Pasan los días y los meses y todo parece seguir igual por el mundo rural asturiano. La desafección política de la ciudadanía sigue en aumento y la realidad indica que los discursos de precampaña no ayudan a disminuir el descontento social. El abandono histórico del mundo rural constituye un caldo de cultivo muy peligroso. La “cuestión social rural” que ahora es definida como “tragedia demográfica” por la clase política asturiana no deja de ser una nueva etiqueta para el discurso en la caleya. Da la sensación de que cada día la aldea y la calidad de vida de sus paisanos y paisanas están más alejadas de las políticas públicas de nuestra región y de nuestra nación.
Estamos acabando el mes de julio y no podría dejar de reflexionar acerca de un evento social que sin duda alguna marcará un antes y después en la historia comunitaria del occidente de Asturias: la boda vaqueira de Aristébano, la Vaqueirada.
Los vaqueiros y sus familias fueron marginadas de la vida social hasta hace poco tiempo. La Iglesia les denegaba el acceso a las áreas centrales de los espacios religiosos y los poderes públicos veían en ellos la existencia de una raza especial.
Lo primero de todo hay que enunciar una serie de cuestiones sociales importantes: los vaqueiros y sus familias fueron marginadas de la vida social hasta hace poco tiempo. La Iglesia les denegaba el acceso a las áreas centrales de los espacios religiosos y los poderes públicos veían en ellos la existencia de una raza especial. La existencia malintencionada de “estudios científicos” indicaban las diferencias personales y sociales dividiendo a los vaqueiros y a xaldos, aquellos campesinos asentados que mal-vivían en la sociedad de aquel entonces. La clave del conflicto: los vaqueiros de Alzada al tener ganado y comerciar con ellos en mercados disponían de dinero. Los “cuartos” sí que eran queridos por los curas y los poderes políticos, el mal olor ya daba igual, que se lo digan a aquellos vaqueiros que iban a San Francisquín de Folguirúa a llevar embutidos y cuartos a los Santos… Sin duda, esos vaqueiros eran tan católicos y manipulables como los xaldos.
Un día me contó un vecino de Fastias que una vez llegó un cura joven a San Francisquín a la misa del Patrono y le preguntó a una vaqueira por qué llevaba lacones y jamones al Santo. Ella, muy educadamente y desde la humildad ignorante, le respondió que era para que Éste curara una vaca mala. El cura (posiblemente seguidor de S. Juan XXIII, el papa campesino) le dijo que llevara los alimentos, los vendiera y que llamara a un veterinario. Literalmente le dijo “los Santos no comen” (y razón no le faltaba, todo sea dicho de paso).
En pleno siglo XXI, en el año 2022 también pasó algo así: un “error” de la Iglesia hizo espabilar a mucha gente, o eso espero. Dos personas (hombre y mujer) querían casarse por el “rito vaqueiro” (en caída libre) y como es costumbre fueron a hablar con el sacerdote (rural) responsable. Durante la entrevista los novios manifestaron que no eran practicantes y (libremente en el ejercicio de sus funciones) el sacerdote les indicó que lo mejor era que se casaran por lo civil. El Consejo Rector de la Vaqueirada, máximo órgano “protector de las tradiciones”, tuvo que decidir qué hacer. Su presidente, en un ejercicio de poder, afirmó en la televisión parroquial (con cierto enfado) que no había ningún problema, que los casaría él, total como era concejal en Valdés… Medio Consejo (o casi) se decantó por una boda vaqueira a lo civil, abriendo las puertas a la “postmodernidad” vaqueira. Pero que nadie se ilusione, si la boda vaqueira se ha abierto a lo civil no ha sido por un deseo del Consejo Rector, si no por un “error” del sacerdote en cuestión. ¿Qué pasará cuando dos chicos vaqueiros o con ascendencia vaqueira se quieran casar en el Alto de Aristébano? Pues lo de siempre, la Asturias profunda saldrá a la luz y se dirá eso de “retomar las tradiciones”. Mucho me temo que este año y el que viene será una boda vaqueira civil, para dolor de cabeza del Consejo Rector (por lo menos).
¡Vale, bien! Y lo del “juego político”… ¿a qué viene Raulín? Pues a lo siguiente. Es necesario afirmar que se ha producido una brecha social entre vaqueiros de sangre y corazón y el “guardián de las tradiciones”. La boda vaqueira ya no se centra en el hecho de que dos personas se quieren y se van a casar sino en quién se designa cómo vaqueiro de honor o no. Muchas personas se han enfadado con el nombramiento del Presidente de Asturias como Vaqueiro de Honor y como decía al principio nada es casual. No voy a entrar en esa cuestión, pues me faltan datos en la historia. Lo que no me parece adecuado ni de recibo es el ataque realizado por parte de ciertos miembros del Consejo Rector a aquellas personas que alzan la voz en este tema.
Al lector solo le bastará con buscar en Facebook los vídeos del activista rural Fernando Álvarez Cañón. Personas integrantes del Consejo Rector aluden a la “tradición vaqueira” de nombrar al Presidente de la región Vaqueiro de Honor al tercer año de su legislatura. El citado activista fue acusado de ser un “demagogo” y como ejemplo de la desafección social a la postura partidista del “acusador”, Cañón obtuvo el apoyo social de la comunidad virtual. Llama la atención el relativismo de las revisiones: dependiendo de qué tradiciones sean se revisan o no.
No vendría mal que fueran los vaqueiros quienes tomaran el rumbo de la Vaqueirada y nos dejáramos de tantos ‘guardianes de las tradiciones’.
El tema de la boda vaqueira de este año está pasando de castaño a oscuro. Don Cándido García Tomás (Q.E.P.D) -exsacerdote de Tineo- pidió públicamente perdón a los vaqueiros por el trato sufrido por parte de la Iglesia. No vendría mal que fueran los vaqueiros quienes tomaran el rumbo de la Vaqueirada y nos dejáramos de tantos “guardianes de las tradiciones”. Si alguien tiene que pedir perdón este año es el Consejo Rector por su mala gestión, porque que nadie se engañe: los grandes perjudicados en este tema son los novios.
Según dice la prensa, la boda vaqueira de Aristébano de este año no tendrá cura y acólito sino dos alcaldes de signo socialista que casarán por lo civil a Julio y Sonia. El pan y vino presentes en la transustanciación ya han pasado a la historia de la Vaqueirada. ¡Quién le iba a decir a los vaqueiros de hace décadas que la clase política de este país se iba a pelear por acudir a sus ritos y costumbres! Hemos pasado, sin duda, del Ad maiorem Gloria Dei a la posmodernidad rural insuflada de tintes pertinaces y recalcitrantes.
¡Vivan los novios! y ¡Viva la Vaqueirada! (de los vaqueiros y las vaqueiras).
Que bien te expresas, alto y claro
Pero como dice el refrán
«Machacar en fierro frío tiempo perdido»