Los acontecimientos que en los últimos tiempos sacuden la vida nacional están teniendo consecuencias duales en la gente de a pie, ya que, si por una parte se observan reacciones populares clamando justicia, clamando derechos, también, por otra parte, está sirviendo todo ello para que se derrumben los “dioses” políticos, esa especie que copa todos los niveles de la información, que pueden hacer, deshacer, opinar cuando quieran, insultar y, hasta la fecha, robar al pueblo con la mayor de las facilidades.
Tal vez porque nuestra democracia aún es adolescente, tal vez porque el carácter latino es así, o tal vez porque no se tienen cosas mejores en las que pensar, lo cierto es que la especie política, los políticos, son los protagonistas de todo. Y eso es muy triste.
Si el país sufre ahora una crisis es por culpa de los políticos, pero si hay que buscar soluciones a esa crisis, todo se basa en cambiar de políticos, es decir, los mismos perros con distintos collares, porque no hay nada mejor, nada que sirva para nada.
En este país hay gente estupenda que trabaja, que lucha por mejorar las condiciones de vida de esta sociedad.
Pero la vida es más que eso, mucho más. En este país hay gente estupenda que trabaja, que lucha por mejorar las condiciones de vida de esta sociedad. Hay gente, profesionales auténticos, que investigan, que velan por nuestra seguridad, que cuidan nuestras vidas, que nos ofrecen campos donde recrearnos, que escriben estupendos libros que nos ayudan a volar por encima de lo cotidiano. También a soñar con un futuro mejor.
En este país hay gente ignorada, desconocida, que se levanta todos los días temprano, que va a su oficina o a su negocio y trabaja con honestidad por los demás y con los demás.
En este país hay muchas amas de casa que se preocupan por su hogar, por sus hijos, por ajustar su economía para llegar al próximo sueldo, y siempre con la incertidumbre de saber si habrá próximo sueldo, porque algún chorizo con aureola de empresario ilustre se haya fugado con la nómina de sus empleados y con su futuro.
Los políticos no solo están a años luz, en sus nóminas, respecto a las de los ciudadanos, sino que, en muchos casos, son ellos los que se marcan sus sueldos.
En este país hay jóvenes que quieren vivir un futuro, que se preparan para él, que necesitan apoyo, aprender, experimentar, y su futuro no puede depender sólo de la especie política, porque si así es nunca tendrán futuro.
En este país hay una especie, los políticos, que acaparan todo el protagonismo, y hay otros muchos, el pueblo, que es el verdadero perjudicado y que, además, es el que mantiene a los políticos. Porque los políticos no solo están a años luz, en sus nóminas, respecto a las de los ciudadanos, sino que, en muchos casos, son ellos los que se marcan sus sueldos.
Y esta actitud, en concreto, deja en evidencia la falta de respeto hacia los ciudadanos, hacia todos aquellos que malamente llegan a final de mes con sus sueldos y que no pueden darles a sus hijos todo lo que necesitan para crecer con normalidad.
Por todo ello, si de verdad queremos cambiar las cosas, digámosles a los políticos que ellos son sólo empleados del pueblo, empleados a sueldo. Que su protagonismo, que su endiosamiento, es consecuencia de nuestra ignorancia, pero que ya está bien. Exijámosles que cumplan su labor, sus promesas electorales, y que de una vez por todas cierren sus bocazas y dejen de vomitar estupideces, insultos, mentiras, incluso odio.
Exijámosles que cumplan su labor, sus promesas electorales, y que de una vez por todas cierren sus bocazas y dejen de vomitar estupideces, insultos, mentiras, incluso odio.
Y si necesitamos cambiar leyes para que resten protagonismo a los políticos, pues hagámoslo. Y elevemos la participación popular a un nivel superior, mediante las asociaciones, las ONGs, todo aquello que dé fuerza al pueblo, que una al pueblo, que es el gran soberano. Porque la Constitución se ha convertido en un arma que es usada cuando conviene, una losa pesada sobre la cabeza de los que necesitan evolucionar.
Recogemos una voz muy extendida si decimos que estamos hartos de desayunar, comer y cenar con los políticos presentes, con sus ataques personales, con sus corrupciones, con sus falsas promesas, con sus mentiras estudiadas, con su chulería, con sus pactos de pasillo, con sus sueldos excesivos, con sus inmunidades y, sobre todo, con la falsa creencia de que ellos nos van a solucionar nuestros problemas.
Les hemos elevado al nivel de “dioses” y ahora nos miran como si fuéramos sus siervos, sus empleados de usar y tirar, una clase inferior.
Pero, de momento, ellos son los que crean los problemas, y los ciudadanos quienes los sufren.
Les hemos elevado al nivel de “dioses” y ahora nos miran como si fuéramos sus siervos, sus empleados de usar y tirar, una clase inferior.
Porque, además de lo que tenemos que soportar diariamente, la naturaleza amenaza con destruirnos porque la política de los gobiernos del mundo nunca contempló respetarla.
Tres cuartas partes de la humanidad se mueren de hambre porque los intereses internacionales impiden que se les ayude.
Nos quedamos sin pesca, los residuos nucleares nos amenazan y las enfermedades de laboratorio, creadas por la industria de la guerra alimentada por los políticos, nos van destruyendo poco a poco.
Y ahora, para poner la guinda al pastel, ya se está hablando de una guerra cuyo alcance es imposible de imaginar, pero si nos fijamos en las dos más mediáticas, Ucrania y Gaza, las consecuencias son inimaginables, el principio del fin, los tiempos anunciados.
Desengañémonos ya de una vez, la solución a los males que nos acechan y acompañan no la tiene ningún político, es más, en la mayoría de los casos tienen la culpa.
La solución a los males que nos acechan y acompañan no la tiene ningún político, es más, en la mayoría de los casos tienen la culpa.
Tal vez la respuesta a ello está en la comprensión de que la vida es mucho más, de que todos formamos parte de una gran cadena y en esa cadena los políticos son sólo un eslabón más, ni siquiera el más importante. Pero sí el más negativo, el más peligroso.
Vivimos en la ilusión creada para confundirnos y tenernos engañados. Creemos que no existe vida más allá de los políticos o de la realeza, cuando son ellos en realidad los vampiros que se alimentan de nuestra energía.
Pero sí existe vida, una vida maravillosa en la que poder crecer, evolucionar todos juntos, unidos.
Sólo necesitamos creer en ella, sólo necesitamos creer en nosotros, en nuestro potencial, en nuestra razón. Negando lo que es mentira y afirmando lo que es verdad.
El futuro va de eso, del reconocimiento del hombre, de la afirmación en nuestro sueño, de la confianza en que todo cambiará. Porque así está escrito. Porque así fue, es y será.
No dejemos de soñar.