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martes 15, octubre 2024

Mentiras

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¡Qué fácil es mentir! Vivimos conviviendo con las mentiras de la misma forma que respiramos, comemos o procreamos.
Es el imperio de la mentira, la ley de la mentira, la dinámica de la mentira.
Mentir se ha convertido en la más excelsa de las habilidades, y no es más valorado ese raro espécimen que dice la verdad, sino quien miente con más elegancia, con más clase, quien miente y, sin embargo, continúa como si tal cosa. A veces en un héroe para algunos.

Uno se pregunta cuál es el origen de tan extendido “deporte”, cuándo empezó y quién fue el primero que lo lanzó al mercado.
Pero el problema radica en que para conocer la respuesta te tienes que guiar por la intuición, porque no te puedes fiar de casi nada de lo escrito ni de lo dicho, porque todo, absolutamente todo, es una hábil mentira creada para confundir.

El hombre desconoce su origen, porque le mintieron sobre él, se creyó todas las patrañas sobre su creación, se creyó el cuento para niños del paraíso, la serpiente y el “pecado original”, convirtiendo así su futuro en una permanente oscuridad, en un vivir angustiado porque, según la Iglesia, ya había nacido con la mancha del pecado, quedando entonces su “salvación” en manos de ellos, que se habían situado hábilmente como intermediarios entre “dios” y los hombres.
Así, levantaron un imperio y se otorgaron a sí mismos todo el poder sobre la vida y la muerte.
El resultado de todo ello está ahora a la vista para quien quiera comprender cómo funciona el mal y cómo perdura a través del tiempo.

El hombre desconoce su origen, porque le mintieron sobre él, se creyó todas las patrañas sobre su creación.

Descubrir esas mentiras y enfrentarse a ellas exige unas buenas dosis de coraje, de valor, de sangre fría, porque significa enfrentarte a la mayor corriente aceptada y consentida por la mayoría, desnudarte ante ti mismo y plantar cara a todo lo que existe para darle la vuelta y mirar la otra cara, porque a lo mejor resulta que la otra cara es la buena, es la que contiene la verdad.

¿Qué sucedería si un día descubrimos que todo es una inmensa mentira?
¿Qué pasaría si de repente constatáramos que lo que nos pintaron como bueno, como moralmente válido, es sólo la máscara que tapa una realidad que es todo lo contrario y que tiene como única finalidad engañarnos para dominarnos?
¿Y si todo ello es sólo un montaje urdido por unas mentes maestras para mantenernos alejados o inconscientes de la realidad?

Existe una máxima, una frase dicha por el gran Maestro Jesús-Cristo que lo sintetiza todo… “La verdad os hará libres”.
¿A qué se refería? ¿De qué verdad hablaba? ¿Cómo es posible que la mayoría de los que se consideran sus seguidores vivan aceptando la mentira?

Lo que sí es cierto es que no se refería a nada de lo conocido, porque, sencillamente, todo lo conocido, todo lo aceptado como “verdad”, nos va conduciendo día a día, y a lo largo de la historia, de caos en caos, de destrucción en destrucción.

¿Qué sucedería si un día descubrimos que todo es una inmensa mentira?

El hombre está perdido, desorientado, sin rumbo. Eso ocurre porque siempre ha confiado en los intermediarios, sean “agentes” de la luz o de la oscuridad, que le han dicho siempre por donde tiene que ir, qué tiene que hacer, lo que es malo y lo que es bueno para él.
Pero el hombre, el verdadero hombre que existe dentro de cada uno, no necesita intermediarios. Su camino es la experimentación y su bandera es la libertad, y sabe que se debe apoyar en el Amor para descubrir la Verdad.

Cuando fue creado se depositó en su interior todo lo necesario para convertirse
en una criatura única. Se le otorgó el Poder, el Amor, la Libertad y también el germen de la Mente, para que poco a poco fuera creciendo y caminando hacia un futuro donde se convertiría en el “dios” soñado por el Creador, por encima del bien y del mal.

Así, el bien y el mal pasarían a ser consecuencias temporales de formas de pensar, de una dualidad existente precisamente para que el hombre, al superarla, se convirtiera en un “dios”.
El hombre no fue creado para ser dirigido como un zombi, sino para ser libre como un pájaro.
La Verdad no es potestad de nadie, sino que está en todo y al alcance de todos.

El verdadero hombre que existe dentro de cada uno, no necesita intermediarios. Su camino es la experimentación y su bandera es la libertad, y sabe que se debe apoyar en el Amor para descubrir la Verdad.

Pero para tener acceso a esa Verdad hay que romper con la telaraña de la mentira hábilmente tejida a través de los siglos y reforzada con la comodidad de aquellos que prefieren dejarse arrastrar para no tener que luchar, para seguir la corriente, para vivir sin “problemas”.

Pero si queremos asomarnos a la posibilidad de ser libres, debemos cuestionarlo todo, no conformarnos con las respuestas que nos dan, no decir que sí hasta que “algo” dentro de nosotros nos confirme que es verdad.

A los máximos dirigentes de nuestra sociedad, tanto a nivel político, económico como religioso, les interesa mantener viva la gran mentira, porque ellos se alimentan de ella y porque sin ella no serían nada.
Son, por tanto, sus instrumentos, sus manos y sus pies, sus tentáculos.
Pero no lo son todo, es más, son solo un globo inflado que depende del aire que llevan dentro y, según palabras de un alto representante de la élite, “los hombres deben ser exprimidos como limones, cuando ya no puedan dar más de sí se les aparta y que se arreglen”.

Si queremos asomarnos a la posibilidad de ser libres, debemos cuestionarlo todo, no conformarnos con las respuestas que nos dan.

Mentir es fácil en un mundo levantado sobre mentiras.
Lo difícil es enfrentarse a ellas, por eso la mayoría sigue la corriente.
Pero el tiempo de la mentira está llegando a su fin. Afortunadamente hay “fuerzas” superiores que velan por la humanidad y que protegen el proyecto soñado.
La humanidad no está sola, nadie está solo, nunca estuvimos solos.
Y eso forma parte de la Verdad.

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