A la atleta asturiana Mila Álvarez, perteneciente al club riosellano Cerezal Team, pocas cosas se le ponen por delante. Recientemente ha ganado el Campeonato de España de Carreras de Montaña en su categoría -F70-. En su poder están actualmente los récords nacionales en pista cubierta de 800, 1500 y 3000 y de 1500 y 5000 en pista al aire libre.
Tiene 71 años y una energía desbordante. Contagiosa. Se ríe sin parar y reconoce una y otra vez que en su vida no quiere nada ni a nadie que no sea positivo. Tiene claro que las cosas se consiguen con esfuerzo y que, si hoy llegaste hasta aquí, seguro que mañana puedes encontrar la manera de llegar un poquito más allá. La realidad es que Mila nunca había hecho deporte como lo está haciendo ahora, pero siempre le gustó mantenerse activa. Tras criar a los chiquillos, ya con treinta y pico años, comenzó a salir los domingos para hacer rutas cortas y la montaña la enganchó, como ella misma dice “fui una pisa praos”. Una cosa llevó a la otra y tras probar el mundo de las carreras, ahora no hay quien la pare. Por la mañana Pilates y Spinning y al mediodía a correr con su hija («la chiquilla», como cariñosamente la llama) que está empezando de nuevo a entrenar tras un parón. Los fines de semana una o dos carreras, dependiendo del calendario.
-¿Qué te enganchó del mundo del trail?
-Empezaron mi hija y su marido y yo siempre les decía, pero ¿por qué corréis? ¿Quién os persigue? A mí se me hacía muy raro, pero un día fui a una carrera para ver qué hacían y me encantó el ambiente que había. Entonces pensé: “Así que era esto ¿eh?… Pues ahora me toca a mí”. La primera vez que corrí, como yo no sabía nada y nadie te da explicaciones porque cada uno corre a su manera, creí que echaba todo lo que tenía dentro en el primer kilómetro. Pero al día siguiente me dije: Mila, este kilómetro y un poco más. Y así fui aumentando poco a poco. Luego cogí un entrenador y como él comenta siempre, “me sacó lo que tenía dentro”. Seguí corriendo en asfalto, y luego la chiquilla me animó e hice cross porque ella también lo hacía. Probé y me encantó, una cosa vino detrás de la otra. La verdad es que supone el mismo esfuerzo que cuando empiezas a caminar por el monte. Hay rutas que son duras y te fuerzas a hacerlas, pero luego te quedas con una satisfacción enorme porque tú nunca hubieses pensado que podrías hacer eso. A partir de ahí parece que el cuerpo te pide más.
“Hay rutas que son duras y te fuerzas a hacerlas, pero luego te quedas con una satisfacción enorme porque tú nunca hubieses pensado que podrías hacer eso”
-Seguro que tal y como eres, todos te habrán “adoptado” con un montón de cariño…
-Soy la abuela de todas las carreras. Ana Cristina Aguado, que es buenísima, tiene diez años menos que yo y Carmen Corujo, que cuando era más joven corría en pista y ahora de mayor hace trails de ciento y pico kilómetros, también es más joven. De mi categoría no hay nadie y aunque yo solo hago uno o dos trails al año, si en una semana hay dos carreras me apunto a las dos. Así que todos los chavales me animan mucho y yo siempre les digo que me den su energía. Me lo paso muy bien con ellos, les tomo el pelo y ellos se dejan. Supongo pensarán “¡qué vamos a hacer con esta abuela!”. La verdad es que estoy muy a gusto con ellos, el ambiente que hay es muy sano y conoces a mucha gente.
-¿Qué sientes cuando corres?
-Depende de la carrera. Muchas veces me siento muy bien. Me supone mucho esfuerzo, pero me presta. Me encanta subir, me apoyo en los bastones, cojo mi ritmo y tiro. Las bajadas se me dan peor porque tengo miedo a caerme, si me rompo algo ya me voy a tener que parar. Por otro lado, hace poco corrí la Allande Extremo y no la disfruté nada, fui fatal. El viento no dejaba caminar, venía huracanado, racheado y no avanzabas. Cuando empecé a bajar, mira que la inercia siempre te ayuda, pero las piernas me decían que no, que no podía correr. Nunca hice una carrera caminando tanto, no la disfruté, no me prestó nada. Sin embargo, hice la nocturna el día anterior que eran diez kilómetros y me lo pasé pipa. Era la primera vez que hacía una carrera con frontal y la disfruté mucho.
“Soy la abuela de todas las carreras”
-Está claro que sin esfuerzo no se traspasa ninguna línea de meta…
-Eso siempre, pero no solo en la montaña o en las carreras sino en todas las cosas de la vida. Puede ser que hoy llegue hasta un punto, pero mañana o pasado, cuando me recupere, voy más allá. No queda otra, buscas los métodos, las formas y poco a poco vas avanzando. Ahora mismo, yo no entiendo mi vida sin estos retos. Si algún día tengo que quedarme en una silla de ruedas no sé lo que haría. También te digo que, después de todo lo que estoy viviendo ahora mismo, siempre pienso: “que me quiten lo bailao”. Lo fácil no te conduce a nada y además no te quedas a gusto. Nunca pensé que podría hacer lo que hice este año, es algo increíble. Tal vez necesitábamos descanso y con la pandemia lo tuvimos porque estoy viendo que hay unas marcas que son fenomenales. Yo misma me decía ¿cómo voy a ser yo récord de España en mi categoría? Y sin embargo lo soy.
-¿Dónde están los límites?
-La cabeza tira mucho, no tiene límites. Es el cuerpo el que te los marca. Hoy llegas hasta un punto, pero te vas a casa, descansas y al día siguiente siempre puedes ir un poco más. Si no piensas que puedes llegar hasta ahí, nunca lo intentas. Te conformas y te quedas. Mientras estás haciendo el esfuerzo piensas en quién te mandaría a ti meterte en esas cosas, pero a pesar de quejarte, sigues y aprendes a reírte de ti misma. En cuanto llegas a meta te alegras un montón, descansas diez minutos y ya estás nueva. Yo tengo muy buena recuperación. Normalmente tengo las pulsaciones muy bajas, 44 o 46 como mucho así que enseguida se me dispara todo y el problema que tengo ahora es que también me sube la tensión y no saben por qué. El que me hizo la última prueba de esfuerzo ya me dijo que eso son cosas de la edad, que no tenía importancia porque en cuanto bajaba un poco el ritmo, recuperaba. No entiendo a la gente joven que se hecha a la bartola. Yo tengo un hijo que es sillón-ball total. Trabaja en una oficina y cuando llega a casa se echa en el sofá porque está agotado. ¿Cómo no va a estar cansado si todo el día está sentado? Pero de momento no hay forma de que empiece a hacer algo de ejercicio.
“Todos los chavales me animan mucho y yo siempre les digo que me den su energía”
-¿Entonces tu carácter lo heredó todo tu hija?
-Sí, ella lo cogió todo… Tiene la misma energía que yo. Estuvo parada dos años y pico y hace poco que ha retomado lo de correr. Cuando llega de trabajar salgo con ella para animarla y que no pare, porque si vas con otra persona vas más motivada. Pero está llegando a mi nivel y ya le he empezado a decir que va a tener que ir sola. Ahora presume de mami porque también es cierto que me ve a mí muy contenta. Ya le digo que lo haga ahora porque le queda muy poco para poder hacerlo. La edad no perdona y, quieras o no, por muy bien entrenado que estés, el nivel va bajando y el cuerpo ya no puede hacer lo que hacía con veinte años. Hay gente que es tan competitiva que no lo admite y cuando van a una carrera y ven que no pueden hacer la media que querían, se retiran. Siempre digo que eso es de cobardes. Yo en la Allande intenté retirarme, pero no fui capaz. Los de los avituallamientos me animaron y fui tirando poco a poco. En el último punto me estaba esperando uno de los chicos con los que salgo a entrenar que es una persona maravillosa y fue corriendo conmigo, animándome, marcándome el mejor camino. Él fue la energía que me faltaba. Además, llevó un perrín que es de otra compañera, es pequeño, pero va con nosotros a los entrenos y siempre va detrás cuidándote. Es como si te empujara. No hay que retirarse porque ese día no cumplas tus expectativas. Si no puedes, no pasa nada. Ya irás otro día a hacerlo.
“Nunca me sentí con la edad que tenía. Siempre me sentí más joven y ahora mucho más”
-¿El disfrute siempre por encima del espíritu competitivo?
-Yo voy a disfrutarlo. Pero esta mentalidad no la tienen los chavales porque los entrenadores les meten tal caña que tienen la presión de tener que ganar. Lógicamente ellos lo quieren hacer, pero también les tienen que inculcar que, si ese día no pudo ser, hay que prepararse para la siguiente. Si te esforzaste todo lo que pudiste, no pasa nada. Tú tienes que seguir el ritmo que puedas mantener ese día bien por cómo está tu cuerpo o por las condiciones externas. Este es un defecto que tienen los entrenadores, deben saber inculcarles que deben hacer lo que puedan y cuando tengan algo en contra, que sigan a su ritmo, aunque también te digo que, si te puedo ganar, te gano. Que alguien quede por delante de ti también te hace superarte a ti misma porque piensas que, si él pudo, tú también puedes. Yo les felicito porque me encanta que ganen y que hagan su esfuerzo. Cuando alguien va a mi lado y veo que va mejor, siempre les digo que tiren, si pueden correr más no quiero que paren por mi culpa. Si viene gente detrás y hay un camino estrecho, paro y me aparto para que corran porque si no les estropeas el ritmo. En estas carreras de aficionados yo ni pierdo ni gano nada. ¡Ya podía haber conocido yo esto antes, porque es un enganche brutal! Además de que también es salud porque la gente tiene catarros todo el año y yo no cojo ninguno. Por otro lado, te hace manejar mucho la mente. Yo compito conmigo misma y esto me mantiene muy activa.
-¿Qué descubriste de ti misma que no conocías?
-El seguir adelante. El tirar más y más hasta donde pueda. La vida te marca un ritmo y lo vas siguiendo sin plantearte más, pero en esto de la competición es esforzarte hoy, y mañana y pasado. Hacerlo todos los días. Y luego el compañerismo, las amistades que haces y que te animan, que te recuerdan que lo puedes hacer. Esto es un plus.
“¡Ya podía haber conocido yo esto antes, porque es un enganche brutal! Además de que también es salud porque la gente tiene catarros todo el año y yo no cojo ninguno”
-¿Te sientes con los años que tienes?
-No, nunca me sentí con la edad que tenía. Siempre me sentí más joven y ahora mucho más. Sobre todo, después de hacer ejercicio y pienso que ojalá pudiese tener treinta años. Siempre digo que nací antes de tiempo. Cada vez veo a más gente mayor que antes paseaba y ahora sale a hacer deporte y esto me alegra mucho. Me produce una satisfacción enorme porque por lo menos tienen esa mentalidad de invertir en salud. Los achaques que se tienen con la edad se pasan cuando te pones en movimiento, es la mejor medicina. Cuando estoy caminando yo no tengo ni un solo dolor y eso que tengo mucha artrosis. Al parar es cuando me empiezan todos los achaques. Mi traumatóloga me dice que no debo hacer lo que hago y que menos mal que estoy delgada, pero yo no paro… También es verdad que estoy así porque yo no me dejo engordar porque entre lo que como y lo golosa que soy, si no fuera por el deporte estaría como una pelota. Cuando veo que engordé un kilo ya me pongo a plan porque además me cuesta tirar por él cuando entreno.
-De toda tu trayectoria, ¿de qué te sientes más orgullosa?
-De mí misma. De poder hacer lo que yo quiero, porque si hiciera caso de ciertas personas no lo estaría haciendo. Pero me siento orgullosa porque quiero hacerlo y puedo. Hay personas que te comen, que te dicen que no puedes y siempre digo que a mí esa gente no me vale, que yo la negatividad no la quiero para nada. Dejadme ser feliz lo que me queda de vida que bastante hemos luchado los de mi edad por sacar el trabajo, la casa y los hijos adelante. Ahora es mi momento y me siento muy orgullosa y feliz de lo que estoy haciendo. Lo que me digan los demás no me importa. La negatividad es como un vampiro. Te come poco a poco y a mí la energía no me la quita nadie. Es mi vida, yo quiero esto y es lo que estoy haciendo. Cuando no pueda dejaré de hacerlo, pero que me quiten lo bailao. Pararé cuando mi cuerpo me diga que pare, pero no porque nadie me lo diga. Hay que ser positivo porque siempre irás para adelante. Además, te sientes mejor.