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lunes 25, noviembre 2024

¿Y qué hago con mi cansancio?

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Estoy segura de que en alguna ocasión alguien, quizá incluso un profesional sanitario, te ha recomendado que descansaras. Me veo tanto en la figura de receptor del consejo como en la figura de emisor del mismo. Y me he dado cuenta de que lo que yo entiendo como descanso, es diferente de lo que otras personas entienden. Y no solo eso. Me he dado cuenta de que llevar a cabo lo que yo entendía por descanso, me provocaba en algunos momentos un agravio de mis síntomas.
Y así comenzó una búsqueda para ampliar este concepto dentro de mi enciclopedia mental particular que hoy quería compartir contigo. Así que vamos a darle una vuelta a este concepto para ver qué tesoros nos regala.
Además, desde mi punto de vista, la importancia que le damos a las cosas está basado en el verdadero conocimiento que tenemos de ellas, por lo que ampliar nuestro punto de vista hará que nos acerquemos más al ansiado descanso gracias a una mejor comprensión de lo que la recuperación entraña.

Comenzamos viendo lo que la etimología nos cuenta del descanso. Descanso está formado por el del prefijo des- que significa quitar, y cansar, que significa “dañar” o “agitar”. El descanso se refiere por un lado a quitarse la fatiga, y por el otro lado se refiere a dejar de agitarse o dejar de dañarse.
Claro está ahora, que lo que nos interesa saber es que es eso que nos provoca ese daño o agitación, ese cansancio.
Y aquí es donde se pone interesante el asunto, ya que el cansancio es una sensación subjetiva de falta de energía física, intelectual o incluso una mezcla de ambas. Además, tiene mucho que ver con nuestra reserva de energía y el flujo dentro de nuestro cuerpo de la misma.

El cansancio es esa falta de fuerzas después de realizar un trabajo físico, intelectual o emocional, o por falta de descanso. También puede ser aburrimiento o hastío, generalmente provocado por una falta de interés. Y el cansancio puede ser además un síntoma de una enfermedad.

El cansancio es una sensación subjetiva de falta de energía física, intelectual o incluso una mezcla de ambas. Además, tiene mucho que ver con nuestra reserva de energía y el flujo dentro de nuestro cuerpo de la misma.

Por si no te has dado cuenta todavía, estamos entrando en un pozo sin salida ya que, si yo te digo que tienes que descansar, y tu problema es que tu trabajo te exige un gran rendimiento intelectual, quizá pienses que el descanso es quitarte ese trabajo o cogerte unas vacaciones. Sin embargo, el cansancio vuelve a aparecer tras ese parón porque hay algo que no estamos teniendo en cuenta.

El cansancio es un síntoma de un desequilibrio que no se soluciona con parar o dejar de hacer, sino que se soluciona con una mirada un poco más amplia de la situación particular. La solución de ese síntoma es lo que en verdad deberíamos conocer como descanso, que no es otra cosa que la vuelta al equilibrio.
Por ello, me gusta mucho más hablar del concepto de recuperación que de descanso. Porque quizá no sepas lo que te está desequilibrando en tu vida, pero estoy segura de que lo que sí sabes es que quieres prevenir su aparición.
Así que lo que voy a hacer ahora es hablarte de la prevención de la aparición del cansancio. Y para ello quiero que tengas en cuenta que a rasgos generales ese desequilibrio que te provoca cansancio se puede producir por cinco motivos: pérdida de fuerza muscular, aburrimiento, sobreesfuerzo físico, sobreesfuerzo mental o sobreesfuerzo emocional. Así, teniendo esto en cuenta, nos será más fácil poner nuestro foco de forma más acertada. Por ello te voy a explicar a grandes rasgos cómo puedes diferenciar esos cinco motivos que producen desequilibrio.

La pérdida de fuerza muscular se detecta cuando quieres realizar una actividad que hasta ahora no te costaba esfuerzo realizarla, y sin embargo ahora te supone un esfuerzo.

El aburrimiento lo puedes detectar cuando detectamos insatisfacción por lo que estamos viviendo, y está muy relacionado con una desconexión de nuestras emociones y con una falta de comprensión en algunas partes de nuestra vida sobre lo que nos hace sentir plenos.

A rasgos generales, ese desequilibrio que te provoca cansancio se puede producir por cinco motivos: pérdida de fuerza muscular, aburrimiento, sobreesfuerzo físico, sobreesfuerzo mental o sobreesfuerzo emocional.

El sobreesfuerzo físico se detecta porque tras pasarnos de la raya con nuestras actividades físicas, notamos algún tipo de dolor agudo como agujetas, tendinitis o dolor muscular.

El sobreesfuerzo mental se detecta porque tras pasarnos también de la raya en nuestras actividades mentales, nuestros pensamientos son más lentos, nuestra capacidad de resolución disminuye, nos falta concentración o incluso tenemos pequeñas pérdidas de memoria.

Y por último el sobreesfuerzo emocional se detecta por un bajo estado de ánimo, falta de energía, irritabilidad, ansiedad o insomnio.

Mi sugerencia es que comiences a observar si alguna de estas cinco situaciones desestabilizadoras se está manifestando en tu vida y son una tendencia en tu día a día, enfoques tus esfuerzos en recuperarte a diario de ellas. Para así evitar a la larga que el cansancio se apodere de ti.
¿Cómo lo puedes hacer?
Si es pérdida de fuerza muscular puedes hacer ejercicio de fuerza, caminar, practicar yoga, etc.
Si es aburrimiento puedes dedicar algún tiempo diario a la meditación, el silencio, o al autoconocimiento.
Si es un sobreesfuerzo físico hacer estiramientos, tomarte infusiones relajantes como la melisa, darte un masaje corporal o un baño relajante.
Si es sobreesfuerzo mental puedes disminuir el uso de redes sociales, practicar un hobbie como pintar o tejer, o crear un refugio de calma en tu casa.
Y si es sobreesfuerzo emocional puedes practicar mindfulness, practicar taichí, o escribir un diario.
El caso es que, de alguna manera, incluyas más recuperación y cuidado en tu día a día, para que el desequilibrio que se produce en tu vida a diario no haga que termines con un cansancio crónico que te impida sentirte lleno de energía, fuerza y vitalidad.

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