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martes 16, abril 2024

Hola… Soy 2021

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Acabo de nacer y ya estoy cabreado. Yo vine con ilusión, con ganas de que en mi tiempo los seres humanos pudieran experimentar, vivir nuevas sensaciones, nuevas aventuras y, sobre todo, que aplicaran lo que habían aprendido con mi antecesor, 2020, a base de cometer errores que se pagaron y se pagan muy caros.

Pero, lo primero que me encuentro, es con personas que despedían a mi compañero con desprecio, con odio incluso, culpándole de todo lo que se vivió, haciéndole responsable del dolor, del sufrimiento, que un virus incontrolado está causando.

Yo me sentí mal, no lo comprendí, y además me produjo un desengaño, una frustración, porque nosotros, los años, somos solo periodos de tiempo, como los meses, los días, las horas, y porque solo somos una medida de tiempo necesaria para la organización de los humanos.
Nosotros no tenemos capacidad de elección ni de tomar decisiones. Al fin y al cabo, somos solo hojas de un calendario.
Además, me sentí amenazado, a pesar de ser solo un bebé que acaba de nacer, porque junto a las acusaciones a mi hermano, 2020, iban las peticiones hacia mí, cargadas de advertencias como… “Esperemos que el próximo sea mejor…”, “A ver éste como se porta…”, “No creo que traiga nada bueno”. Etc., etc.

Ahora están poniendo fechas en mi tiempo para poder volver a ser como antes, a vivir como antes, pero… ¿no se dan cuenta de que todo lo que ocurre es precisamente por ser como eran, como vivían antes?

No me lo podía creer, creía que los seres humanos estaban más evolucionados, que eran más inteligentes. Pero está claro que no, porque todo lo vivido durante el “reinado” de mi compañero es culpa de ellos, creación suya, y por eso son ellos los que viven las consecuencias. Lo que ocurre es que no poseen la valentía de autoanalizarse y señalar las causas que producen estos efectos. Es más fácil culpar a 2020. Es como si un pintor echa la culpa al lienzo porque el cuadro no es bueno. Es simple justificación, pura cobardía.

Ellos esperan que yo les resuelva sus problemas, que les devuelva su tan ansiada normalidad, que les recupere su pobre concepto de lo que ellos entienden por libertad.
Ahora están poniendo fechas en mi tiempo para poder volver a ser como antes, a vivir como antes, pero… ¿no se dan cuenta de que todo lo que ocurre es precisamente por ser como eran, como vivían antes?

Yo, como tiempo, soy la consecuencia de una vuelta completa de la Tierra alrededor del sol. La Tierra se mueve dentro de un sistema solar y éste dentro de una galaxia. Y todo son tiempos dentro de tiempos.
Yo soy una parte diminuta de tiempo dentro de esa galaxia, soy apenas imperceptible, mayor que los meses, los días, las horas y los segundos, mis hijos, nietos y bisnietos. Pero todos existimos para que las vidas tengan una referencia en el espacio, que es lo único real que existe.
Al ser humano no le preocupa “perder el tiempo”, no le preocupa no aprovechar esas porciones de tiempo para aprender a vivir en tiempo real, en el presente, que es lo único que tiene.

Al ser humano no le preocupa “perder el tiempo”, no le preocupa no aprovechar esas porciones de tiempo para aprender a vivir en tiempo real, en el presente, que es lo único que tiene.

La humanidad de este planeta vive prisionera del tiempo, no lo comprende y tampoco sabe utilizarlo. Por eso va siempre por detrás. Por eso siempre está cometiendo los mismos errores y no aprende nada de ellos.
Es como si dejara que el tiempo que tiene asignado para su vida, para vivir aprendiendo y avanzando, se le escurriera entre las manos y se perdiera.
Yo soy una medida llamada año, pero lo realmente importante son mis medidas menores, mis segundos, mis minutos, mis horas, porque en ellas es donde se mueve la vida, donde se aprende, donde se experimenta, donde se vive de verdad, donde se toman las decisiones fundamentales.

Yo esperaba nacer casi de incógnito, porque me dijeron que había una pandemia y la gente no estaba para fiestas. Pero, hete aquí, que aún no había tomado conciencia de haber nacido y ya tenía montones, miles, millones de mensajes en mi “buzón digital” pidiéndome que les solucionara los problemas que ellos habían creado por su ignorancia, por su estupidez y por su falta de amor.

Además, ante mi sorpresa, me recibieron como si fuera un “dios salvador”, y ello en medio de fiestas, saltándose las normas sanitarias y también las que imponen recogimiento y discreción. No había conciencia ninguna de peligro, solo había emociones descontroladas.

Aún no había tomado conciencia de haber nacido y ya tenía millones de mensajes en mi “buzón digital” pidiéndome que les solucionara los problemas que ellos habían creado por su ignorancia, por su estupidez y por su falta de amor.

En ese momento pensé en dónde me había metido, qué pintaba yo aquí. Pero soy 2021, y solo por ser el sucesor de 2020 ya tengo un camino marcado, una labor que hacer, aunque me temo que no le va a gustar a los humanos, porque yo recojo el testigo de mi antecesor para continuar con lo empezado, para que mi tiempo sea también una lección para esta humanidad que desoyó todas las advertencias, todas las señales, todas las profecías, incluso las que les advierten de estos tiempos y de todo lo que va a suceder para que el ser humano abra por fin los ojos y comprenda quién es y para qué está en el planeta.

Pero no seré yo quien decida el “cómo”, yo seré el “cuándo”, el lienzo sobre el que se pintarán las consecuencias del desequilibrio humano, del egoísmo, de la falta de respeto a la madre tierra y a la vida.

Afortunadamente, no poseo sentimientos ni emociones, por lo que seré un observador imparcial de todo lo que ocurra y lo grabaré en mi memoria para que humanidades futuras no cometan los mismos errores.

Yo, como tiempo que soy, asistiré a la vivencia de acontecimientos aún más duros y dolorosos que en 2020, porque no se ha aprendido nada, no hay actitud de aprender, como tampoco hay humildad ni valor para mirar de frente la realidad, lo anunciado, y corregir los pasos y las decisiones.

Afortunadamente, no poseo sentimientos ni emociones, por lo que seré un observador imparcial de todo lo que ocurra y lo grabaré en mi memoria para que humanidades futuras no cometan los mismos errores.

Antes de tomar posesión de mi cargo me dijeron que habría mucho dolor en mi tiempo, pero que era necesario para despertar al ser humano que estaba dormido, que estaba perdido.
Así lo acepté y así lo acepto, porque esa es mi misión y porque espero que en mi lienzo también se pinten cuadros bonitos, que aporten esperanza y que ayuden a despertar a unos pocos, o a muchos, porque la luz de una vela puede vencer a toda una oscuridad.

Ya estoy comprobando, en el corto tiempo de mi existencia, que existen dos tipos de humanos, los que esperan “milagros” de mí y los que cuentan conmigo para cambiar, en lo posible, las cosas negativas que esta humanidad creó y que aún sigue creando, aunque la muerte haya tomado el mando y se haya apoderado de la humanidad.

Unos son los cómodos, los egoístas, los que no quieren cambiar, los que se esconden tras la negación de la realidad porque tienen miedo, y otros los valientes, los decididos, los que quieren contagiar con sus actos a los demás, los que luchan por la unidad, por enfrentarse unidos a las consecuencias de unos comportamientos absurdos y egoístas que llevaron a la humanidad a esta situación.

Soy 2021, y aunque no seáis conscientes, dejáis vuestras vivencias grabadas a fuego en mis segundos, minutos, horas, días y meses. En mí serán recogidas y dispuestas para ser contempladas y analizadas en el futuro, en otro espacio, en otro tiempo.

Nunca, que yo sepa, ningún antecesor mío tuvo que madurar tan aprisa, tuvo que tomar conciencia de lo que le esperaba tan rápido. Pero así son las cosas. Me siento muy dispuesto y un poco asustado, pero sé que cumpliré, porque si soy uno de los elegidos para vivir momentos tan trascendentales para la humanidad, será por algo.

Sé que me tratarán como a mi hermano 2020 o peor, sé que cuando le pase el testigo a 2022 estaré abarrotado de vivencias, de dureza y de belleza, de dolor y de alegría, pero también sé que en el futuro y, quién sabe, a lo mejor en toda la galaxia, se hablará de mí, se me recordará, al igual que a mis hermanos cercanos, porque juntos vivimos el cambio, la transformación de una humanidad.

Soy 2021, y aunque no seáis conscientes, dejáis vuestras vivencias grabadas a fuego en mis segundos, minutos, horas, días y meses. En mí serán recogidas y dispuestas para ser contempladas y analizadas en el futuro, en otro espacio, en otro tiempo.

A lo mejor hasta volvemos a coincidir en algún lugar. Espero que si fuera así sean otras las condiciones y podamos juntos evolucionar y descubrir las maravillas de la creación.

Que la Fuerza os acompañe.

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