fútbol que viajaba por todo el mundo para jugar con equipos de comunidades marginales. Se cree que mantuvieron un encuentro con el Ejército Nacional de Liberación Zapatista (EZLN). Entiendo que habrá tenido el placer de conocer al Subcomandante Marcos (hoy Subcomandante Insurgente Galeano). Y en Chiapas dejó un par de murales con imágenes de guerrilleros y dos palabras: Resistencia y Libertad.

Sus pinturas son impresionantes, quizá la más conocida por la mayoría sea la “Niña con globo”. Obra creada en 2002 que aparece en el muro de una casa en Shoreditch (Reino Unido). El 11 de octubre de 2018, durante una subasta (la obra en forma de pintura, obviamente) una vez que fue adjudicada se autodestruyó. Banksy había colocado un mecanismo bajo el marco. Aún así la persona que la había adquirido no renunció a ella y la obra triplicó su valor y pasó a titularse “Love is in the bin”.

Como dijo Banksy, “El arte debe consolar al perturbado y perturbar al cómodo”

Otra anécdota que nos hace conocedores del valor de su obra es la referida a “Niño con palanca” pintada en el muro de una tienda en Lowestoft (Reino Unido). El dueño de la misma arrancó el trozo de pared que contenía la obra y dicen que pudo haber sido subastada por unos dos millones de euros. Lógicamente la noticia ha disgustado a los vecinos ya que podría haber supuesto un empujón turístico que beneficiaría la economía de la ciudad.

Otra de sus magníficas obras la plasmó en la cárcel de Reading donde estuvo preso Oscar Wilde. El muro de la prisión, hoy sin clientes, invitaba a la fuga y, es así, que pinta a un prisionero que baja por la pared gracias a unas sábanas anudadas. En el año 2019 el Gobierno británico puso el edificio a la venta que dio lugar a una campaña liderada por actores e intelectuales británicos para convertir la cárcel en un centro cultural y hay, por tanto, quien ve en el mural una muestra de apoyo a la citada campaña.

Tras el acercamiento al arte urbano, podemos considerar:
– El graffiti como una manifestación del arte que sale a nuestro encuentro y nos sorprende. Es, en muchas ocasiones, un regalo visual que, además invita a la reflexión.
– Un arte callejero que bien hecho es sugerente, desafiante y atractivo. La vida en movimiento.
– Eduardo Punset descubrió en Nueva York un graffiti que le invitó a buscar respuestas. El graffiti, pintado en un muro decía: ¿Hay vida antes de la muerte? Y Punset dijo: “este tío dio en la clave”.

Sea, por ello, de utilidad incorporar a nuestra vida la receta de Goethe y considerar válido como ingrediente el arte al que me refiero ya que, como dijo Banksy: “El arte debe consolar al perturbado y perturbar al cómodo”.

El arte que nos ofrece la calle es sugerente y gratuito.

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