La necesidad de los montañeros de unirse y conseguir metas comunes dio lugar en 1963 a la creación de la Federación de Montaña de Asturias que este año celebra su 50 aniversario. Si su primer presidente, el médico Luis Estrada, pudiera ver hoy todo el camino recorrido, sin duda se sentiría orgulloso.
La Federación en la actualidad es hoy el cordón de unión de 120 grupos que reúnen a más de 5.500 aventureros amantes de los deportes en la montaña. Y estamos de suerte, porque Asturias sobre todo es montaña.
Se alzan majestuosas ante nosotros las mismas cumbres que conmocionaron desde siempre a hombres y mujeres, que primero las vieron inalcanzables, y luego las instalaron en sus cabezas y corazones para convertirlas en sueños. Sueños que más tarde consiguieron conquistar. Primero descalzos, como El Cainejo, luego en alpargatas y hoy con botas de última generación; pero lo que no ha cambiado es la necesidad de “tocar el cielo”.
¿Por qué subir montañas?, preguntan muchas veces. “Porque están ahí”, contestó George Mallory en 1923 cuando le preguntaron por qué quería escalar el Everest. ¿Cómo explicar esto a los profanos? El sueño del hombre siempre ha sido subir a lo más alto, dicen que lo llevamos impreso en nuestro ADN. Esto explicaría por qué ante tanta belleza natural y salvaje surge la necesidad de estar ahí arriba. Es como si despertara nuestra curiosidad infantil, ésa que te conecta con el espíritu de aventura que todos llevamos dentro y te hace buscar nuevos retos, enfrentarte a lo desconocido dentro y fuera de ti. La montaña te deja desnudo y, como dice el montañero Messner, “cada cual debe recorrer el camino adecuado para sí mismo, y cada uno de estos caminos es distinto a los demás”.
Hay algo en la montaña que no se ve pero se siente y tiene mucha relación con cada uno, con nuestros límites y nuestras conquistas. Es como adentrarse en algo superior a ti, que como en la vida, es fuente inagotable de experiencias, de éxitos y de fracasos que te van forjando como persona, que te enseñan a moverte y sobretodo, a vivir.
Desde estas líneas queremos rendir un homenaje a los pioneros, a los que han ido abriendo camino, haciendo posible lo imposible, demostrándonos que el sentido de la vida no está en la meta sino en la búsqueda. Gracias a todos.
Editorial. Unidos por los sueños
