“El duelo suprimido sofoca. Hace estrago dentro del pecho y está forzado a multiplicar su fuerza”
(Ovidio)
Cuando escuchamos la palabra duelo inmediatamente tendemos a pensar en el fallecimiento de alguien, sin embargo, el duelo va mucho más allá, pudiendo ser la consecuencia de varias situaciones como:
- Separación o divorcio
- Ruptura de relaciones importantes, amigos, hijos, familiares
- Pérdida de la salud, pérdida de un miembro.
Son situaciones que cambian nuestra vida, momentos que se terminan y cada una de esas situaciones supone una pérdida a elaborar.
En este mundo en que vivimos, este mundo que se desarrolla en una ideología materialista y competitiva, el fracaso de un proyecto, la pérdida del status, la quiebra de un negocio, etc, pueden suponer para quien lo sufre un padecimiento, quizá desmedido, y es, por ello, una pérdida a elaborar, un duelo, a fin de buscar una adaptación serena a la nueva situación.
Por lo que se refiere al duelo por fallecimiento, la psiquiatra Kubler Ross estableció en el año 1969 las fases del duelo; son cinco etapas que surgen como mecanismos de defensa para afrontar situaciones dolorosas: Negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
Generalmente se insta a la persona a que sea fuerte, que todo pasará, que el tiempo lo cura todo y sin embargo la pena y la manifestación de la misma es necesaria porque es una respuesta natural ante una pérdida.
La cuestión, por consiguiente, que debe plantearse es: ¿qué puedo hacer? ¿A dónde o a quién recurrir?
Y no cabe otra respuesta más que: “manos a la obra”; quien sufre debe moverse, caminar hacia alguna parte; un viaje que se inicia, seguramente, con gran esfuerzo, con voluntad, admitiendo que se debe avanzar soportando el peso del quebranto.
Desde siempre, desde la infancia, el ser humano viene conviviendo con situaciones de quebranto, generalmente enmascaradas para protegerse del dolor o de la incomodidad y, sin embargo, muchos especialistas sostienen que es necesario hablar de ellas en la escuela porque los niños deben ser conocedores de que la vida será un discurrir de quebrantos y beneficios, de pérdidas y ganancias, y es así como aprende uno a protegerse y defenderse. El ejemplo que puede ser aclaratorio de este proceder es “saber nadar”, técnica que se habrá aprendido ejercitando y en un momento te puede salvar la vida, pero si no sabes y el barco se hunde no es lógico que quieras aprender en ese momento.
Generalmente se insta a la persona a que sea fuerte, que todo pasará, que el tiempo lo cura todo y sin embargo la pena y la manifestación de la misma es necesaria porque es una respuesta natural ante una pérdida.
Y en ese “moverse”, ¿qué pautas son convenientes para afrontar el duelo?
En general casi todos los duelos (entendido el duelo como una pérdida que hay que elaborar) requieren las mismas necesidades de obrar, aunque no todos necesitarán la misma intensidad en el obrar porque también en ello está involucrada la personalidad de cada cual.
En líneas generales se puede decir que hay que trabajar en las siguientes pautas:
- Concédete permiso para “sentirte mal”, el dolor tiene que salir del cuerpo, no puede estar encapsulado. En palabras de Shakespeare: “El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo a cenizas”.
- Confía en tus recursos para seguir adelante; recursos que hay que activar, de nada sirve esperar a que las cosas cambien por sí solas (o fingir que se sigue viviendo como si nada hubiera ocurrido). No existen atajos en el camino de las lágrimas pero no te exijas “pronto y demasiado”. Digamos que estás en condiciones de afrontar, que estás saliendo al camino aun siendo consciente de que será fácil encontrase con piedras, con baches, con zarzas, pero en el convencimiento de que sabrás bordear las dificultades.
- Nuevos ojos: Nuevas puertas. Cuando una puerta se cierra, otra se abre, siempre ocurre pero, a veces, hay que empujarla.
- Acepta la realidad pura y dura. Es el camino de las lágrimas y no hay retorno, porque el camino solo admite un sentido: Hacia adelante. Puede ayudar ir al cementerio, las creencias religiosas, los rituales. Los japoneses despiden a los objetos que convivieron con ellos y hacen una ceremonia al respecto.
- Conecta con la vida. La vida te espera. No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en establecer nuevas relaciones.
- Gratitud. Trabaja en esta actitud. Valora las cosas buenas que tienes y que quizá estés olvidando. Parecen obvias pero si faltan, todo falta.
- Las 3D: descanso, disfrute y diversión. Los malos momentos han venido sin haber sido invitados, nos han robado algo pero no permitas que aniden en tu corazón.
- Aprendizaje. La elaboración de un duelo significa aprender a vivir sin algo o alguien, a vivir de otra forma, a desempeñar nuevos roles, a tomar decisiones, a vivir con algo menos.
- Definición: ¿qué significa morirse para ti? ¿Qué sucede después de la muerte? Si crees en la reencarnación está bien, si crees en el cielo está bien, si crees en un mundo paralelo está bien. Lo que sea que creas está bien, pero tienes que tomar una posición.
- Compartir lo aprendido.
La siguiente cuestión a plantear es: ¿Cuándo se ha superado el duelo?
El duelo se considera resuelto cuando:
1. Aprendemos a vivir con la pérdida.
2. Somos capaces de invertir nuestra energía en nuestra vida presente.
3. Aprendemos a desarrollar nuevos roles. Cuando aprendemos a caminar por otros lugares, cuando tenemos nuevos intereses.
4. Por instantes, cada vez más frecuentes, podemos experimentar serenidad, gratitud, paz y ganas de seguir viviendo.
Con respecto a la duración del duelo (por fallecimiento) no hay un tiempo establecido, puesto que, depende de muchas circunstancias, la edad de la persona que se ha ido, el cómo se ha ido, si ha padecido dolor o enfermedad, etc., Y, depende además, de la personalidad del individuo que se enfrenta al duelo. No hay tiempo definitivo pero, en general, se puede decir que el primer año es el tiempo más difícil.
Todos tenemos y tendremos que afrontar el duelo en momentos de nuestra vida.
Es ley de vida.