El sector comercial en Asturias es una actividad económica que, además de crear empleo, da vida a las calles de nuestros pueblos y ciudades. Ante las grandes superficies y el auge del comercio electrónico, los negocios de proximidad reivindican su papel en el entramado social y en la construcción de ese lugar en el que a todos nos gustaría vivir. Comunicación personal, trato individualizado y buen producto, son algunos de sus valores.
En estos días, todas las tiendas sacarán a la calle sus mejores galas y haciendo un alarde de creatividad e imaginación, vestirán sus escaparates de Navidad.
Nos gusta salir de paseo y ver animación; gente en las terrazas, charlando animadamente por las calles o entrando y saliendo de las tiendas para hacer sus compras. Queremos salir, socializar, pasar un buen rato y eso incluye también cuando queremos hacer compras. Un acto que cada vez más deja de ser una mera transacción u obligación para pasar a convertirse en toda una experiencia.
Las tiendas animan y dan vida a los barrios, generan movimiento de personas en ciudades y pueblos, y llenan las calles de luz. Por eso, administraciones y empresas eligen las calles más comerciales para ubicarse, organizar actividades de ocio o culturales y así garantizar la afluencia de consumidores a estos lugares.
Pasear y encontrar en un pequeño radio todo aquello que necesitamos es todo un lujo que deberíamos valorar. Comprar con alguien a quien conoces bien tiene un valor añadido. La dependienta de la perfumería de la esquina nos va a aconsejar sobre el maquillaje que mejor va a nuestro tipo de piel o sobre la colonia que podemos regalar a esa persona especial. En la frutería nos avisan cuando llegan los kiwis asturianos que tanto nos gustan. Y al pasar por la librería, donde podemos ojear las últimas novedades los dependientes nos ayudan a localizar el libro que andamos buscando. Nos llaman por nuestro nombre y además conocen nuestros gustos. Quizá no encontremos los ofertones o la variedad de marcas de las grandes superficies, pero a cambio tenemos proximidad, cercanía de trato e identidad.
Asturias territorio PYMES
En Asturias existen casi setenta mil empresas activas según los últimos datos del INE. La mayor parte de ella, un 55,22%, no tienen asalariados y el 41% tienen entre uno y nueve trabajadores. Es decir, nuestro tejido empresarial está formado mayoritariamente por pequeñas empresas. Comercios que en ocasiones pasan de padres a hijos, muchos de ellos son gremiales, en los que se transmite el conocimiento de una generación a otra.
Nadie duda que el momento económico que estamos atravesando es complicado. Las secuelas de la crisis aún se dejan sentir, los alquileres mantienen sus precios al alza como consecuencia de la inflación, la compra online gana adeptos, los precios de las grandes superficies y sus horarios resultan imbatibles para el pequeño negocio, todo parece hacer mella. Zapaterías, mercerías, ferreterías, tiendas de ropa, fruterías ven cómo sus negocios se vacían de clientes y bajan la persiana. ¿Es una lucha de David contra Goliat?
“Las personas seguimos valorando las relaciones sociales, el trato individualizado, y eso ha hecho que frente a una competencia mundial surja el contrapeso de la compra en las pymes de comercio urbano”
(Carmen Moreno, gerente de la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias)
En febrero de este año se organizó la mesa redonda “Gijón a debate”, para analizar y debatir propuestas para el sector del comercio local. El encuentro estuvo impulsado por la Sociedad Cultural Gijonesa, la Federación de Asociaciones de Vecinos y la Unión de Comerciantes del Principado que aglutina a más de novecientas pymes de comercio y servicio en Asturias. Una de las conclusiones a las que llegaron es que el comercio online o las grandes superficies no son el Leviatán contra el que tiene que pelear el comercio local. “La oferta hoy es ilimitada tanto en el mundo real como el virtual. Puedes encontrar cualquier cosa en cualquier sitio. Cada uno tiene que encontrar sus fortalezas. Hace poco un directivo de Amazon decía en una entrevista que la gente sigue demandando un trato educado, le gusta que le traten bien.
Las personas seguimos valorando las relaciones sociales, el trato individualizado y eso ha hecho que frente a una competencia mundial surja el contrapeso de la compra en las pymes de comercio urbano, como nosotros le llamamos”, explica Carmen Moreno, gerente de la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias. “Estamos en un momento complicado a corto plazo. En esta comunidad aún no hemos salido de la crisis, tenemos una situación demográfica difícil y si miras con la luz corta, no ves un futuro muy halagüeño, solo piensas en llegar a fin de mes, en cómo pagar la próxima temporada o cumplir con los impuestos. Pero si pones las luces largas consigues mirar un poco más allá y ves que el comercio urbano no solo en España sino en Europa camina hacia un reconocimiento mucho mayor que el que tenía en décadas anteriores. Camina hacia una época en la que el valor de cercanía, proximidad, calidad humana, sostenibilidad y servicio a la ciudadanía, cuentan como referentes. De ahí la labor tan importante que tenemos las asociaciones empresariales de ayudar a poner el foco más lejos para ver el papel crucial que va a jugar el comercio dentro de la ciudad”, asegura Moreno.
Cuando adquirimos ese pantalón, la barra de pan, el libro o nos cortamos el pelo no solo estamos comprando algo, sino que estamos compartiendo valores. Esos por los que queremos apostar y que van a definir el lugar en el que queremos vivir.
“Si queremos vivir en un espacio que sea sostenible, sano, limpio, donde no sea imprescindible coger el coche para ir de compras, hablamos de una ciudad compacta que debe tener cercanía de productos y servicios tanto públicos como privados.
El comercio en una ciudad no solo aporta PIB o empleo sino también los servicios. Es el único sector junto con la hostelería que puede hacerlo por eso tiene mucho que decir, así como los vecinos y las personas que viven en la ciudad”, comenta la gerente de la Unión de Comerciantes.
Reconocer las fortalezas
Varios estudios indican que el dinero de las compras que se hacen en los negocios de proximidad se mueve en la ciudad tres veces más que el dinero invertido en el centro comercial que sale casi de inmediato de la región y en muchas ocasiones del país. Es decir, comprar en comercio de proximidad es una forma de invertir en nosotros mismos.
Vayamos con otra fortaleza. La empresa en Asturias está formada principalmente por pymes que a pesar de ser las que más sufren la crisis son también las que más empleados contratan. Si se mantienen las pymes se crea empleo y si se genera empleo la gente se queda. Los datos lo confirman.
Hablemos de sostenibilidad como otro valor decisivo. Si tenemos claro lo que necesitamos comprar y podemos hacerlo al lado de casa, vamos a tener menos tentaciones de comprar cosas que no necesitamos. A todos nos ha pasado alguna vez que al ir a una gran superficie a por una cosa concreta y regresar cargados de bolsas. Cuando compramos productos que no necesitamos, especialmente si hablamos de comida, hay más riesgo de que caduquen y acaben en la basura.
Hay una tendencia cada vez más extendida en el consumidor: la preocupación por los procesos de fabricación que respetan el medio ambiente, el consumo responsable, la cercanía de la materia prima, el cariño en la producción y la racionalidad en el consumo. Valores que son tenidos en cuenta cada vez más a la hora de comprar. “Los ciudadanos somos más conscientes de que con nuestros actos nos estamos jugando el modelo de vida que queremos. El modelo consumista per se no solo consume servicios sino también recursos, es insostenible y además está denostado. Esta conciencia obliga a plantearse lo que compramos, consumimos, reciclamos y cómo nos movemos. Y en cómo compramos no está solo la cercanía, lo sostenible o lo que nos puede reportar a nivel de relaciones humanas sino cómo se fabrica, si se hace respetando a las personas y al entorno. Creemos que un elemento básico que va a determinar la compra serán los valores. Eso definirá a las empresas para bien y para mal”, apunta Moreno.
El comercio en una ciudad no solo aporta PIB o empleo sino también los servicios. Es el único sector junto con la hostelería que puede hacerlo
Dentro del contexto de esa España vacía que tanto nos preocupa en este momento, el comercio de proximidad está resultando un elemento fundamental a tener en cuenta. Ya que la supervivencia de muchos pueblos y aldeas dependen en gran medida del mantenimiento de comercios o tiendas que acercan a los vecinos productos de primera necesidad. Moreno añade que la desaparición del comercio tradicional podría ocasionar problemas de salud y lanza una pregunta: “Cuántas veces comen pescado las personas que no tienen movilidad en un municipio pequeño. Este servicio casi público es muy valorado por parte de las personas, más en este momento de tanto vaivén económico. Todos estos elementos ponen en valor con muchos argumentos de peso, al comercio urbano”.
El comercio de proximidad no necesita competir en campo ajeno sino mantener el espacio que ocupa, aportando valores para compartir con sus clientes.
Por su parte el ciudadano ha de responsabilizarse a la hora de ejercer su libertad de elegir la forma de consumo, y ser consciente del poder que tiene en su mano cuando realiza una compra por pequeña que sea.
Turismo de compras
Hasta hace poco ir de compras era una actividad de ocio pero cada vez más, adicionalmente al producto se consumen lugares, espacios y tiempo.
Las compras se han convertido en una actividad turística. Nuestras ciudades, pueblos de interior o del litoral, los cascos antiguos, se han convertido en un espacio donde el ir de compras y hacer turismo van de la mano, hasta el punto de que en ocasiones la actividad comercial se convierte en la motivación principal para elegir un destino.
La experiencia de comprar en comercios pequeños resulta más atractiva para el viajero que hacerlo en las grandes superficies. A todos nos gusta llevarnos un recuerdo del lugar que visitamos, adquirir y probar los productos típicos, comprar un detalle para familiares o amigos y hacerlo además en lugares entrañables, atendidos por gente del lugar que muchas veces ejercen de guías turísticos. “Para ello tenemos que diseñar tiendas únicas, individuales, que no se encuentren en otro sitio. Ese negocio que el dueño ha convertido en especial con su decoración, ambientación, olor, productos va a proporcionar a los turistas una experiencia de compra totalmente diferente. Ahí tenemos un futuro por delante, porque las grandes marcas que están en todos los sitios con los mismos escaparates están también en internet y eso al visitante no le aporta nada diferente”, explica Moreno.
El dinero de las compras en los negocios de proximidad se mueve en la ciudad tres veces más que el invertido en el centro comercial
En la era de la digitalización muchos comerciantes centraron sus esfuerzos en internet en detrimento de su tienda física, que es donde realizan la mayor parte de sus ventas. Un diseño cuidado puede convertirse en una buena inversión. Los colores, el mobiliario, la organización, la luz hablan de ese negocio, de la marca, de su público potencial… en una palabra transmiten una importante información. ¿Cómo llamar la atención de los posibles clientes? “Cada lugar debe tener su propia personalidad, nos comenta la diseñadora Ana Bustelo. Las tendencias pueden ir desde el minimalismo, estilo nórdico, industrial a un vintage. Hay un amplio abanico de opciones. Puede ser un espacio sencillo, pero hay que darle vida y para ello se utilizan texturas, se juega con la iluminación para crear sombras y claros, y para llenarlo de alma, se utilizan colores y líneas rectas, curvas… En el fondo se trata de enmarcar el producto para atraer compradores”. Muchos se preguntarán cómo asumir este reto cuando aún planea la sombra de la crisis. “Es momento de ser más atrevidos e ingeniosos. Hay que experimentar y salirse de lo convencional, y eso no tiene por qué disparar los precios. Un diseño no hay que verlo como un gasto sino como una inversión que puede generar beneficios”, puntualiza Bustelo. Un diseño atractivo, unido a un catálogo de productos especializados hacen que el negocio adquiera personalidad propia y se aleje de la competencia. El comerciante local es el mejor embajador para promocionar esta tierra y hacer llegar a quienes nos visitan productos de calidad con un trato único.
Retos del comercio local
“Este próximo año, como asociación empresarial, queremos asentar la colaboración público-privada para tener un marco definido de trabajo y actuación: planes locales y estratégicos, acuerdos de comercio y colaboración, etc. Queremos trabajar mucho la digitalización para que sea masiva. Por otro lado, creemos que en las ciudades comerciales han de pasar cosas porque sino la gente se aburre. Nosotros proporcionaremos esas cosas en forma de regalos, sorteos, animaciones con cultura, ópera, con distintas colaboraciones.
También haremos algo novedoso que creo que no se ha hecho nunca y es crear redes de comercios que presten ayuda a una parte de la ciudadanía cuando lo necesite. Para ello colaboraremos con distintas ONG y entidades como Cruz Roja o Mar de Niebla”, apunta Moreno. Entre los objetivos de la Asociación para este 2020 se encuentra también explorar nuevos mercados, en concreto, localizar a través de asociaciones, lugares fuera de la región donde residen asturianos. “Cuando hay fiestas, se nota en Navidad y en verano, vienen al Principado muchos asturianos que viven y trabajan fuera -con un poder adquisitivo medio-alto-, a ver a sus familias y aprovechan para hacer sus compras en las tiendas donde lo han hecho siempre. Esa relación sentimental no la queremos perder, para ello ofreceremos la oportunidad de la compra online”, explica.
“Un elemento básico que va a determinar la compra serán los valores. Eso definirá a las empresas para bien y para mal”
(Carmen Moreno, UCPA)
Poner en marcha todo esto no es posible si no se establecen redes de colaboración entre organismos y entidades público privadas, pero sobre todo si no se promociona el comercio en el Principado de forma conjunta. “Asturias viene a ser como el barrio de Leganés en Madrid. Ver eso hace que se nos caiga la soberbia. Uno de los mayores problemas que vamos a tener de aquí a diez años es la denominada España vaciada que no solo será la España rural sino también la urbana, esas ciudades que no superan los 250.000 o 300.000 habitantes. Tenemos una comunidad con una buena calidad de vida, de prestación de servicios públicos, educación, sanidad, cultura pero que no nos permite crecer. Como no aunemos fuerzas, aquí tiene sentido el Área Metropolitana, no podremos competir con las grandes ciudades a la hora de atraer empresas, comunicaciones, riqueza y lo más importante, Europa no se fijará en nosotros. Si no damos este paso la despoblación urbana será tremenda. O cooperamos y nos convertimos en una gran metrópoli o seremos un sitio de jubilados donde ni siquiera se quedarán nuestros hijos porque no habrá ni servicios”.
Área Metropolitana, ya
Si echamos un vistazo a Europa veremos que en el ranking de las 268 regiones que existen, Asturias ocupa el puesto 185. A la baja natalidad que tenemos se añade el envejecimiento cada vez mayor, con una alta esperanza de vida, consecuencia de un estado de bienestar común a toda Europa. El 22% de población, según datos del INE, tiene más de 65 años. A ello hay que sumar el gran desequilibrio territorial que tenemos ya que la mayor parte de la población se encuentra en el área metropolitana central, una zona con cierta actividad sostenida, alrededor de la cual se sitúan villas que prestan servicios al área rural circundante. Esto ha provocado una caída de población en los pueblos y aldeas cercanas. Para hacernos una idea, en esta zona que representa el 12% del territorio de la región se concentra el 42% de la población asturiana.
“Ese negocio que el dueño ha convertido en especial con su decoración y productos va a proporcionar a los turistas una experiencia de compra totalmente diferente”
(Carmen Moreno UCPA )
El profesor de la Universidad de Oviedo, Fernando Rubiera, experto en economía regional y urbana, defiende hace años el proyecto de articulación institucional de la zona centro para convertirla en un área metropolitana integrada. Una idea que se ha desarrollado con éxito en otros lugares de España como Bilbao. “Tenemos tres ciudades pequeñas -Oviedo, Gijón y Avilés- que se pueden convertir en una gran ciudad que genere economías de aglomeración. Eso no es algo lejano porque la realidad es que el área central está muy integrada: uno puede vivir en Oviedo y luego trabajar en Gijón o Avilés. Para sacar partido a esto habría que hacer una buena política urbana y de comunicaciones, la solución no son kilómetros de autopista sino una buena gestión de los transportes. No hay que competir entre municipios por ver quién consigue más, hay que crear políticas de cohesión social y territorial”, nos comentaba este economista hace ya siete años.
Lo que en aquel momento era una propuesta suena ahora como una demanda que realizan muchos colectivos convencidos de que solo así se podrá seguir avanzando como territorio y también captar fondos europeos. Rubiera lanza una reflexión, ¿por qué Europa concede ayudas a las áreas metropolitanas? “Porque son el futuro”.
El escollo en estos momentos se encuentra en la falta de visión estratégica y de flexibilidad de los partidos políticos implicados. Es necesario saltar de la visión local a la global y de momento parece que no todos están por la labor.
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